Feliz cumpleaños

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«Feliz cumpleaños, cariño» murmuró Emma a su hijo en su cama. El pequeño se despertó poco a poco, una sonrisa en los labios. Emma lo besó en la frente «Es tu día, pequeño monstruo, en pie» Entonces él se incorporó e hizo una mueca: Regina ni se había molestado en felicitarlo al despertar. Sin embargo, se acordaba de los años en que ella lo despertaba al alba con un desayuno en la cama que solo le procuraba en ese día especial.

Bajó en pijama, desilusionado, hasta que entró en el comedor y vio el suntuoso desayuno que había allí: tortitas, jugos de todo tipo, dulces, siropes...La mesa estaba puesta como en los grandes restaurantes, Henry no se lo creía.

Regina salió de la cocina, delantal a la cintura, portando los chocolates y otras bebidas calientes.

«¡Wow!»

«Feliz cumpleaños, Henry»

El pequeño entonces se acercó y la abrazó tiernamente, abrazo al que Regina, al principio, respondió con vacilación, antes de sonreír, más confiada. Ella le acarició dulcemente el cabello, sintiendo su respiración contra ella. Emma se quedó alejada y en silencio, admirando el espectáculo, ese momento que solo le pertenecía a Regina y a su hijo.

En ese momento, Emma supo que algo se había desbloqueado entre ellos, quizás algo que haga inclinarse la balanza.

«Bien, voy a preparar el buffet y sobre todo...¡tu pastel!»

«¡Ah! ¿Puedo sab...?»

«No, no, es una sorpresa» dijo Regina guiñándole un ojo

Y al final el día pasó bastante rápido: Henry y Emma acabaron a tiempo la decoración y la colocación del buffet, Regina se metió en la cocina todo el día. Incluso Amber se había portado bien. Y alrededor de las 18:00, los primeros invitados llegaron, Henry abrió a Ruby y a Granny mientras que Regina le daba el último toque a su peinado.

«¿Vienes?» dijo Emma en el umbral de la puerta

«Ya voy»

«Regina, no te vas a quedar toda la tarde aquí, Henry se desilusionaría»

«Pero los invitados no»

«Pero es el día de Henry, no el de ello. Venga, vamos»

Emma le tendió la mano, que Regina agarró con ansiedad. Recluida desde hacía tres días, no había visto a nadie a excepción de Archie en la tienda. Emma salió la primera, aferrando la mano de Regina que arrastraba los pasos. Al llegar a lo alto de las escaleras, cada escalón que la conducía hacia los invitados le parecía arena movediza en la que sus pies se hundían hasta los tobillos.

Al escuchar el barullo causado por los invitados, Regina se crispó, llegó al último escalón y los invitados se giraron hacia ella, mudos.

Tragó saliva e intentó esquivar las miradas, pero Emma le cogió una mano y Henry la otra.

«Ven...» le murmuró ella.

Evidentemente, se produjo una malestar, un silencio, después un murmullo, pero rápidamente, Archie, una vez más, dio el primer paso rompiendo ese pesado silencio

«Regina, este buffet es increíblemente magnífico»

«Gra...gracias»

La fiesta entonces comenzó y a pesar de todos los esfuerzos de Emma y de Henry, Regina se pasó la mayor parte del tiempo en la cocina, pretextando siempre tener cosas que hacer.

«Hey, ¿te vas a plantar aquí mucho tiempo» susurró Emma en el umbral de la puerta de la cocina

«No seas idiota. Yo no me planto. Pero si no me ocupo de esto, la cocina sería un verdadero desastre»

AmberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora