Reencuentro

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Como todas las mañanas, se despertó, se estiró, miró su despertador y empujó a Amber de la cama. Fue a la cocina casi a ciegas donde se hizo un buen café, después llenó el cuento de agua de la perra. A continuación se aseó y se vistió, sacó a pasear a Amber un cuarto de hora antes de volver a entrarla, darle algunas caricias y mimos y marcharse a trabajar.

Como todas las mañanas desde hacía tres meses, abrió la tienda en la que había ascendido a encargada, teniendo a su cargo a un equipo de tres jóvenes vendedoras. Regina, en opinión de todos, tenía un gusto exquisito en moda.

Como todas las mañanas, abrió la caja, las luces, comprobó las estanterías, el stock. Después encendió la cafetera esperando la llegada de las otras vendedoras. A continuación se sentó, echando, de vez en cuando, un vistazo al reloj. Cuando las vendedoras llegaban, ella desaparecía en la trastienda para comprobar las novedades recién llegadas. A veces, como ese día, echaba una mano a pie de calle, ya que había mucha gente.

Aconsejaba a las mujeres según su silueta, su estatura, sus expectativas y su forma de vestirse. Había aprendido más sobre la naturaleza humana con ese trabajo que durante 28 años viendo en bucle a los habitantes de Storybrooke.

«Regina, ¿puedes venir, por favor?»

«¿Qué?»

«Estoy desbordada, y la clienta del probador 4 querría este top en azul cielo»

«Bien»

Regina cogió el top color carne, fue a buscar en la estantería y sacó el azul cielo. Se dirigió a continuación al probador 4 y alargó la prenda.

«Esto es para usted»

Una mano salió y cogió la prenda antes de desaparecer. Para satisfacer mejor a la clienta, Regina se quedó cerca, esperando el veredicto para aconsejarla. Al cabo de 30 segundos, ella carraspeó.

«Señora, ¿le va bien?»

En ese momento, la joven salió, llevando el top azul, toda sonriente.

«Es perfecto, ¿no?»

Regina no creía lo que estaban viendo sus ojos. Se quedó sin palabras, quedándose estas trabadas en su garganta, sus brazos caídos a ambos lados de su cuerpo, estaba petrificada.

«Pe...pero...¿Em...Emma?»

¿Sería una ilusión? ¿Su mente le estaba jugando una mala pasada? ¿Delante de ella estaba Emma Swan? ¿De verdad?

«Hola Regina» dijo la joven con un tono que quería aparentar ligero, pero que dejaba transparentar turbación más que otra cosa.

«Miss Swan, pero, ¿qué...hace aquí? ¿Cómo?»

Emma sonrió y arrastró a Regina al interior del probador. Sorprendida, Regina se dejó hacer y se vio empotrada contra la pared.

«Te he encontrado, al fin» sonrió ella antes de posar dulcemente sus labios sobre los de la bella morena. Regina sintió la presión sobre sus muñecas debilitarse, entonces pudo zafarse del agarre de Emma empujándola ligeramente.

«¿Cómo...cómo ha llegado aquí?»

«Encontrar gente es mi trabajo» dijo ella alejándose un poco «Hace tiempo que te busco. Los primeros meses no parabas quieta, me costaba seguirte la huella. Y cuando estuve segura de que estabas en San Francisco, he venido»

«San Francisco es grande...»

«Llevo aquí una semana. No he parado. Sabía que trabajabas en una tienda de ropa. Si supieras la cantidad que hay de tiendas como esta...»

AmberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora