Bienvenida a Storybrooke

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Regina se había echado en el sofá, Amber echada a su lado. Leía tranquilamente un libro cuando Emma y Henry entraron.

«¡Hola!» dijo Henry

Regina se incorporó

«¿No habéis hecho las compras?»

«Bueno, de hecho, no sabíamos las provisiones que teníamos, así que para no comprar el doble, hemos venido a comprobar antes de comprar» dijo Emma toda sonriente.

Regina frunció el ceño al verlos hurgar en la cocina, su cocina. Se levantó para comprobar que no destrozaran todo.

«¿Qué estáis buscando?»

«Algo con qué hacer un pastel de chocolate»

«¿De chocolate?» se ofuscó Regina

«Sí, solo sé hacer ese» dijo Emma encogiéndose de hombros

«Pero...Henry, me habías dicho que lo haría yo» balbuceó Regina «Uno de fresa...»

«Sí, pero es complicado si tú no haces las compras. No sabemos lo que hace falta»

«...»

«Venga, Henry, ya está, he hecho la lista, entonces: boniatos, zanahorias, pollo...malvaviscos, gelatina roja, azul y...»

«¡Verde!» gritó con fervor el pequeño

«Ah sí, verde. Champán...»

«Esperad, ¿esa es vuestra lista de la compra?» dijo Regina interponiéndose para que no salieran de la cocina

«Bueno sí» dijo inocentemente Henry

«No...no es posible. ¿Malvaviscos, Henry? ¿Gelatina?»

«Es mi cumpleaños» gruñó él

«No es una razón»

«De todas maneras, tú no puedes hacer nada. Vamos a hacer la compra y tú no estarás ahí para vigilarnos»

Y cuando se disponían a salir de la casa, la voz de Regina resonó desde atrás

«¡Esperad!» En ese momento, Henry y Emma esbozaron una sonrisa de complicidad y victoria. Se dieron la vuelta al mismo tiempo «Yo...voy con vosotros» murmuró Regina.

«No he escuchado bien» dijo orgullosa Emma

«He dicho que...voy con vosotros» repitió Regina, irritada. Cogió su chaqueta y su bolso. Amber ladró, pero Regina le ordenó que se portara bien. Emma saltaba de alegría por dentro. Salieron entonces los tres, Regina quedándose un poco atrás, poco tranquila.

«Oh, no, no, no»

«¿Qué pasa ahora?»

«Ni hablar de que suba ahí» dijo la bella morena señalando con el dedo el escarabajo amarillo de Emma.

«No hay elección: no vamos a hacer la compra a pie y usted ya no tiene coche aquí»

«...»

«Venga, aupa, subimos» Regina puso una mueca de disgusto al ver a Henry subir, después, cuando fue su turno y se sentó dentro. Se sorprendió agradablemente al ver que el interior del coche estaba impecable, y que un olor afrutado se podía percibir «¿Lista?»

Ella asintió con la cabeza sin gran convicción y el coche arrancó. Emma miró por el rabillo del ojo a Regina que parecía hundirse en su asiento a medida que el coche llegaba a la calle principal del pueblo.

Al cabo de diez minutos, el coche se detuvo frente a la panadería

«Aparcamos aquí, y vamos a caminar, así no nos pasaremos ninguna tienda»

AmberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora