Capítulo Ocho.

915 119 61
                                    



Castiel


A pesar de todo lo malo que ocurrió, no podía quitar la sonrisa de mi rostro; aun me sentía estupefacto, todavía había una parte de mi que no creía que aquel beso realmente pasó. Constantemente imaginaba cómo sería besar a Dean, pero aquello fue mucho mejor que imaginarlo. De todas formas trataba de no darle muchas vueltas al asunto, tenía que mantener mis expectativas lo más bajo posible.

Era sábado a la tarde, estaba nervioso y ansioso a la vez. Dean y yo nos reuniríamos mas tarde para hacer nuestro trabajo para las clases de teatro. Solamente era una cita de estudio, pero mi cerebro iba dos mil por hora, imaginando cualquier tipo de situación descabellada. Al parecer Kevin se dio cuenta de mi ansiedad.

—¿Estas bien?—pregunto.

Su vista estaba centrada en un libro, mientras que yo caminaba de un lado al otro en nuestra habitación.

—Si—digo.

Él entrecerró los ojos—Ajam...¿y porque no te puedes dejar de mover por cinco minutos?—apoyó sus codos sobre la mesa.

—Estoy nervioso—admiti.

—Pude adivinarlo fácilmente —señaló—¿se puede saber porque estas nervioso?

Me senté en mi cama y mire a Kevin—Este... yo...—cuando llegué la otra noche después de mi golpiza tuve que hablar con él y contarle la verdad. Kevin no se molesto conmigo por ocultarle las cosas, fue muy comprensible de su parte—¿Que harías si estuvieses enamorado de alguien, pero no sabes si la otra persona lo esta? ¿Le dirías tus sentimientos de todas formas?

Kevin cerró su libro y se cruzó de brazos—Si—afirmo—lo haría. ¿De qué sirve tener sentimientos hacia alguien si la otra persona no lo sabe?

El retomo su lectura, mientras que yo medite cada una de sus palabras. Una parte de mi quería confesarle a Dean como me siento con respecto a él y la otra parte está aterrada, no soportaría su rechazo.

Llegué un rato antes de lo acordado al lugar que había dicho Dean. Me senté en las gradas y espere pacientemente. Comenzaba a oscurecer y hacer frío, frote mis manos para calentarlas. Luego de unos minutos Dean apareció con una sonrisa en su rostro y la nariz roja por el frío.

—Lamento la tardanza—fue lo primero que dijo.

Me encogí de hombros—Está bien—se ubico al lado mío, nuestros brazos se tocaban levemente.

Saque la hoja en donde tenía escrito mi parte de la obra, Dean hizo lo mismo.

—Entiendo por que a la gente le gusta tanto esta historia—comentó sin quitar su atención de su hoja.

—¿Lo entiendes?—reprimí una risa.

El me miro de costado—Tengo mucho tiempo libre, y bueno digamos que leí la obra completa—confesó—es bastante bueno a decir verdad, el amor entre ellos era prohibido.

"Como el nuestro" pensé inevitablemente—Pero terminaron ambos muertos—replique.

—El final no importa—hizo una mueca—se amaron hasta el final.

Solté una pequeña risa—Ahora entiendo porque Chuck te dio el papel de Julieta—el me dio un codazo con el brazo y luego también río.

—Basta de bromas, empecemos—dijo aun riendo.

Asentí, memorice mis líneas. Pude notar que mis manos habían comenzado a sudar, ya no sentía frío, si no calor. Me estaba ocurriendo lo mismo que la otra vez, los nervios me impedían hablar.

Segundas Oportunidades (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora