Capítulo Diez.

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Dean.

—¿Hola—volvió a repetir.

—Hola—dije casi en un murmullo.

—¿Quien habla?—pregunto.

—Yo... soy...—tartamudeo—soy... Dean Winchester.

Un silencio se hizo del otro lado de la línea.

—Si esto es una broma voy a colgar—dijo.

—No Cas, no cuelgues. Es realmente yo, Dean.

—¿Que quieres?—soltó—¿Y como conseguiste mi número de teléfono?

Podía intuir fácilmente que él no estaba feliz con mi llamado.

—Este... encontré tu billetera con tu identificación en el aeropuerto —pude oírlo suspirar— y bueno obligue a Jess que me diera tu numero.

Se produjo más silencio, el cual me ponía aun mas nervioso.

—¿Cas?—digo—¿Estás todavía ahí?

—Si—volvió a suspirar.

—Pensé en tal vez encontrarnos en alguna cafetería así te devuelvo tus cosas—y de paso, lo volvería a ver pero no mencione aquello.

—Dean...—supe que iba rechazar mi oferta al instante.

—Te enviaré la dirección por mensaje. Nos vemos luego—hable lo más rápido posible, así no tenía oportunidad de no aceptar. Finalice la llamada al instante.

Después de aquella incómoda conversación telefónica; mi humor fue bastante bueno durante la semana, incluso acudí a una estúpida reunión de negocios con mi padre. Trate de no pensar demasiado en cómo sería nuestro reencuentro, porque sino me convertía en un manojo de nervios.

Nuestra "cita" por decirlo de alguna manera, era en una pequeña cafetería de N.Y, el jueves por la tarde.

Le había mandado a Cas la dirección y la hora vía mensaje de texto, pero él no respondió. Solo esperaba que él asista de cualquier forma.

El dichoso jueves llegó, mis manos sudaban y al parecer ahora tenía un tic en la pierna del cual no me había percatado. En el trabajo no podía concentrarme en otra cosa que no sea mirar el reloj y esperar que avancen las horas.

Cuando por fin pude irme de aquella infernal oficina, me cambie de ropa por algo más informal.

Llegue a la cafetería unos minutos antes de lo acordado, me ubique en una mesa junto a la ventana. Mi atención estaba puesta en la puerta, gente entraba y salía del lugar, pero ninguno de ellos era Cas.

Pasaron diez minutos y el todavía no llegaba. Solté un suspiro mientras observaba la hora. ¿Y si el no venia? Deseche ese pensamiento rápidamente.

Otros quince minutos; y la camarera se estaba impacientando porque solo ordenaba vasos de agua. El vendría, me dije a mi mismo.

Un hombre con una gabardina y corbata azul entró a la cafetería. Era el. Cas.

Él se giró y me vio. Hermosos ojos azules, mas tristes de lo que recordaba encontraron mi mirada. Después de diez años ahí estábamos de nuevo cara a cara.

Cas cortó el contacto visual, camino hasta mi mesa. Reprimí una sonrisa, no era ninguna loca imaginación, realmente era el. Una oleada de melancolía y recuerdos me invadieron.

—Cas...—dije—es... bueno verte—estire mi mano.

El miró mi mano—No diría lo mismo—contestó con una voz más gruesa de la que recordaba. Luego se sentó enfrente mío.

Segundas Oportunidades (Destiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora