Asfixia; lynch

Capitulo 2:

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Adiós orgullo

Riker, desde que lo conocí siempre ha sido amable conmigo, siempre se preocupa por mí, me hace sentir que de verdad le importo, no sé cuando fue que me di cuenta que me enamore de él ¿Cómo es que mi mente mantenía siempre el recuerdo de su sonrisa? De todas las buenas acciones que hacía por mí, que en mi primera confesión siendo solo una adolescente puberta se portara de lo más lindo, me rechazo eso es cierto, pero nunca me quito las esperanzas de que algo pudiera ocurrir.

***

-Oye ¿Qué haces aquí?- Esa voz me saco de mi trance.

Una horrible punzada en mi cabeza, aun seguía borracha o posiblemente ya estaba recibiendo los efectos de una resaca segura.

Cómodo, me sentía tan a gusto descansando en una… cama, cubría mis ojos con mi antebrazo, apenas y los abrí un poco, la luz encandilante me ardía, quise ignorarlo todo para continuar con mi apacible sueño.

-Oye ___ ¡Despierta!

Aparte mi brazo abriendo lentamente mis ojos para encontrarme con esos ojos castaños tan profundos que me sorprendieron, me miraba desde un lado de la cama, sus mejillas rojillas sobresalían de su pálido rostro.

-Ross- susurre al reconocerlo.

-¿Qué haces dormida en mi cama?

Reconocí el lugar, recorriendo la habitación con mi mirada, en efecto, era la habitación de Ross en la cual ya he estado incontables veces desde que éramos niños, si bien me sé de memoria la casa.

-Levántate y ayúdame a limpiar- Se alejo tambaleante, daba la impresión de que seguía borracho.

-¿Eh? ¿Ya termino la fiesta?- Me incorpore, no recuerdo en qué momento me quede dormida.

-Sí, ya son las 2 de la mañana- No sé si fue mi imaginación pero daba la impresión de estar molesto.

Mientras hablaba conmigo se desprendía de su chaqueta negra de cuero arrojándola al piso sin importarle donde cayera solo haciéndole compañía a la demás ropa regada en el suelo, continuó desprendiendo uno a uno los botones de su camisa que seguramente ya daba por sucia, la dejo deslizar por sus brazos de igual forma cayendo al piso, ahí estaba semidesnudo buscando en uno de los cajones del tocador alguna prenda para vestirse.