"I had the feeling it was out of control" - Out of Control, U2.
Effy y Sonny.
Tras andar un par de días fuera de casa y para la sorpresa de Anthea, volví. Tras presentarme a su nuevo juguetito: un señor de mediana edad, se gruesa constitución llamado Jeffrey subí a mi habitación. Anthea parecía risueña ante la pobre presentación entre ése tal Jeffrey y yo.
Me adentré en mi habitación y cerré la puerta. Me desarmé de toda la ropa: tacones negros y vestido rojo. Hasta quedarme en mi ropa interior negra y rosa palo adornado con encaje.
Unos gritos de placer que provenían de la planta de abajo me sobresaltaron. Apreté los labios fuertemente.
La botella de Vodka y los dos paquetes de tabaco me acompañarían durante toda la larga noche que me esperaba.
Estoy harta de esta mierda.
Era en éste preciso momento cuando más necesitaba a la figura de mi hermano cual niña pequeña busca protección de su padre. Desde la separación de mis padres lo más semejante a unos ha sido Tony, él me aconsejaba, me hacía reír, o nos enfadábamos.
La cárcel nos separó demasiado. ¿Cómo sería si no hubiera cometido trampas en la empresa? ¿Hubiera podido resistirme a tirarme a mi jefe? De todas formas, no siento culpabilidad por mis acciones. Lo que sí me llevaron es a pasarlas putas en la cárcel, era jodido pero sólo fueron los tres o cuatro primeros días. Maika me ayudó en no seguir pensando llevándome al abismo de tener otra crisis y acabar de nuevo en un loquero.
>>Los primeros tres o cuatro días de estar en la cárcel no era nadie. Era insegura, frágil, débil. Allí dentro era de lo que siempre he querido huir pero de lo que guardo para que nadie lo vea.
>>A la semana conocí a Maika. Tenía alrededor de treinta años, de cabello castaño oscuro rapado medio lado y de piel clara. Era de estatura media y tenía brazos adornados con tatuajes clandestinos hechos por ella misma y sin ningún tipo de preparación bajo ellos se pronunciaban mucho los músculos. A base de hacer muchísimas pesas dentro de la cárcel por lo que intuí, era para alejarse del porqué estaba ahí metida.
>>Gracias a Maika logré que incluso dentro de la cárcel me miraran al pasar, como hacían con ella. Maika se encontraba en el punto más prominente de la jerarquía dentro de una cárcel -incluso dentro de la cárcel había leyes. Al poco tiempo de estar en esas cuatro paredes descubrí que el comportamiento álgido de Maika que la caracterizaba -y que muchos la temían por eso, incluido yo- se debía a los hechos que la habían provocado el estar encerrada en la institución penitenciaria. Maika se tomó la justicia por su mano y mató a su marido.
- ¿No tienes frío?
Una voz aterciopelada me sacó de mis pensamientos. Estaba tan centrada en mis nuevos problemas que me había olvidado que me encontraba tumbada en el porche con la botella y los cigarrillos.
Giré lentamente la cabeza hacia la dirección de donde se produjo aquella sensual voz. Provenía de un chico de una forma casi diluida, la luz artificial derivada de la farola distorsionaba su imagen. Pude divisarlo apoyando los hombros en la pared de medio metro construida con ladrillo rojo que separaba a todas y cada una de entre casa y casa de la urbanización. Su pelo rubio semejante al mismísimo resplandeciente oro, aunque la luz desfiguraba la imagen se podía ver claramente sus pómulos pronunciados así mismo como los músculos de los brazos bien esculpidos y trabajados. Su mirada era cortante como el mismísimo frío que se calaba los huesos.
- Sólo quiero sentir algo -respondí a su pregunta. Di una bocanada al cigarro y dejé salir el humo de mi boca.
- Fumar mata ¿sabes?
- Y vivir también, chico guapo.
El chico soltó unas carcajadas muy dulces lo que me produjo una cierta contradicción: una mirada de hierro pero su sonido risueño era contagioso y alegre. ¿A qué jugaba su físico y su comportamiento?
Era una situación raramente bonita. Tierna. Y me sentía fuera de sí, como si hubiera perdido los estribos. Pero esa escena tan bonita, duró poco tiempo ya que mi madre y su juguetito volvieron a las andadas. El chico hico una carcajada, aunque paró de pronto, en ese momento pude leer perfectamente la mente de ése adonis "oh no, lo he jodido".
- Yo haría lo mismo que tú -Dijo con compasión.
Después de esto, aquel chico de físico desencajado por la oscuridad se adentró dentro de su casa. La dulzor que antes había sentido por ése chicho segundos anterior, se deshizo. Esa última frase me dio una puñalada en el estómago lleno de rabia que se desprendía por todo mi cuerpo; compasión es lo último que quería en que se fijaran de mí.
Si bien no, eran de los pocos chicos que había mantenido una conversación y no habíamos amanecido en la cama.
Sonny...
A primera hora de la mañana mi asesor Tony Ramírez me llamó para alertarme de que algo no iba bien. Tony era la persona a la que más podía confiar ya que fue un buen amigo de mi padre. Lo invité a reunirnos en el despacho de la habitación del hotel.
Ambos nos sentamos en unas sillas al lado de un mini bar que estaban alejadas del amplio escritorio. La luz del amanecer anaranjado se filtraba por el tejido de las cortinas dejando apenas alumbrado el rostro del latino. Tony no articulaba más de tres o cuatro letras por frase. Le serví whisky en un vaso ancho para que se relajara.
- Sonny...-dijo mi asesor con un tono temeroso, mientras mantenía su vista ocupada en juguetear con sus dedos- veras... -prosiguió; el hombre dio una gran bocanada de aire mientras se desajustaba la corbata- tenemos graves problemas...
Me tiré hacia atrás haciendo un pequeño gruñido. Su respiración estaba muy alterada al juzgar por el sube y baja de su pecho, y bajo unos botones que no daba más de sí en su ancha tripa. Cogió un pañuelo del bolsillo y se secó la frente que estaba llena de pequeñas gotitas sudorosas.
Y como de un tirón y casi sin cortarse, Tony destripó aquella invisible burbuja de nerviosismo.
- Hemos de cambiar de táctica -Increíble, ha dicho cinco palabras seguidas ¡gracias whisky! Pensé irónico- Han pillado a uno de nuestros camellos a las afueras del éste de Londres en...
- ¿Qué y cuánto llevaba? -le dije interrumpiéndole, más calmado que la anterior vez.
- Cuatro gramos de cannabis... -suspiré- el código penal 368 establecido por la Unión Europea determina que si no es pillado entre 5 y 25 gramos no se le puede meter entre rejas. No ha habido juicio rápido, porque no le han visto traficando. De hecho estaba esperando al cliente... -volvió a secarse con su blanco pañuelo- Otro error y nos desmantelan a todos.
- Dale a alguien la dirección del camello y que le diga unas cuantas cosas -dije tajante.
- Hemos de cambiar de táctica -repitió.
- Nos reuniremos con el equipo -formado por cuatro o cinco personas que controlaban mi negocio- pensad algo. Sea lo que sea no quiero quedarme al margen como esta vez.
Tras la ida de Tony dejándome un sabor amargo, y no por el whisky dejé caerme sobre la cama. Me sentía muy pesado y tenía ganas de desfogarme de nuevo, así llamé a Effy.
- ¿Effy?
- ¿Quién eres? -contestó ella, alarmada.
- Sonny.
- ¿Quién te ha dado mi número?
- Te lo cogí... oye... ¿quieres venir un rato? -escuché una carcajada por su parte
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Skins: Esto aún no ha acabado
JugendliteraturSi te gustó Skins acércate y adéntrate en la continuación, porque los adolescentes de Bristol que un día fueron han vuelto aún con mas fuerza. +18