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Effy.

Esta todo oscuro; mis ojos duros no consiguen sino ver una trama densa que no tiene color.

La noche.

La noche era la protagonista de todas las acciones que ocurrían, ella nos hacía comportarnos de forma diferente, hace sacar nuestro otro yo que se camufla de día. Detrás de una buena fiesta comporta el efecto mariposa a una pelea, un coma etílico, etc. Puedes estar tocando el cielo, raspar las nubes con las yemas de los dedos y estar en el perfecto estado del éxtasis... y de repente chocarte con la puta rudeza del suelo, rasparte la puta cara y romperte el puto cráneo con la realidad.

La cabeza me daba tumbos, recibía latigazos de electricidad desde la sien y los ojos distorsionaba mi visión de todo lo del alrededor, todo daba tumbos y mis piernas se retorcían en una espiral. Me encuentro en una calle amurallada por edificios de oscuro ladrillo fuera de cualquier urbanización. Moví la cabeza hacia el final de la calle por lo que el final la oscuridad marcaba el final de la calle hacia una posible salida. Una farola alumbra la pared teñida de luz naranja y recrea mi negra silueta en el suelo. Mi sombra se mezclaba con la de cuatro hombres más. Las figuras estaban ennegrecidas y distorsionadas por el velo de lágrimas en los ojos.

"¿¡qué queréis!?" Cubrí mis manos entorno a mis piernas y mi cabeza para protegerme de cualquier riesgo.

En aquel momento, una de las cuatro figuras masculinas se adelantó mientras las demás observaban haciendo de barrera por una posible escapada. Daba pequeños pasos vacilantes, con las manos en los bolsillos, él perfectamente sabía que ahora tenía el mando. Que sólo quería jugar conmigo.

Apreté mis delgadas piernas hacia mí, enfundadas en mis medias de rejilla que tanto me caracterizaban. Cubrí con mis brazos mis piernas y mi cabeza, a través de aquella rendija visioné la imagen de unos mocasines italianos apenas unos veinte centímetros de mí, la figura se inclinó hacia mí poniéndose de cuclillas ya que podía oler a alcohol y cigarrillos muy cerca de mí.

"Te queremos a ti y a tu precioso coñito" Asomó una familiar voz carrasposa.

Una mano acarició mi pierna, en la mano tenía varios anillos de oro. Me repugnaba aquel tacto, aquella mano, aquél olor, aquella frase.

"Effy, Effy."

Quería escapar. Salir de ése lugar. Despertar si de un sueño se tratara. La mano se desvió hacia mi entrepierna. Se aproximaba a más del perímetro marcado. El inmenso dolor ya familiar, me recorre las partes que rápidamente se extiende hacia las piernas, incluso subiendo hacia el estómago. Las pocas fuerzas son destruidas en un segundo, el dolor penetrante inunda mis pensamientos. Aquella mano parecía ser la llave de ése dolor, encajó la mano en aquella bomba que hico explotarla como si de relojería se tratara.

Empecé a notar que el dolor se mezclaba con un líquido malva que mojaba mis piernas, incluida la mano afilada que seguía sacando de mí todo aquel dolor y manchaba a las negras sombras clavadas en el suelo. De ninguna manera podía moverme y menos escapar, algo había hecho que permaneciera allí a vivir una desgracia, una pesadilla. Mi cuerpo no aguantaba mucho mas y mi cabeza daba tumbos y distorsionaba la imagen del horror, aumentándolo.

De mi boca salió un grito desgarrador que hico vibrar notablemente mis cuerdas vocales.

Mis ojos se abrieron como platos al comprobar que todo aquello se había tratado de una pesadilla aunque, el grito fue real porque sentía un gran dolor en mi garganta. El corazón se columpiaba en mi pecho casi saliéndose de él, mi pecho subía y bajaba muy deprisa en busca de aire, mi mirada estaba fijada en mis piernas las cuales estaban llenas de arañazos y moratones, y no con medias de rejilla como recordaba. Noto cerca de mí algo que se mueve. No estaba sola en aquella habitación.

Skins: Esto aún no ha acabadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora