"Shaved heads, rave heads, on the pill, got too much time to killget into bands and gangs,Oh, here they come, the beautiful ones, the beautiful ones." - Beautiful Ones, Suede.
Cook y Effy.
Cuando llegué a casa a la mañana siguiente recibí una mirada asesina de Anthea que se propagaba desde la cocina al recibidor donde yo me encontraba. Sus manos sujetaban un papel agitándose por su pulso.
Facturas; pensé.
- Hola -Dije tímidamente cual adolescente esperando bronca de sus padres por haber llegado de fiesta demasiado tarde- ¿Qué pasa? -Anthea suspiró- ¿no puedes pagar las facturas? ¿el banco te esta apresurando demasiado?
- Nada de eso Elizabeth...-dejó ir con un hilo de voz. Cuando me llamaba por mi nombre extenso significaba que algo no iba bien- es el juzgado. No podemos pagar tu fianza.
Cuando Anthea pronunció esas palabras mis piernas empezaron a fallar y echaban hacía atrás. Querían marcharse tan lejos como yo. Mi espalda se apoyó en la puerta y dejé caerme hasta sentarme en la fría madera. Mi cabeza intentaba pensar pero cuanto mas lo hacía menos respuestas decentes se le ocurrían.
- No quiero volver ahí ¿me entiendes? Dijiste que podías pagarlo.
- Éste mes he tenido muchas facturas, quizás el mes que viene...-Dijo con voz asustada.
- El mes que viene tendrás que pagar la fianza de éste mes y el del que viene.
Unas horas mas tarde, al otro lado de la ciudad...
Raramente salía el sol en Bristol justo desde que llegué hace unas semanas, es verano joder. Seria idóneo despertar una mañana soleada junto a Effy sólo con una manta que nos tapara en la terraza de mi apartamento, y que se nos hiciera una sonrisa al mirarnos tras una larga noche de sexo desenfrenado y tener pruebas de ello por los condones esparcidos por el suelo. Sería demasiado bonito para ser real, demasiado poco humano para que sea un sueño con Effy. Definitivamente ése no era un sueño en el que Effy pudiera estar, simplemente no encajaba, ¿encajaba en algún sitio?
Mi fugaz sueño húmedo daba paso a una larga cola de vehículos, conductores furiosos y pitidos que me despertaban de mis profundo pozo de sueños imposibles. El semáforo posiblemente debía estar verde desde hace un rato largo.
Apreté el acelerador mientras seguía pensando en todo. En Effy. "Mi todo" ahora era ella.
¿Desde cuando me he convertido en un enamorado hijo de puta? Debo alejarme de ella o acabaré siendo el puñetero Cook enamorado que raras veces daba a conocer.
Ella era perdidamente catastrófica, ella. Cada vez que tocaba algo lo hacía hermosamente derrotado, destruido. Ella era esa roca demoledora y yo era aquel edificio, mas grande, mas alto y mas fuerte que los demás pero aquella maldita bola negra quería ver que había dentro, curiosa y aquél edificio, dejó que aquella bola demoliera los cimientos. Miles de pequeños cuadraditos, aquellos tochos caían como gotas de lluvia y dejaban al desnudo aquel edificio que se hacía respetar por los demás hasta aquél momento.
Aquellos éramos Effy y yo. Eternos polos opuestos pero que encajaban como piezas de puzle.
Aparqué en el centro del pueblo, mi cabeza no calculaba del todo bien, mis sentimientos la estaban plagando de pensamientos irracionales y amañaban mi forma usual de comportarme. Aquél momento encajó como si nada, como si el destino fuera escrito por el mismísimo Shakespeare de historias imposibles. Una chica iba cogida del brazo, no era sólo una chica era Effy. Una Effy de mirada azul, espeluznante mirada azul con el que sólo ella podía manejar las miradas y hablar con ellas sin pronunciar palabra. Era de inconfundible físico, piernas sin fin y cintura pequeña que llevaba con estilo y seguridad. Pasó junto a mi lado pero estaba demasiado centrada en alimentar su ego de mano de un hombre de ropa cara y cabello cuidado sacándole años de ventaja. Sonreían, parecían una pareja feliz, unos recién enamorados.
Di un puñetazo a la ventana del conductor y se formó un desquebraje en el vidrio mientras la sangre de mis nudillos chorreaba en delgadas pero en millones de líquido rojo e impregnaba el puño de mi camiseta. ¿Qué había sacado de ésa reconciliación, de esas dos semanas de sexo salvaje, de porros compartidos y cigarrillos que terminaban en mordiscos al norte de su cuello? Una puñalada directa al corazón.
Pero ésta vez no sería su segundo plato una segunda vez.
SOY EL JODIDO COOK.
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Skins: Esto aún no ha acabado
Fiksi RemajaSi te gustó Skins acércate y adéntrate en la continuación, porque los adolescentes de Bristol que un día fueron han vuelto aún con mas fuerza. +18