DOS | El lugar de las almas I

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"She showed up all the errors and mistakes and said I've lost control again."  — She's Lost Control, Joy Division.

Effy.

El juicio acabó, el juicio que llevaba esperando un año y medio dentro de una cárcel apestosa y con ratas.

- Se cierra la sesión. La señorita Stonem queda liberada con cargos bajo fianza.

Hice un largo suspiro, un largo y pesadísimo suspiro. Dos policías vinieron a mí y me quitaron las esposas que se me clavaban en la muñeca, hice un gemido de dolor y me masajeaba las muñecas. Me levanté de la silla la cual había estado dos horas y me coloqué bien la falda del vestido. Era azul eléctrico apagado era manga de tres cuartos y  era un poco más bajo de las rodillas dando figura a mis caderas.

Vi una figura de una mujer rubia liberándose del gentío junto a un chico morenos de ojos claros. Tras zafarse de la gente Anthea me abrazó como nunca, casi se le saltaban las lágrimas luego el chico, mi hermano me dio otro gran abrazo.

- Te echaba de menos Effy, no vuelvas a hacer eso jamás –Me riñó mi hermano acompañada de una sonrisa torcida.

- Oh, no la riñas Tony, ella lo que quería era lo mejor para la empresa ¿verdad mi niña?

- Uhm, claro –Dije poco convencida.

Eres tan fácil de engañar, mamá... ;Pensé para mis adentros.

- ¿Y ahora qué quieres hacer hermanita?

- No sé.

Anthea dio un vote e hico una sonrisa, le brillaban los dientes y le resaltaba en su cutis de blanca piel. A lo que añadió:

- Podrías venirte a Bristol, hace mucho que no vienes.

Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol. Bristol....

De pronto, la cabeza me daba vueltas, empezaba a girar y a girar como una noria, la vista se me nublaba y ya no veía la cara contenta de la señora rubia ni la mirada azul del universitario trajeado, ahora solo veía figuras, oscuras figuras que tan si quiera la luz ayudaba. De pronto noté que flotaba y me acolchaba bajo una especie de colchón, quizá una cama.

Noté estar en un glaciar, o en el agua que hacía cosquillas pero aun así estaba en un colchón, algo blando como una esponja. Abrí los ojos despacio y fugaz, como un rayo la luz me cegó. Tenía algo húmedo en la frente, era agua fría o mas bien helada y una gota que bajaba cuidadosamente por la mejilla que cosquilleaba y me la quité con la mano.

De pronto observé que no estaba en una cama, no en la de aquél grande apartamento blanco que compré o la cama mal acolchada de la celda. Era una cama con un olor especial, era aquel olor adolescente que no se había desprendido. Era mi habitación, llena de recuerdos, de cosas viejas pero bonitas de las cuales tienen un valor sentimental, ¿Aún guardaría aquella botella de Vodka?

- Buenos días bella durmiente –Enunció una mujer rubia, la misma que el juzgado. Estaba sentada en una esquina de la cama observándome.

- ¿Qué me ha pasado mamá?

- Te has desmayado o algo así, después creo que te has dormido. Pobrecita... –Apretó los labios y luego formó una pequeña sonrisa.

- ¿Dónde esta Tony?

- Le ha entrado una punzada de nostalgia y ha ido a buscar por Bristol a sus antiguos amigos –El silencio se unió a nosotras.

Sid, Anwar, Jal, Michelle, Maxxie... todos aquellos chicos, ¿qué será de ellos? ¿seguirán siendo aquellos locos adolescentes o serán unos vagabundos sin sitio a donde ir?

- Supongo... que yo tendré que ir a buscar a los míos –Mencioné con la voz apagada llena de tristeza– Algun día.

-¡Ay, cariño! –Me abrazó tiernamente como una madre y una hija normal, nosotras nunca hemos sido así.

Mamá se fue, y yo quedé asombrada de tal dulzura con la que me trató. Me desmaquillé la cara y me puse los tacones de aguja eran negros y relucientes, salí por la puerta y el aire de Bristol me aireaba la cara dejando al viento el cabello que jugueteaba con él. Paré en frente del bar Fishponds Tavern en la calle Lewingston Road, justo en la esquina. Tomé aire y abrí la gruesa puerta roja. Me senté en una silla frente a la barra. Encima de la barra había todo tipo de botellas cilíndricas de todas marcas y de todas las providencias.

- Un ron con cola –Exclamé a aquel hombre barrigudo.

El hombre levantó la mirada de la copa que estaba limpiando y me sonrió.

- ¡Effy! –Gritó. Junto a él se le unieron los pocos clientes que habían y que miraban curiosos, asombrados– muchacha no te dejas ver por aquí, eh. ¡Para ti será una botella entera de Vodka!

- ¿Estas seguro Keith?

- ¡Claro! En el bar de Keith se bebe, o lo echamos a patadas –Hico unas grandiosas carcajadas sonoras mientras con la mirada alardaba clienta a los demás visitantes.

Keith, o mas bien el tío Keith, o mejor dicho el único tío de Cook que yo conocía, estaba mas alegre que nunca, mas mayor y con arrugas de mas. Los años pasan para todos, incluso para el viejo Keith.

- Effy Stonem, esta guapísima pero yo... yo estoy gordo y viejo. Un gordo y viejo que dice gilipolleces.

- No diga eso, esta usted genial.

Soy una jodida cínica.

Tras saludar a Keith me llevé la botella de Vodka e incluso Keith se molestó en que no lo pagara "un día es un día, chica" así, que como niña bien que soy, le hice caso.

Siguiente parada: el lugar de las almas.

Skins: Esto aún no ha acabadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora