VEINTIDOS | Los hombres de negocios nunca son buenos

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"She said come over come over, she smiled at you boy." — Born Slippy, Underworld.


Cassie, Effy.

Un grito que provenía de la voz de un niño hico resonar por toda la habitación y también por toda la casa. No era sólo un niño quien nos había intimidado, era mi hermano de nueve años.

Yo provoqué un gran grito que podía devolverle la capacidad auditiva a un sordo. La cara de asustado de Tony fué aun peor, causada mas por mi grito que por la presencia de mi hermano. Los ojos grandes de miedo de mi hermano y la boca abierta como estaban mis piernas hace diez minutos —admitir que soy un as en explicar situaciones— me aterraban mas que cualquier cosa que le estubiera pasando por su enana cabeza. Tony dió un salto y nos cubrimos con las sábanas gritándole un sin sentido de palabras y gestículando de que se fuera. El crío se fué corriendo espantado de ver el cuerpo natural de dos seres humanos.

Tony y yo nos miramos desconcertados. Los rincones morados bajo sus ojos se hicieron con mas notoriedad cuando su piél se quedó mas blanca aún del susto, casi que parecía un vampiro. Sus ojos recorrieron mi sonrisa y él expuso una suya, soltamos un bufido y dejamos caer nos de espaldas al colchón. Unas miradas jugetonas experimentaron el cambio de susto a risas sueltas en el ambiente hasta acabar riendo con grandeza.

- No recordaba que mi hermano venía de fútbol —Dije entre carcajadas, apunto de inundarse mis ojos de lágrimas.

- El crío lo debe estar flipando —Soltó el moreno entre risas— Ya le llegará, ya. 

Miré a Tony con los ojos entrecerrados y él enarcó una ceja apretando los dientes ahogando las risas para que no salieran.

- Tonto —Le tiré una almohada a la cabeza la que provocó que se despeinara un poco mas— Sólo es un crío, son tan puros y tan inocentes a esa edad...

Nos dimos un poco de prisa en vestirnos antes de que Reuben montara un escándalo por todo el vecindario porque creédme, era capaz. Bajamos a la cocina donde los ojos del rubio nos miraran con asombro, no podía ver más allá porque él solito se preparó un vaso de leche y estaba bebiéndola hasta que llegamos nosotros que se le cortó la sed repentinamente. Se quedó mirando por un buen rato a Tony de arriba a bajo analizandolo de la última punta de su pelo hasta las suelas de las Converse, al parecer sus ojos azúl eléctrico no le intimidaron lo suficiente esos podían intimidar, eso es que era demasiado inocente para percatarse de su notoriedad en el escenario.

- ¿Ya te has servido tu sólo la leche, Reuben? —Diluí el silencio tomandolo con normalidad. Pasé la mano sobre sus rizos dorados cuando iba a coger algo de comer, tanto sexo nos había dado un poco de hambre también.

- Sí, ya soy mayor.

- Ah, ¿sí? —Se adentró Tony en la conversación, apoyando los codos en el mármol de la isla y su cara en las manos con voz de interesado.

- Sí, ya tengo nueve —Reuben hico uso de su capacidad en matemáticas y le enseñó con sus dedos, pequeños y regordetes la edad que tenía, pero Reuben se equivocó en un dedo porque había puesto uno de menos.

- Te falta otro dedo —Le dije, mientras apuntaba bien en hinchar los basos de leche para un café. Tony rió y el crio apretó con fuerza su frente arrugándola.

- ¿Cómo te llamas?

- Tony. —Observaba a aquellos dos mientras llevaba los dos cafés ya preparados a la isla de la cocina donde los dos se encontraban sentados.

- Vale .—Dijo cándido, Reuben alargando la 'a', aquél crío tenía una cara angelical y el horror y trauma de la anterior situación se le había pasado por completo, no podía dejar de mirar aquél pequeñajo mientras tomaba un sorbo de mi café. — Pues Tony, no hagas el amor con mi hermana, —El café casi sale por los aires provocándome una tosida contínua de la cual Tony desechó un río de risas cuando el crío le enviaba miradas que no entendían sus risas.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2015 ⏰

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