CAPÍTULO IX
SOBRE EL GRAN LAGO
TRAS LA “MONTAÑA GRIS”
Saltando entre los escombros, y esquivando las rocas que caen, el valiente lobo y sus pasajeros alcanzan una grieta en la pared, por la que escapan de la caverna antes de que se desmorone del todo.
―¡Por los pelos! –Una vez a salvo, Tirvi toma a la Princesa de las hadas por la cintura, y salta al suelo sin soltar el corazón.
―Gracias –Yirin inclina la cabeza, y hace una graciosa reverencia―; Sé, por mi padre, que nuestros pueblos llevan mucho tiempo enfrentados, pero tu valor me ha demostrado que podemos volver a unir nuestros reinos, y vivir en paz y armonía en un mismo país.
―¡Tirvi, mira! –Mientras Tirvi y Yirin conversan, Tair contempla, maravillado, las cristalinas aguas del enorme lago, situado a unos doscientos metros ante ellos―, es el lago, el gran lago tras la “Montaña Gris”.
―¡Es maravilloso! –Susurran Tirvi y la Princesa.
―Si, es…, interesante –Tair inclina la cabeza, y toca el agua con su hocico, retrocediendo al instante, con el lomo erizado, y los dientes apretados, en actitud amenazadora―. Retroceder, aquí hay algo que no me gusta…
―¿Qué es? –Curioso por naturaleza, su pequeño amo se aproxima más a la orilla del lago y a punto está de caer en él, de no ser por el lobo que, de un zarpazo, lo lanza lejos de la orilla, fuera del alcance de la extraña criatura, que comienza a emerger del agua, hasta alcanzar una altura de más de cinco metros.