CAPÍTULO XI. SOBRE LA BATALLA QUE OGROS Y HADAS MANTUVIERON...

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CAPÍTULO XI

SOBRE LA BATALLA QUE OGROS

Y HADAS MANTUVIERON EN EL

INTERIOR DE LA “MONTAÑA GRIS”

Tras la huída del enano y sus acompañantes, Mork regresa a su puesto, justo cuando el Ejército del Reino de las hadas penetra en las galerías, dispuesto a liberar a su amada Princesa.

―¡Majestad, las hadas nos atacan!

―¡Eso es imposible! El poder del Corazón de Oro no les permite entrar en la montaña.

―Han robado el Corazón… ―Mork inclina la cabeza, en espera del arranque de furia de su Rey.

―¿¡Quién se ha atrevido a semejante estupidez!? –El ataque de rabia de Barkel no se hace esperar, y salta sobre su súbdito, empujándolo contra la rocosa pared de su sala del Trono―. ¿¡Por qué no habéis hecho nada por evitarlo, eh!? ¡Inútiles! Ahora ella estará libre de nuevo, y vendrá a buscarme…

―¿Quién es ella? –Mork recoge su látigo caído, y retrocede.

―Ella es Selinde, la Reina Maga de la naturaleza, a la cual yo encerré, por su intromisión hace trescientos años.

En ese momento, subido a lomos de un veloz halcón, y empuñando una espada de plata de dimensiones diminutas, Ion penetra en la sala real de Barkel, dispuesto a acabar con la miserable vida del tirano.

―¡Maldito cobarde! ¿Qué has hecho con  la Princesa?

―¡Vaya, un pequeño soldado lo bastante valiente como para entrar en mi Cámara Real y pedirme explicaciones! –El ogro lanza un manotazo, que hace caer al halcón y su jinete al duro suelo de roca.

Después, Barkel coge al pequeño ser por un pie, y lo alza a la altura de su rostro.

―¿No estarás muerto, verdad? –Bruscamente, le golpea la espalda con su dedo índice, en un intento por reanimarlo.

Mientras, en las galerías de la montaña, el ejército de las hadas y los ogros, se han enzarzado en una batalla tan desigual como sangrienta.

Por cada ogro que cae abatido por las flechas hechizadas de las hadas, cinco hadas mueren aplastadas por las mazas de los ogros.

Finalmente, un grupo de cinco hadas soldado, malheridos y exhaustos, deciden ir en busca de su Capitán, y salir de la montaña lo antes posible.

Mork, que ha permanecido al margen durante toda la contienda, decide actuar en ese momento, atrapando a los cinco hombrecitos alados, cayendo sobre ellos por sorpresa, con un saco de tela en las manos para meterlos dentro.

―Mi Rey estará contento –con su preciada carga en la bolsa, el ogro vuelve a la cámara del Trono, donde Barkel ya ha encerrado a Ion en la jaula anteriormente ocupada por Yirin.

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