Keyra.Nos detenemos en un pequeño café, alejado de la Universidad y de miradas indiscretas de las que tener que esconderme. Nunca antes había estado en esta lugar, a pesar de que creo haber pasado más de un centenar de veces por esta calle. Me gusta ese aire bohemio que parece inundar todo el espacio. Mientras caminábamos no me preguntó dónde me apetecía ir. Hace unos días eso me habría parecido una grosería. Hoy, no entiendo porqué no me importa. Quiero pensar que ha escogido este lugar por mí. Por no ponerme en la penosa situación de decirle que preferiría que nadie conocido me viese en su compañía. Supongo que la actuación de mis, nada disimuladas, amigas ha dejado muy claro los comentarios a los que tendría que enfrentarme. Sin decir nada, evitamos las mesas vacías que hay cerca de las ventanas y ocupamos una, al fondo. Está junto a una enorme pared repleta de viejas fotografías y retazos de la historia del cine, la música y la literatura. Las contemplo en silencio. Él me observa callado mientras lo hago. Siento su mirada cielo sobre mí y eso me pone nerviosa. Esta mañana jamás hubiese imaginado que pasaría mi tarde tomando café con el chico rockero y misterioso de la cola del Starbucks. Es curioso como las cosas que creemos más imposibles pueden suceder en un instante. Cualquier acción o palabra son capaces de cambiar todo. Por fin encuentro el valor para templar mis nervios y poder enfrentarme a su mirada, que se encuentra a sólo unos centímetros de distancia de la mía. Cuando lo hago, sonríe y su sonrisa me hace sonreír.
-¿Te gusta?-pregunta refiriéndose al lugar.
-Mucho.
-Te dije que podía sorprenderte-esboza una sonrisa-¿Quieres un café o un refresco?
Asiento aún con la sonrisa en los labios.
-Café Mokka, por favor-contesto mientras busco la cartera en mi bolso.
Saco un billete de diez dólares y extiendo la mano para entregárselo. Él ya está de pie y en su cara se dibuja una expresión de ofensa que me resulta un tanto divertida. Apoya las manos sobre la mesa y acerca su rostro un poco hacia el mío.
-Te dije que no necesito tu dinero, guardatelo. No me ofendas, por favor. A pesar de lo que pienses de mí, puedo pagar tu café, el mío y lo que quieras de comer. ¿No tienes hambre?
-No pretendía ofenderte pero el trato era la devolución de mi agenda por un café ¿recuerdas?
-Sé lo que dije y porqué lo hice-en sus labios se dibuja una curvatura divertida.
Su mano envuelve la mía mientras la cierra encerrando entre mis dedos el billete de diez dólares. Una descarga eléctrica recorre mi sistema nervioso a su contacto y mi corazón se acelera mientras todo lo demás se ralentiza a mi alrededor.
De nuevo veo frente a mí al chico enigmático de esta mañana y no puedo parar de hacerme mil preguntas acerca de él. No toma el billete que le ofrezco y antes de que pueda decir una sola palabra o formular una pregunta ante su extraña respuesta que no hace sino despertar aún más mi curiosidad, retira su mano de la mía y se aleja hasta el mostrador. Recorro el lugar con la mirada. Lo cierto es que no creo que ninguna de las personas que conozco hayan venido nunca. La mayoría de los clientes son estudiantes, como yo, pero veo en todos una especie de toque artístico que no he visto entre mis compañeros. Me pregunto si quedará cerca alguna Universidad de Artes. De pronto me doy cuenta, que al igual que esta mañana, intento distraer mi mente para no pensar en las siguientes palabras de Ian. Suelo huir de lo que no quiero escuchar. Tengo miedo de enfrentar demasiadas cosas. Mis ojos se detienen en él, un par de veces, sin que pueda hacer nada para evitarlo. Me he percatado de que ha cambiado aquella chaqueta de cuero negro con tachuelas de esta mañana por una casaca militar verde oscuro que lleva desabrochada. Bajo ella trae una camiseta negra con el nombre y la fotografía de algún grupo que no conozco. Sus manos están cubiertas por una especie de guantes, sin dedos, con rayas grises y negras. Es un chico extrañamente encantador. Bajo la vista al percatarme de que hace varios minutos que lo observo sin poder apartar los ojos de él. Saco la agenda del bolso y una pluma. La abro y finjo revisar algo mientras hago anotaciones absurdas.
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Without Gravity
RomanceKeyra Abbott tiene una vida perfecta que nunca pidió. Su mundo gira en torno a compras, fiestas y conversaciones sin sentido. Nada de lo que la rodea tiene que ver con ella y cada vez le cuesta más poder respirar. Ian es un chico con un pasado compl...