VI. Proyecto Alpha

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Sala de conferencias, Academia Militar "Arrow", Planeta Centurion II.

26:30 hrs.

—¿Qué fue lo que ocurrió, señora? ¿Quiénes son esos sujetos? ¿Los conoce? —Patrick estaba muy asustado, seguía sin saber qué había ocurrido o por qué los habían atacado de nuevo, ni siquiera cómo se habían enterado de que había supervivientes en la academia.

—No lo sé niño, vuelve a dormir —respondió Dina sin abrir los ojos. Era media noche, o lo que cuenta como media noche en Centurion II (con un día de veintiséis horas) y Dina hacía el intento de dormir sobre una butaca de la semi destruida sala de conferencias que, aunque estaba en peores condiciones que los dormitorios, era el edificio central y les permitía tener bajo control todo el terreno de la academia. El dolor de la herida no le dejó descansar como hubiera querido, estaba agotada tanto física como emocionalmente. Tanta muerte, tanta sangre derramada. Ya había salido a dar un rondín por el patio, más para despejar la mente que para vigilar, pero sólo le sirvió para ahondar en su ansiedad. Luego de la pelea no paró de pensar en cómo la vería su equipo en adelante ni qué reputación se ganaría dentro del Ra. Se pasó las horas alucinando entre la frontera de la consciencia y los sueños, a punto de caer rendida por la pérdida de sangre y el dolor.

—Hey niño, vuelve con tus amigos y deja a la dama en paz —le espetó Mason entre susurros, quien estaba tendido por completo en la butaca de al lado.

—Pero, señor, tengo muchas preguntas... —replicó el cadete.

—Ugh, niño, eres insufrible —cedió Dina sentándose erguida en su asiento, sintiendo cómo la débil costra de su herida se reabría por enésima vez —Uno: fui apaleada por un desconocido. Dos: no sé quiénes son. Tres: ya dejé en claro que no los conozco. Ahora vuelve con...

—¿Y usted quién es? ¿Cómo pudo con tantos enemigos? Ya sé que es una spartan y todo, pero fue alucinante.

—Entrenamiento —cortó ella bruscamente. Patrick se sintió intimidado, causándole culpa a Dina. La joven suspiró, sabiendo que más tarde lamentaría abrir la boca —. Es una historia que no he pensado contar —añadió con un tono más suave y personal, no tan controlado como le enseñaron —. Si puedo vencer regimientos enteros con una mano atada a la espalda es gracias a lo que me hicieron ser.

—¿Y entonces quién es? —insistió el cadete, viéndola como a algo extraordinario. La spartan sintió una punzada en el pecho al creerse indigna de su admiración, pensando que una vez que le contara sobre ella cambiaría esa admiración por miedo y desprecio.

—No cuenten historias sin mí, ¿van a hablar de sus pasados? Porque parece que están a punto de revelar uno muy pesado —susurró Dylan acercándose con los demás spartans detrás suyo.

Dina suspiró. Su equipo parecía estar adherido a ella con pegamento industrial. Así que aceptando que no iba a poder dormir en por lo menos un par de horas, se dispuso a dar explicaciones. Tal vez ella también merecía darlas.

—¿Quién es, sargento? —preguntó Mason.

Dina lo pensó por un segundo. Desde que tuvo memoria le prohibieron hablar de sí misma y todo aquello que la involucrara, si bien jamás le dijeron el porqué. Saira no puso objeción alguna así que procedió a hablar.

—Un soldado spartan Gen-II...

—No, no qué es —espetó Mason —, sino quién. ¿Nunca se ha puesto a pensar en cómo se ve a sí misma?

La joven se quedó dubitativa tomándose el mentón. ¿Que quién era? Había muchos puntos de vista.

—Dependiendo a qué te refieres. No recuerdo mi apellido. Mi número de identificación es uno-uno-cuatro. No recuerdo en dónde nací ni quiénes fueron mis padres. Biológicamente tengo diecinueve años, cronológicamente son cuarenta y dos. Para el UNSC ni siquiera figuro en ningún documento oficial o en reportes de misión, en nada, soy un fantasma, el mérito de mis misiones siempre pasa a otras personas. Para la humanidad yo ni siquiera existo, soy un mito, no saben quién soy y posiblemente no me nombren jamás. Para el Pacto solo soy el enemigo, un soldado enfundado en un traje, un objetivo, un tiro al blanco, una diana a la que deben disparar sin miramientos.

Fauve-114Donde viven las historias. Descúbrelo ahora