XVII. Si la vida te da sangheilis...

68 2 2
                                    

Una vez que salieron del planeta, la Imminent Darkness se puso en marcha. Con la Purifying Fire cerca, la prioridad de Zameer fue alejarse a una distancia prudencial para continuar invisibles como hasta entonces.

El Green Alpha se mostró huraño durante las horas que siguieron, recluidos en un rincón se reservaron a mirar a los demás con cierta molestia. Dina, por otro lado, se quedó en la cubierta de observación mirando el vacío estelar y su melancólica quietud. Ahí fuera todo estaba silencioso, frío, sólo los cometas y las supernovas interrumpían su paz. Nada se escuchaba estando inmerso en el espacio, los sonidos se ahogaban allí. La pelirroja cerró los ojos e intentó recordar qué se sentía flotar en el vacío, hacía tanto de su primera caminata espacial que olvidó cómo era que su cuerpo no pesara igual que trayendo la armadura. Los fuertes pasos de Zameer lo delataron aproximándose, el murmullo de su capa siendo arrastrada resultaba exquisito. Se detuvo junto a Dina, la espalda erguida, abrazando con la mirada el infinito que aguardaba tras el cristal.

—El silencio es cruel con aquellos que no quieren recordar —dijo Zameer sin voltear hacia ella —. Sólo los valientes aceptan su cobijo.

No obtuvo reacción alguna de la spartan, excepto por un suave suspiro de agotamiento. La sargento se quedó quieta cual estatua de sal sin mediar palabra. Zameer no se lo reprochó, entendió que Dina estaba teniendo una fuerte discusión mental consigo misma y que interrumpirla significaba sumirla en una conversación que no estaba lista para tener. Dejó pasar el tiempo mirando las estrellas. Pensando en lo duro que era tener que vivir en silencio tragándose las palabras que deseaba gritar pero que temía fueran objeto del odio ajeno. El silencio es cruel, sí. Da rienda suelta a las voces del pasado, de los errores y los recuerdos. De la conciencia.

—Tus camaradas te esperan en la cubierta superior —insistió el élite aún sin esperar una respuesta, solo obtuvo silencio. Se giró hacia ella y posando una mano en su hombro intentó consolarla —. No te culpo. Nadie lo hace. Puede que te hayas equivocado persiguiendo a ese patán pero el error es mío y sólo mío al crear ese artefacto sin saber lo que estaba provocando. Si yo...

—No hace falta tu lástima —las palabras de Dina fueron tan cortantes que Zameer retiró su mano al instante, visiblemente contrariado —, sé lo que hice. La obligación de un spartan... No. El propósito de mi existencia es proteger a la humanidad sin importar el costo, aún si ese precio es mi vida. Nos dijeron que éramos los protectores de la raza humana, pero parece que soy su demonio.

Zameer sintió una punzada en el pecho, la situación de ambos no era la mejor. Y si ella seguía victimizándose tampoco mejoraría.

—¿Quieres escuchar que tienes la culpa de todo? —dijo Zameer esta vez sin tacto, dejándole la piel de gallina a la sargento —. Bien. Te echaré en cara la muerte de esos inocentes lo que me reste de vida. Ahora enmiéndalo.

El zealot se marchó dejando a Dina con la palabra en la boca. Ella no despegó la vista del cristal, pero se quedó pensando en el regaño contundente. ¿Que qué iba a hacer para componer las cosas? No lo supo, mas si buscaba ayuda ganaría más de lo que le costaba perder su orgullo, quizá la calma que ganaría ayudaría a paliar el dolor que la estaba asfixiando. Siguiéndole el paso a Zameer lo alcanzó llegando a la zona de carga, trotó un corto trecho entre las patas de un scarab y se puso a la par del élite.

—¿Qué planeas hacer?

—Por ahora, analizar la información que Kaira extrajo de la red enemiga —suspiró el guerrero de ojos ámbar, satisfecho con el cambio actitudinal de la chica —. Necesitaremos ideas, buenas ideas si queremos óptimos resultados.

—Conozco a alguien con esa clase de ideas.

...

Más que un rotundo no, la negativa de los soldados humanos resultó ser una patada en el culo para la pelirroja. Los spartans veían claro dónde tenían puesta su lealtad, no fácilmente iban a acceder a trabajar con Zameer aún si ya no servían al UNSC. Roman dijo que siempre y cuando no se lo comieran él cooperaría, a Jackson le dio igual mientras siguiera a su sargento, pero Mason... El ODST fue cuento aparte. Desde que se topara con los sangheilis no había dejado de despotricar contra ellos y el resto de las razas a bordo, sin reparos en llamarlos de las peores formas en que los conocían en el UNSC y siendo un acto temerario considerando que estaba en una nave llena de ellos. Varias veces estuvo cerca de lanzarse sobre Zameer (por fortuna los spartans lo contuvieron) y lo mejor (en términos de sarcasmo) fue que el sentimiento parecía ser recíproco. Zameer no dejó de mal verlo ni por un instante, ni siquiera se tomó una pausa para recibir una adecuada atención médica hasta que el dolor de las mandíbulas lo obligó. Cuando llegó la hora de discutir la estadía del Green Alpha en el crucero, el zealot fue quien más se alteró.

Fauve-114Donde viven las historias. Descúbrelo ahora