Fauve-114

XII. La fiera del Black Lightning.

El incesante pitido en sus oídos le impidió concentrarse. La vista se le nubló por momentos, el sentido de desorientación fue tan grande que no le permitió ser consciente del peligro en el que estaba. Dina intentó caminar con escaso equilibrio, cerró los ojos por un momento y sacudió la cabeza en busca de espabilar. Abrió los ojos e hizo amago de correr hacia donde estaba Markov junto a los soldados sobrevivientes y el resto del Green Alpha. Disparos de lo que prometió ser un cañón de combustible, pero más potente, impidieron su paso, lanzándole de nuevo al suelo. La explosión casi la impactó de lleno, sintió que el cerebro se le revolvió dentro del cráneo, que los oídos le estallarían. ¿Cañón de combustible? Ya no estuvo segura, pero entendió que esas armas fueron diseñadas para matar spartans. Cayó de espaldas con fuerte dolor en todo el cuerpo, la nariz comenzó a sangrarle, pero eso no le detuvo de levantarse una vez más e intentar socorrer a sus soldados. Más proyectiles llovieron, esta vez Terra fue arrojada violentamente contra una pared, perdiendo la consciencia tras atravesar el muro. Sólo quedaron Dina, Clara, Caine y Dylan.

—¡SÁQUENLOS AHORA MISMO! ¡SÁQUENLOS YA! —gritó Dina a todo pulmón, no siendo capaz de oír del todo su propia voz. Los spartans tomaron a sus compañeros heridos y los arrastraron hacia el interior de un callejón angosto, fuera de esa calle donde quedaban expuestos —¡Fenix, necesitamos cobertura de inmediato! —llamó al pelican que se supone se quedó en la ciudad. El piloto no respondió, Dina pensó lo peor, que había huido, ¡que los había traicionado! Grande fue su angustia al no poder enlazar con él, angustia que se disipó al escuchar la voz del otro lado, angustia reemplazada con horror al recibir sus palabras.

—¡Lo siento, señora! También estoy siendo asediado. Están... Están por entrar al pelican y no puedo hacer nada por usted. Soy hombre muerto. Busque al teniente Dawson, dígale que fue un buen padre.

El canal perdió señal, Dina supo que el destino de ese soldado quedó más que sellado.

Cuando volvieron por los ODSTs que igualmente estaban mal, más explosiones les derribaron. Más ODSTs murieron, sólo quedaron tres. Regresaron como pudieron hacia el callejón en medio de una densa nube de tierra y humo.

—¡Sargento! ¡SARGENTO! —el grito tétrico de Dylan resonó dentro de sus cascos.

—¡Venías detrás de nosotros! ¿Dónde estás, hermano? —preguntó Caine temiendo lo peor.

—¡No regresen! ¡No regresen por mí, ya estoy muerto! ¡Me tienen!

—¡¿Quién te tiene?! ¿Dónde estás? —exclamó Clara, histérica.

Dina detectó en la pantalla de su casco la señal de alerta proveniente de Dylan, la integridad de su traje de combate estaba siendo dañada en demasía. El viento disipó parcialmente la nube de humo y a varios metros del callejón vieron a Dylan totalmente inmóvil, como una estatua. Los destellos del escudo de su armadura fueron indicativo que algo iba mal con su traje, estaba bloqueado y dejándolo encerrado dentro. Sus escudos se drenaron segundo a segundo hasta dejarlo desprotegido. Dina ya había pasado por eso, los bloqueos de armadura eran muy frecuentes para ella al tener que recibir poderosos impactos y por otro par de razones que no deseaba recordar. Pero la situación actual fue diferente. Al otro lado de Dylan estaban dos sujetos de uniforme gris junto a los cadáveres de cinco más; en cuanto vieron a los spartans pusieron pies en polvorosa. Caine les disparó por la espalda, sin embargo, ellos no eran lo importante.

—Vamos por ti, Alpha 6. Estoy entrando. 3 y 4, cúbranme hasta que lo alcance —ordenó la sargento apenas puso un pie sobre la calle. Caine y Clara le siguieron de cerca.

—¡Es una trampa, los oí hablar! Soy el señuelo. Tienen armas poderosas, nos despedazarán con todo y armadura.

—Diez metros y aproximándome —indicó Dina.