☆ Capítulo 5. Destino.

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Alba sólo pudo ver cómo sufría su madre a causa de su accidente. La rabia invadió su alma y cerró sus puños hasta que sus nudillos se tornaron blancos. Sintió que estaba perdida y debía encontrarse. Aún no confiaba en el chico que había estado a su lado, pero era el único que la podía ayudar.

Se dio cuenta de que estaba llorando cuando, involuntariamente, una de sus manos secó sus lágrimas para arrancarlas de su rostro.

Escuchó a su madre lamentarse y ella no sabía cómo pedirle perdón, cómo decirle que no tenía que echarse la culpa, pues ella no la tenía. No sabía cómo abrazarla y darle un beso en la frente.

Alba comenzó a sollozar descontroladamente. Por más que intentaba mantener la calma, los nervios le ganaban.

Sintió unos brazos alrededor de su cuerpo. Era Alex, la estaba abrazando.

—No tienes porqué llorar, ¿sí? Yo te ayudaré. Te lo prometo. —la chica, por segundos, se alivió— Alba, tú eres Inconscio. —le dijo.

—¿Eso qué quiere decir?

—Quiere decir que puedes despertar... me di cuenta cuando llegamos, pude sentirlo. En éste momento sigues viva.

—¿Sigo viva? —preguntó la morena con la esperanza en su tono de voz. Alex asintió en respuesta.

—Verás... al principio dudé en ayudarte —admitió. La chica se sorprendió un poco al escuchar sus palabras. — Sentí... no sé, ¿celos?

—¿Y eso por qué?

—Porque al menos tú tienes una oportunidad, ¿entiendes?

La chica lo hizo. Sintió pena por el muchacho y, a su vez, sintió más curiosidad por saber su historia y cómo había llegado al mismo mundo en dónde ella se encontraba.

Iba a preguntarle pero, el hecho de que una enfermera la haya atravesado por completo, la dejó en shock. Tartamudeó en busca de palabras y Alex sólo se rió.

—Es difícil —afirmó.

—Y mucho...

La joven enfermera se dirigió hacia su madre, quien estaba sentada en la sala de espera, moviendo sus piernas con sus brazos apoyados en sus rodillas mientras tenía las manos juntas. Las lágrimas no habían dejado de descender por la cara de la señora. La enfermera le ofreció un café o un vaso de agua para que se tranquilizara un poco. La mujer la miró con odio y respondió de forma brusca que sólo quería ver a su única hija despierta.

Obviamente, la enfermera no tenía culpa de lo que le había ocurrido a Alba, pero tampoco era culpa de su madre sentir lo que estaba sintiendo. Al parecer, la muchacha entendió eso, pues no le respondió de forma grosera y se limitó a sobar su hombro y prometerle que pronto recibiría noticias.

Alba se sentó al frente de su madre, aunque ésta no podía verla, una vez que la enfermera se retiró. Así permaneció durante minutos que por poco se convierten en horas. Alex no emitió sonido alguno y simplemente se sentó a esperar junto a la chica.

Después de un (largo) tiempo transcurrido, una enfermera diferente se acercó a su madre. Alba sintió una mezcla de sentimientos y creyó que su corazón se escaparía por su garganta.

La mujer de uniforme le dijo a su madre que, finalmente, la operación había finalizado. Su madre se levantó con velocidad de su asiento, ansiosa por lo que la enfermera tenía que decir.

—Verá, mi señora, la operación... finalizó bien, pero...

—¿Qué? ¿Qué es esto? —Interrumpió su madre.— ¡Qué significa 'pero'?

¿Sigo viva?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora