☆ Capítulo 11. James.

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Caminaron desde la escuela hasta la casa de James. Alba se sorprendió bastante al encontrarlo dentro, pues, obviamente, James Ryan no solía ser un chico que estaba en su casa por la tarde.

Cuando ambos ingresaron en el jardín delantero, un perro extremadamente grande comenzó ladrar. Alba se asustó un poco pero se tranquilizó al caer en cuenta de que el perro no podía hacerle daño. Giró hacia Alex para preguntarle por qué el inmenso animal le ladraba pero el chico se le adelantó diciendo:

—Ellos pueden vernos... sentirnos.

Alba sólo asintió. Pudo sentir un escalofrío cuando pensó que quizás todos los perros y cachorros que conocía ladraban a la nada porque estaban viendo a algún Morto o Inconscio.

Esquivaron a la mascota de James que, ni siquiera por un segundo, dejó de ladrarles. Después de eso, Alex y ella entraron fácilmente. Fue casi como atravesar una pared. Los chicos lo encontraron sentado en su sofá, con un plato lleno de frituras y hablando por su celular.

—Hola, John, amigo —dijo entre risas— Lo sé, lo sé.... ¡Sí! Sé que fue una lástima haber cancelado la fiesta de la semana antepasada pero yo no sabía que mis padres llegarían antes de su viaje de negocio... ¿¡Cómo querías que hiciera una fiesta con mis padres presentes, imbécil?!.. Por lo menos avisé con tiempo... Dos días antes... Está bien. Nos vemos... —colgó y se levantó de su sitio.

La chica se quedó en su sitio, sin moverse, procesando las palabras que había escuchado.

¿Dos días antes? Eso no tenía ningún sentido. Su accidente había ocurrido camino a esa misma fiesta que, por lo visto, no había ocurrido.

—Creo que ese Viernes no hubo ninguna fiesta, Alba —habló Alex, igual de extrañado y confundido.

—Me doy cuenta de eso —le respondió la morena con mal humor, mirándolo mal— No lo entiendo, Esmeralda dijo... — Alex la miró, con algo de pena reflejada en sus ojos azules— ¡No me mires así! Estoy segura de que algo más debió haber ocurrido.

—De acuerdo, está bien. Como tú digas... —le respondió el muchacho.

—Ahora que lo pienso... cómo voy a poder interactuar con él si no puede verme ni escucharme. Necesito que vea algunas señales para que me pueda responder. ¿Cómo se supone que le haga preguntas?

Alex colocó los dedos sobre el puente de su nariz. Alba se dio cuenta de que había algo que el castaño no quería decirle.

—¡Ay, ya! Está bien —dijo después de un tiempo— Se supone que no debería contarte esto —admitió. La curiosidad se despertó en la morena al instante— Existen ciertos Inconscio que logran comunicarse con los vivos.

—¿Yo no puedo hacerlo?

—No sin práctica. Y nadie te ha enseñado, pero conozco a alguien que puede hacerlo.

—¿Quién?

—Primero debemos volver a nuestro mundo.

●•●•●•●•●•●•●•●

Una vez que llegaron, Alba notó que el lugar ya estaba completamente decorado. Era 28 de Diciembre, pronto sería Año Nuevo.

—Espera aquí —dijo Alex.

—¿A dónde vas?

—¡Sólo espera! Iré a buscarla.

—¿Buscarla? —preguntó, pero el chico no pudo escucharla.

Alba se sentó en un banco rojo cerca de una hermosa fuente floreada. Esperó por unos cuantos minutos hasta que su vista se topó con la imagen de Mery. Ella estaba colocando más flores en el lugar.

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