Capítulo 11

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Ten

Lo primero que noté cuando llegamos a la tan mencionada pizzería, era que todo el mundo conocía a Cath, y apenas cruzamos la puerta de entrada, un comité de bienvenida de meseras se acercó a preguntar sobre, bueno, sobre mí. Un par de camareras de diversas edades la tomaron por el brazo y la alejaron unos pasos, pero el lugar estaba poco concurrido y podía oírlas desde mi sitio.

—Es caliente, ¿Cuanto tiene?— preguntó la que parecía mayor que las demás, echándome una mirada sucia que fingí no notar.

—Como diez años menos que tú, Elsa.— se burló Cath, tranquilamente.

—¿Es latino? Parece latino. ¡Sabes cómo me ponen los latinos!— dijo una más joven y estoy seguro de que Cath puso los ojos en blanco en ese momento, incluso sin verla ya que estaba de espaldas a mí.

—Parece que es del país, y aunque fuera latino...

—Es cantante, te das cuenta por la forma en la que usa la camisa, y sus manos, grandes, con dedos largos que te hacen pensar en decenas de cosas sucias mientras canta una canción con su voz profunda, tocando su reluciente guitarra con sensualidad.— dijo la pelirroja pequeña y me eché un vistazo a mí mismo. Entonces, ¿Eso era lo que veían las chicas cuando me veían? ¿Un cantante cuarentón latino?

—Por dios, primero, dejen de fantasear con él, ¡Ya está tomado! Porque, bueno, estamos como juntos, o algo así.— dijo Cath, acariciándose el cabello, como nerviosa.— Segundo, estoy segura de que él puede oír todo lo que dicen, lo que me lleva a lo tercero, él no es nada de eso y quizás quieran que se lo presente, amigablemente, siempre y cuando sean gentiles, no coqueteen y cuarto...

—¿Neil ya lo sabe?— preguntó la rubia que creía que era latino y mis hombros se tensaron al oír ese nombre de nuevo. Así que, ¿Estas chicas lo conocían?

Cath miró sobre su hombro hacia mí, con una sonrisa tensa y pronto regresó su mirada al frente.— No, y creo que puede vivir sin saberlo.

—Yo creo que lo va a saber antes de lo que quisieras.— se burló la más grande y Cath susurró algo que no logré oír antes de echar a sus compañeras y regresar hacia mí.

—Lo siento por eso, es que, solía trabajar aquí y ellas eran mis compañeras.— explicó, tomándome del brazo para guiarme hacia unos cubículos junto a la pared, que tenían cristales casi por completo y se podía ver hacia afuera.

—Oh, y supongo que aquí también tu jefe te enviaba flores con tarjetas románticas.— solté, sin poder evitarlo e intenté fingir indiferencia mientras tomaba el menú.

—Si, de hecho, no solo flores, también chocolates y peluches.— replicó Cath, con el tono amargo que había usado antes de la ducha, y que no me gustaba oír en su hermosa voz. Me sentí como un idiota astronómico por los celos que salían sin pedir permiso, arruinándolo todo.

—Lo siento,— gruñí en voz baja y Catherine, ignorándome, habló al mismo tiempo.

—Voy a querer una con extra queso, ¿Tú qué dices?— preguntó y observé el menú sin verlo en realidad. Estúpido, estúpido, estúpido.

—Lo mismo.— murmuré, y extendí mi mano por la jarra de agua en medio de la mesa. Catherine sujetó mi mano, en cambio, y elevé mi mirada para verla con una sonrisa triste en sus labios.

—Mira, Tennessee, lo siento. Es sólo que no estoy acostumbrada a escenas de celos constante que no sean de parte de... alguien más.— apretó mi mano y su sonrisa se endulzó más.— No me dejes arruinar nuestra primera cita, Tennessee...

Basado en Hechos Reales [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora