Capítulo 6

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Cath

Acomodé la falda que llevaba puesta mientras me ponía de pie y caminé directo hacia la puerta, donde un par de mujeres acababa de entrar a la librería, señalando emocionadas una estantería con los "recién llegados".

—Bienvenidos a "Un libro abierto", ¿Puedo ayudarlas a encontrar algún libro en especial o puedo recomendarles las joyitas de la semana?— pregunté con una sonrisa y una de las chicas me sonrió de regreso, la emoción prácticamente emanando de esa sonrisa y los nervios tenían un sitio especial en su mirada.

—Hola, oímos que aquí tenían copias de "El último héroe" autografiados, ¿Aún les queda de esos? ¿Sería posible conseguir dos copias?— preguntó una de las chicas, con la ilusión goteando en cada una de sus palabras y una ola de orgullo me recorrió el cuerpo.

—Bueno, iré a fijarme en el depósito si quedan, y estoy segura de que lo hacen. No tardaré.— le aseguré y ésta se lo transmitió a su amiga, lo que las hizo saltar en su sitio de emoción.

Mis mejillas se pintaron. Cosas como esas (ver personas emocionadas por lo que yo escribía, comprando mis libros, la dicha de las fanáticas) me hacían sentir orgullosa de mi trabajo como escritora, y me hacía sonrojar saber que yo (mi trabajo) significaba tanto para otras personas.

Busqué dos copias de mi libro de la caja con los ejemplares en el depósito y saqué el bolígrafo del bolsillo de mi camisa para firmar las primeras páginas.

—¡Catherine!— la sorpresa casi me hizo arruinar la firma pero detuve mi mano justo a tiempo, afortunadamente, evitándolo. La mirada tóxica de mi compañera de trabajo, una con más antigüedad y con la que ya había tenido algunos roces, no pude evitarla, sin embargo.— ¡Arruinando la mercancía! Sólo espera a que Adam lo sepa, se lo diré ahora mismo.

Como una niña acusando a otra, Helena salió corriendo del depósito y yo tomé los dos libros antes de salir detrás de ella. El punto de tener un seudónimo era para no tener que revelar mi identidad, tanto a las buenas personas (fanáticos, a los que a veces lamentaba no poder decir Soy quien ha escrito ese libro y, sí, estaré a gusto de firmarlo cuando los oía desear un autógrafo) como a las malas, que buscaban oportunidad de aprovecharse de mí. Helena era del tipo que sería capaz de chantajearme y tenía que hablar con Adam, el dueño de la librería, para que entendiera la situación. Incluso si eso significaba admitir mi identidad como escritora.

—Aquí tienen, el joven en la caja les cobrará. Disfruten la lectura.— dije a las clientas que esperaban las copias y ellas lo comprobaron antes de ir hacia la caja registradora.

Corrí a la puerta junto a la del depósito, a la que llevaba a la oficina de Adam y subí las escaleras a prisa, entrando al ver la puerta abierta y a Helena quejándose.

—...está dañando la mercancía, para luego fingir que están defectuosas y regresarlos, y quedarse con el dinero, o con las copias nuevas para revenderlas.— comentó Helena y puse los ojos en blanco. Ella fácilmente podía escribir algo de ficción si pudo sacar esa mentira de ningún sitio en especial.

—De acuerdo, Helena, ¿Por qué no dejamos que Catherine nos cuente su versión de los hechos?— dijo Adam y Helena me echó otra de sus miradas venenosas.

Esto, en realidad, no era sobre los libros o sobre mí arruinando la mercancía. Esto era sobre Helena siendo rechazada por Adam en la fiesta de navidad, y de Adam besándome bajo el muérdago. Algo así como un "Cupído Secreto" en lugar de un "Santa secreto" que acabó revelándome que mi joven jefe estaba interesado en mí.

—Sólo puedo hablar contigo, a solas, Adam.— murmuré y Adam se puso de pie.

—Bueno, Helena, gracias por tu compromiso con la tienda al venir a reportar este incidente, puedes retirarte.— dijo Adam, señalando con la mano hacia la puerta abierta junto a la que yo estaba de pie. Helena obedeció, saliendo mientras echaba humo y yo solté el aire que no sabía que contenía, cerrando tras ella y caminando hacia Adam para sentarme frente a su escritorio.— Ahora, Catherine, dime ¿Qué has estado haciendo?

—Bien, comencemos por lo importante. No levantes la voz, pues Helena podría estar oyendo tras la puerta.— murmuré y Adam soltó una suave risita.— Segundo, lo que voy a decir es de carácter confidencial y no puede salir de esta habitación.

—Eso sólo ocurrirá si lo creo adecuado.— dijo Adam, volviendo a sentarse y entrelazando sus dedos, con los codos apoyados sobre el escritorio, preguntó.— ¿Helena mentía?

—Sí, bueno, no... Yo sí escribí en algunos libros.— confesé, y las cejas de Adam volaron hasta el nacimiento de su cabello rubio, por la sorpresa.— ¡Pero no para algún tipo de fraude! Mira, la verdad es... Que... Yo... ¿No has notado que las ventas han aumentado esta semana?

—A decir verdad, desde que el nuevo libro de C. D. Laine se lanzó, sí, las ventas han aumentado. Pero, ¿Qué tiene que ver eso?

—Yo... Estuve autografiando algunos libros, la voz se corrió y de pronto todo el mundo quiso llegar a la única librería que poseía una señal de existencia de la escritora fantasma que nadie conoce. Todo el mundo quiso llegar por un libro a la tienda desde donde salían autografiados.— murmuré rápidamente y Adam me observó con seriedad aferrada en sus rasgos.

—Catherine, me gusta que la librería tenga sus ganancias. Era lo que quería lograr cuando papá me cedió la tienda, pero estás engañando a las personas, a nuestros clientes, y eso no lo puedo permitir. No puedes falsificar una firma sólo para...

—No, no, no, Adam, ¿No lo entiendes? No estoy falsificando una firma, yo soy C. D. Laine. ¿Entiendes? Catherine Duphon, Laine es el apellido de mamá...— expliqué y el rostro de Adam se iluminó en conocimiento.— Pero no puedes decirle a nadie, porque ya que lo que escribo se basa en situaciones reales y experiencias personales, las personas creen que pueden conseguir dinero fácil a mi costa con demandas.

—Espera, ¿Tú eres C. D. Laine?— preguntó como si no lo creyera y asentí con la cabeza.— Vaya, eso es increíble... Entonces, la historia de la bibliotecaria y su supervisor, ya sabes, "Entre páginas", ¿Se trata de...?

—¿Leíste mis libros?— la voz se me atoró en la garganta por nervios y mis mejillas ardieron en rojo, ya que "Entre páginas" tenía como protagonista a una bibliotecaria que recibía un beso de su supervisor en San Valentín, el cual se ajustaba muy bien a la descripción de Adam y que le confesaba su amor (pura ficción, lo prometo) y... Bueno, mis libros eran de romance erótico, quizás bastante más románticas.— Yo, sólo... Sólo es ficción, Adam.

—Lo sé, por desgracia, lo sé.— dijo con un suspiro, poniéndose de pie y yo hice lo mismo, sin poder creer que finalmente había confesado mi identidad.— Puedes irte, estás autorizada a no dar explicaciones a nadie, y si no es mucho pedirlo, deja algunos ejemplares firmados, por favor, para que no tengamos compradores insatisfechos.— bajo su voz mientras se acercaba a mi lado.— Y gracias por hacer esto por la librería, ¿Puedo hacer algo por ti? ¿Como recompensa?

Su ofrecimiento dejaba a la luz algo más que inocente amabilidad y, seamos sinceros, Adam era un buen material para pareja: buena figura, muy masculino, responsable, dueño de la empresa familiar, postura de macho alfa, rostro de modelo. Pero yo había establecido la regla de no mezclar negocios con placer (o amor) y, salir con mi jefe rompía esa regla en niveles catastróficos.

—Puedes comprar cápsulas de mocca para la cafetera de abajo.— le sonreí y Adam reconoció mi gentil rechazo, entregándome una ligera sonrisa.

—Dalo por hecho, Cath. Ahora, vete a trabajar.

—Sí, señor, gracias por guardar el secreto.— dije, sonriéndole mientras él me acompañaba hasta la puerta.

—No, gracias a ti, Cath.— murmuró, abriendo la puerta para mí.— No sólo por los libros, sino por alegrarme los días con cada una de tus sonrisas.

Como si pensar en el libro que había escrito inspirada en nuestra situación no hubiese sido suficiente, Adam me decía eso como si nada. Roja como un tomate, salí fuera de la oficina y directo a mi puesto, donde más personas estaban allí por más libros.

Respiré profundo, Hay que ganarnos el día, y me acerqué a ellos.

—Bienvenidos a "Un libro abierto", ¿Puedo ayudarlas a encontrar algún libro o recomendarles las joyitas de la semana?

Basado en Hechos Reales [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora