Capítulo 3

598 51 0
                                    

Ten

Mi "milagro" era una cosita bastante particular. Tímida, con un deje de inocencia, bastante rarita. Quiero decir, rara, pero en una forma bastante adorable. Pedirme mi identificación por si era un asesino, pff, ¿Quién le había inculcado eso?

—¿Te puedo invitar un trago, entonces?— pregunté, mientras guardaba mi billetera en mi bolsillo trasero de nuevo. Cath agitó la cabeza de un lado a otro, dejando su trago en la barra.

—No, yo...— movió su cabeza de nuevo.— No soy buena bebiendo, ¿Quizás un café?

—Mala bebedora, ¿Eh? Si fuera un secuestrador, ya sé como hacer que te duermas.— bromeé y la risita que soltó me hizo sonreír como un bobo. Genial, amigo, lograste que riera.— Vamos, hay un café a una calle de aquí.

—Y, supongo, que también habrá brownies.— dijo, poniéndose de pie tímidamente. Su mano fue directo a su muslo para bajar su vestido y mi mirada se perdió allí también, a las piernas firmes y largas que ella tenía. Creo que la vi durante mucho tiempo, porque ella se aclaró la garganta y levanté la mirada para encontrarme con sus mejillas rojas.

Pequeña cosita tímida.

—Claro, Cath, yo invito.— dije, y puse mi puño contra mis caderas luego de ponerme de pie. Cath se sujetó de mi brazo, apretando un poco de más mi bicep.

—Uh, gimnasio, ¿Quiero suponer?— preguntó, dejándose guiar fuera de la disco. Apreté mi brazo un poco más, para hacerlo resaltar y ella soltó una pequeña risita.

—Sí, además del trabajo, bastante trabajo con cosas pesadas.— dije y ella alargó un Uh impresionado. Sólo esperaba que no me pidiera detalles, no quería decir que mi trabajo era en una tienda de flores y plantas.

—Bueno, si ese trabajo te paga lo suficiente como para invitarme a comer pastel, para lo que vas a necesitar bastante dinero, lo apoyo.— dijo con una risita, y yo eché un vistazo hacia ella mientras salíamos.

La fresca noche hizo volar su cabello y me soltó, sólo para abrazarse a sí misma. Como el gran caballero que soy, me quité mi chaqueta y la puse sobre sus hombros. Normalmente, las chicas sólo la dejaban ahí, sosteniéndola como una idiota capa. Este chica, sin embargo, metió sus manos en la chaqueta y se la cerró por completo.

—Oh, mi héroe.— dijo, un tanto dramática y sólo solté una carcajada ante su tonta cara de impresión.

Caminamos hasta el café lentamente, ella contándome que había ido a beber algo con su amiga, pero que ella siempre se iba antes porque, bueno, conseguía que "la llevaran". Yo le conté que había venido con mi mejor amigo y su novia, pero que él le había propuesto matrimonio y se habían ido.

—¡Los oí! ¡Creí que ese sujeto era el último héroe que las mujeres teníamos!— rió, agitando su cabeza en una risa silenciosa. Le abrí la puerta del café y ella me sonrió en agradecimiento.

—Entonces, me conociste.— le dije y me dio la razón mientras nos sentábamos en la barra. Una chica se acercó a atendernos y le sonreí.— Un café negro, y la dama quiere...

—Una malteada de chocolate, con caramelo y chispas. Tres brownies de chocolate, un trozo de pastel de arándanos y dos pastelitos de crema.— bajó el menú, complacida y la quedé viendo con la boca abierta. Nada particular.— ¿Qué?

—Oh, no, nada, es que... Ya sabes, las chicas suelen ser Oh, no, no comeré eso, ¿Sabes cuantas calorías tiene eso?— hice más aguda mi voz y ella sólo soltó una carcajada.— No, en serio, es hermoso ver a alguien tan segura de sí misma que no le importa lo que come.

Basado en Hechos Reales [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora