Capitulo 21

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Aún con la sorpresa y el shock de todo lo que estaba viendo, en mis ojos se asomaron las lágrimas. Parpadeé rápidamente.

Todo estaba hermosamente adornado. Había telas blancas enredadas en los árboles, y pequeñas luces blancas sobre las hojas. Mi boca se abrió levemente al ver como todo el patio estaba adornado de rosas blancas. Y había una silla de madera en el pasto. ¿Cuánto tiempo le había costado todo esto?

Entonces sentí su respiración sobre mi cuello. Sus fríos y suaves labios besaron mi mejilla, para luego colocar en mí cabeza una corona de flores. Lo toqué, impresionada, y me volteé para mirarlo. Tomó mi mano suelta, y lo miré.

—Sígueme.

Caminando a la par, e intentando no caerme con los tacos, nos paramos en el medio de toda la escena, y luego me hizo sentarme. Él, con una sonrisa, se agachó. Lo miré a los ojos, sentía como estos me brillaban.

—¿Hiciste todo esto? ¿Por mí?

Me miró con una sonrisa.

—En realidad, para ambos —mantuvo la sonrisa- es algo que quise hacer hace mucho tiempo.

Lo miré intrigada.

—¿Y eso?

Entonces, buscó en el bolsillo de sus vaqueros, y sacó una pequeña caja. ¿Me había comprado un regalo? ¿Además de todo esto? Son muchas emociones en poco tiempo. Abrió la pequeña caja, para dejar a la luz un pequeño anillo. No sé exactamente de qué era el material, pero sólo tenía un pequeño diamante circular y facetado. Lo miré, impresionada. Pero antes de poder decir algo, él habló.

—Éste fue el anillo con el que mi padre se le propuso a mi madre. El anillo con el que ambos se casaron. Y quiero... quiero que tú lo tengas. Quiero regalártelo.

Él tomó mi mano izquierda, pero aún no puso el anillo. Lo seguí mirando atentamente.

—Pero también, con él, quiero pedirte que seas mía, y yo ser tuyo. No podemos casarnos, pero me gustaría poder jurarte mi amor para siempre, y tú, si es que lo sientes, a mí. ¿Aceptas?

Mis ojos se bordearon de lágrimas. Obvio que quería jurarle mi amor. Pero, ¿estoy lista para esto? Es prácticamente estar casada sin un papel que lo certifique. El compromiso nunca estuvo, ni estará en mis planes. ¿Era todo esto necesario? Sin embargo, no puedo negar que es una idea totalmente tentadora. Lo amo con toda mi alma y estar con él el resto de mi vida es lo único que anhelo en este momento.

No pude responderle. Las lágrimas brotaban una por una desde mis ojos, sin embargo, no hacía ruido. Eran silenciosas, pero que mostraban mi seria frustración sobre esto. Sólo pude asentir, y el anillo frío se deslizó por mi dedo anular. Y yo, apretujé mis ojos, parando las lágrimas. Luego, lo miré a él para luego mirar mi mano izquierda adornada por el diamante. Sonreí, sin creer que esto sucediera algún día.

Me hizo ponerme de pie, poniendo su mano en mi cintura, apegándome a él. Y fue como si sólo hubiera dejado de respirar. Me miró como si sus ojos celestes estuvieran quitándome el alma... de una buena manera. Sonreí, y él miró hacia el piso, para luego mirarme y soltar una carcajada. ¿Qué estaba mal?

—Creo que es hora de regañarte —sonrió- ¿qué son esos zapatos?

—Son de mi madre —respondí-

—¿Y qué con los que te he comprado?

Entonces, sonreí torpemente. Me fijé en el ropero y simplemente no estaba ahí. De seguro seguían en la bolsa, en algún rincón de mi habitación.

—¿Me crees si te digo que simplemente me olvidé de su existencia? —solté una carcajada graciosa- Incluso, aún deben estar en la bolsa. Si sólo me hubieras hecho acordar, me los hubiera puesto. Pero, siéndote sincera, en un momento especial como este, prefiero los de mi madre. Y no me arrepiento de habérmelos puesto. Son especiales, como ella.

Los Ojos de Mi PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora