Dia 1.

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El amor y la fe son inseparables. Se complementan entre sí. (GG, 16)

He despertado sola, en esta enorme cama, a pesar de que estar en plena primavera la habitación se mantiene  fría, tú recuerdo está anclado a mi cabeza, me hace creer que aún sigues aquí.

Ya no hay a quién le dedique mis noches en vela, a quién le diga que lo quiero, a quién pueda abrazar para calmar mis miedos, o con quién pueda reír hasta que me duela el estómago.

En términos simples, no estás. He pensado si por tu mente ha pasado la palabra "volver".

¿Qué pasó con ese "nosotros"? Esa palabra que tanto nos pertenecía, y nos caracterizaba.  Lo dejamos ir en tan solo fracción de segundos.

El cuerpo me duele, no puedo moverme sin sentir punzadas por todo mi ser, quizá sea porque fui a ese bar que también hicimos nuestro.

No obstante hay un dolor profundo dentro de mí que desde anoche intenté quitar con un analgésico, pero no quiere irse.

Te sonará absurdo pero respóndeme ¿Cómo quitas un dolor del corazón?, Ya sé, estoy ocupando un mal concepto, pero nadie te explica cuál es el diagnostico ante un malestar que quema, que no te permite dejar de llorar, que te mantiene sin dormir.

¡Quiero que esto se detenga ya! No puedo seguir aferrándome a recuerdos desteñidos.

El alcohol no fue suficiente para aliviar ese pesar, al contrario, sólo dejó un ardor en mi garganta que aún persiste  esta mañana.

Recuerdo sentirme triste, con el rímel bajo mis ojos, sentada en un banco rojo, mirando bailar con euforia a las personas, bebiendo, riendo, y disfrutando su alegría. No suelo tener envidia, pero verlos tan felices me hizo querer hacer algo para que sintieran la misma melancolía.

Yo sostenía un vaso atiborrado de licor tratando de ahogar mi sufrimiento, se acercaban a mí ofreciendo ayuda, algunos con postura jactanciosa pero me negué al deseo constante de ceder ante gestos pasajeros.

Nadie en toda la noche logró acelerar mi corazón ni sucumbir mi alma, nadie logro sacarte de mi mente, quise dejarme seducir, al final de todo sólo sería una noche, un par de coqueteos y un par de besos.

Pero nada fue suficiente, cada chico que se posaba en el banco posterior imaginaba que eras tú, sin embargo con ninguno me sentí bien, unos eran demasiado melosos, y otros bastante sarcásticos para mí gusto.

Fue un trago tras otro; vi el cambio de turnos de los bartender, ambos me miraron con compasión preguntándome si deseaba que llamaran a mi casa para que fueran a recogerme, aunque hubiera accedido nadie respondería; mi cabeza estuvo todo el tiempo recargada en la barra, mi mirada tenía dirección hacia la entrada, esperando que entraras con ese aire de superioridad tan característico de ti.

No llegaste, claro ¿Cómo ibas a saberlo? Nadie sabía mi paradero, ni mis amigos, ni mi familia, ni la tuya, quizá imaginé que podrías utilizar tu intuición e ir a rescatarme de ahogarme con alcohol, pero no sirvió de mucho pensarte toda la noche si no pude convocarte con el pensamiento.

He perdido el juicio, las ideas revolotean en mi cabeza, las preguntas dan vueltas una y otra vez.

¿Por qué acabó así tan rápido? ¿Por qué no luchamos más? ¿Por qué decidiste rendirte? ¿Por qué tomamos el camino más fácil?

Recuerdo un día mirando el televisor escuché en un programa que alguien comentaba lo siguiente "Sí le estas preguntando si te ama y este chico duda en responder, no es amor de verdad", inmediatamente te llamé y ni siquiera saludé, solo me limite a hacerte una pregunta "¿Me amas?", la respuesta fue inmediata, un "claro" se escuchó del otro lado de la línea.

No quedé convencida, pero en ese  momento me pareció suficiente, algo me carcomía por dentro,  no sabía que estabas mintiendo. Meses después recordé que aún me seguía sintiendo incomoda con la pregunta, me atreví a hacerlo frente a frente, pensé que quizá no podías engañarme mirándome a los ojos. Pero me equivoqué, te creí, como la chica ingenua que siempre fui.

Tus acciones se volvieron frecuentes, cada mes era lo mismo. Me pedías tiempo, te marchabas con otras personas y me olvidabas para posteriormente volver, besarme y destruirme. Intenté alejarme, pedí ayuda, pero tu volvías siempre con más intensidad, con más mentiras y promesas.

Me estaba volviendo paranoica, siempre andaba con la preocupación de que estuvieras con alguien más, de que amaras a alguien más, de que tal vez no me respondías los mensajes porque ya habías conseguido alguien mejor para platicar.

La despedida fue trágica, dramática, triste y melancólica así como las reflejan en las películas, prometí no olvidarme de ti, prometí que aunque alguien más apareciera en mi vida no ibas a salir de mi cabeza, que jamás iba a dejar de quererte, han pasado dos semanas y eso sigue en pie.

El último tiempo contigo fue fugaz, parecía que el reloj de la estancia no podía detener sus manecillas, me hubiera gustado que durara una eternidad, ese beso fue diferente, se sentía como un adiós.

Quería que te quedaras, que nos diéramos una última oportunidad, que me pidieras estar contigo para cumplir tus metas, sin embargo tus palabras  fueron crueles pero a la vez acertadas, me hicieron darte la razón, dijiste que debíamos de encontrar alguien más, que el significado del amor se había perdido en nuestras manos.

Me estoy imaginando un sinfín de posibilidades para responder mis preguntas pero ninguna concuerda, tal vez el amor se acabó muchísimo antes de todas estas escenas, pero jamás pudimos darnos cuenta, tal vez por la presión social, o quizá por que no sabemos estar solos.

Quiero salir, quiero correr, quiero gritar, quiero quitarme este sufrimiento con lo que sea, no puedo seguir así, me duele cada suspiro, mi alma se esta quebrando.

Los latidos de mi corazón no están siendo suficientes para mantenerme viva, los suspiros son más constantes y las lágrimas no quieren parar. Por favor llama otra vez, un último mensaje, una señal de que esto no ha muerto todavía, de que tú aún me quieres, de que no te has olvidado tan pronto de mi, aunque sea llama para devolverte tus cosas.

Búscame y abrázame, no me dejes ir, por favor.

Necesito salir a encontrarte, necesito una explicación lógica, necesito verte por última vez,  aunque sea para saber cómo estas porque no te he visto, no te he hablado, no tenido señales de que sigas con vida, han pasado exactamente 14 días, no se sí pueda con más por favor solo déjame verte por última vez.

He tomado la decisión de escribirte cartas para mitigar el amor que tengo, igual tal vez nunca las recibas, pero lo hago para poder olvidarme de ti, se me hace imposible hacer cosas básicas, me la paso llorando, en el colegio, en mi casa, en mis actividades extras, todo el día estoy triste.

Esta es mi primera carta, y a pesar de que en clases nos enseñan cómo escribir una, no sé de qué manera despedirme, sin más que decirte por hoy. Espero seguir escribiéndote mañana.

Con amor, yo.

𝑻𝒆𝒏𝒈𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒊𝒓.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora