8. Asómate a la ventana

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Anne sacó las fuerzas suficientes para salir del coche y caminar sin mirar atrás hasta entrar al bar. Cruzó la puerta con una sonrisa plasmada en su cara y enseguida se puso a trabajar. Estaba de humor.

¿Cómo no iba a estar de humor? Había vuelto a besar a Zayn Dixon y la sensación había sido igual o mejor que la primera vez que se besaron.

Como era de esperar, todo el enfado acumulado de su última conversación había desaparecido por completo. Anne atendió a toda la gente que estaba por el bar, contenta por lo que había pasado en el coche pero desgraciadamente su felicidad se vio interrumpida demasiado pronto. Observó cómo Nathan hablaba justo en la puerta de la cocina del bar con su madre. Amy había vuelto.

En ese momento su madre giró la cabeza y vio a su hija. La saludó felizmente con la mano y a Anne no la quedó más remedio que acercarse.

“Hola mamá” dijo cuando llegó hasta ellos.

“Hola cariño” la dijo esta besando su mejilla. “¿Cómo estás?”

“Bien, todo bien por aquí. ¿Tú, cómo estás?”

“Maravillosa, radiante” dijo sonriendo. “¿No me notáis diferente?” dijo mientras giraba sobre sí misma para que la observaran. Ambos hermanos se quedaron sin saber que decir.

“Amm, sí mamá, te ves estupenda” dijo Anne.

“Sabía que lo notaríais. Peter me ha llevado a un spa. Te hacen maravillas.”

“Eso es genial mamá” dijo Nathan. “¿Por qué no subes a casa? Debes estar cansada.”

“Qué razón tienes hijo mío” dijo tocando su mejilla. Después se despidió con la mano y desapareció escaleras arriba.

“¿Crees que el tal Peter ese…?” comenzó Anne.

“No me fio ni un pelo de ese tipo” dijo Nathan aun mirando por donde había desaparecido su madre.

“Pero parece que está mejor, ¿no crees?” dijo Anne. “Hoy no ha venido oliendo a alcohol, quizás ese Peter haya hablado con mamá y…”

“No lo creo Anne” suspiró este mirando a su hermana. “Solo nos queda esperar, aunque presiento que será otro de los hijos de puta que se juntan a mamá porque sí”

Anne solo suspiró y se dio la vuelta para volver a atender a la clientela. La madre de Anne, desde que su padre murió, siempre tuvo muy mala suerte con los hombres. Como siempre estaba borracha no sabía ni con quien se juntaba. Quizás ese Peter era diferente y haría entrar en razón a su madre, aunque lo dudaba mucho, había perdido la esperanza de que eso algún día sucediera. Antes, cuando su madre les hablaba de algún hombre, se agarraba a la idea de que este haría cambiar la vida de su madre pero lo único que conseguían era estropearla más.

Su madre estaba enferma, el alcohol la estaba destrozando tanto por fuera como por dentro. Por no decir su cabeza, cada día que pasaba la perdía un poco más. Nadie podía decirle nada malo sobre los hombres con los que salía porque si no allí se formaba la Tercera Guerra Mundial. Amy ponía por delante a esos hombres que a sus hijos. Sin dudarlo. Problemas de su enfermedad.

Anne acabó de limpiar la última mesa que le quedaba y subió a casa.

“Hola mamá” dijo sentándose a su lado en el sofá. “¿Quieres que te prepare algo de comer?” la dijo.

Amy apartó la vista de la televisión por un segundo y se centró en su hija.

“Eso estaría genial Anne cielo. Tu mami se muere de hambre” dijo y volvió a prestar atención a la televisión.

I would die for youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora