Además, la policía y la inteligencia colombiana las habían presionado mucho desde que John Jairo, como otros jóvenes del barrio, se había hecho guerrillero. Una historia recurrente en algunos barrios humildes de Colombia. Tras la muerte del viejo profesor, el hermano mayor, heredero de la tradición marxista de su padre, se había alistado en el Frente 43, en el Bloque Oriental. Ella buscó consuelo en la ciencia; John Jairo, en la venganza. Evidentemente, Álex tampoco podía pedir ayuda a la policía. Estaba sola.
Solo cuando decidió que no había ninguna amenaza inmediata comenzó a caminar hacia el Departamento de Química del campus. Despacito. Observando todas las caras que se cruzaba. Sintiendo un sobresalto cada vez que detectaba un rostro que no le era familiar, o cuando su mirada se topaba con otra. Qué difícil le resulta controlar la paranoia al que se sabe perseguido.
Al llegar al edificio marrón y blanco del Departamento de Química, que pedía a gritos una reforma urgente, subió los diez peldaños y se detuvo de nuevo ante la gran cristalera de la entrada. Allí volvió a girarse. Contempló la explanada, por la que circulaban docenas de estudiantes y profesores. Se detuvo un instante en cada uno de ellos intentando localizar alguna señal de amenaza. También observó a los pequeños grupos que charlaban en algunos de los bancos de cemento que rodean el edificio, y a los recostados en el césped. La mayoría eran compañeros de química, o de otras facultades. Rostros familiares.
Sin poder evitarlo, alzó la mirada al otro lado de la plaza Jaime Garzón. Justo enfrente del Departamento de Química se erigía el edificio de Ciencia y Tecnología y las aulas de Ingeniería. Allí estudiaba Carlos Alberto. Y la imagen del sicario golpeando su cráneo con un martillo de carpintería volvió a materializarse en su retina. Quiso llorar, pero no encontró lágrimas. La rabia, el miedo y la indignación competían enérgicamente con la tristeza en su corazón. «Huevón, cómo has podido meterme en esta vaina sin advertirme del peligro que corría?», pensaba. Ahora era la testigo de un crimen. No podía recurrir a la policía, ni tampoco compartir con nadie su angustia, porque hacerlo implicaría compartir la amenaza. Lo cierto es que estaba sola.
Entró en el edificio y fue directa al laboratorio. Caminaba concentrada, observando todos los detalles. Había recorrido aquellos pasillos miles de veces durante los últimos años, antes incluso de matricularse como estudiante oficial del campus, aunque nunca antes se había sentido amenazada en ellos. Se cruzó con varios compañeros, pero no les devolvió el saludo.
Al llegar al laboratorio principal, se detuvo un instante en la puerta del pasillo norte y echó un vistazo. Todo parecía normal. Las grandes mesas repletas de instrumental. Al fondo, al lado de la puerta sur que daba acceso a los pasillos de la otra ala del edificio, la pizarra llena de fórmulas químicas. A la izquierda, las ventanas que daban al patio. A la derecha, las estanterías de productos químicos. Detrás, las taquillas de los alumnos.
Cruzó la enorme sala rodeando las mesas de trabajo y se acercó a su......

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Operación princesa
Misteri / ThrillerUna mujer vejada, un sistema corrupto, una venganza implacable. Ojo no es mi historia, es de mi autor favorito :))