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Llegue a la escuela junto con Lily que estaba esperándome en la entrada, ella empujaba mi silla, íbamos directo al salón.

Y entre los pasillos pude ver una cabellera rubia y un tanto larga, en seguida reconocí de quién era.

— Lily —dije. Ella se inclinó a mí.

— ¿Qué? —preguntó.

— Llevame con esa chica que está de espaldas —señalé—, por favor, ya te explico.

Lily se encogió de hombros y me llevó hacia la chica, Lily toco su hombro y ella volteo confundida, al verme soltó un pequeño gritó.

— ¡Samantha! —gritó y se inclinó a abrazarme— Iba a buscarte.

— Sí, bueno... —dije nerviosa— ¿Por qué desapareciste?

— Porque mi abuela enfermó, tuve que irme con mi familia al pueblo de ella —explicó.

— ¿Por qué no me avisaste? —pregunté.

— No tenía tu número, mi celular se perdió y perdí todos mis contactos. Vine de vacaciones, y quise venir a verte, estaba viendo los horarios que están ahí pegados para ver dónde estarías.

— Me da mucho gusto verte —dije sonriendo—, mira, ella es Lily, mi novia —dije señalando a la pelirroja que en seguida saludó a la rubia— Lily, ella es Diana.

— ¿Novia? —preguntó divertida— Me voy y tú te haces de una novia, eh.

— Bueno, no podía quedarme sola —dije bromeando, ambas reímos.

Después de charlar con Diana, intercambiar números y hablar aún más, ella se despidió, prometió que me visitaría más seguido, yo tenía la esperanza de que así fuese.

  ...

Después de pasar las clases con rutinaria normalidad, llego el primer descanso, Lily fue a comprar la comida, como siempre y yo me quedé pensando en cómo podría ser la vida de curiosa.

Diana volvió y Lily habla de su tumba ecológica. Aunque admito que lo más hermoso del momento fue que ella aceptará que me quiere para siempre.

Lily volvió unos minutos después y me dio mi almuerzo.

— ¿Por qué no me dijiste de la fiesta de Cinthia? —preguntó. Abrí mis ojos y trague el bocado que traía.

— Creí que no querrías ir —dije siendo sincera—. ¿Quién te dijo?

— La novia de Cinthia, me saludó y me invitó; me comentó que tú le habías dicho que yo no querría ir. ¿Por qué hiciste eso? —preguntó.

— Sí, bueno... —dije nerviosa— No nos hablábamos y supuse que no iríamos juntas.

— Para la próxima tienes que avisarme, boba —dijo dando un pequeño apretón en mi nariz—, porque sí iremos.

— ¿Qué? —pregunté sorprendida.

— Lo que oíste, así que tenemos que ir viendo que lleváremos, debemos ir súper perras —dijo. La miré atónita y ella comenzó a reír—. Es una expresión —explicó—, significa que debemos ir bien vestidas.

— Ah... vale —dije entre risas.

  ...

Lily llegó de sus entrenamientos de voleibol y en seguida fue a darme un corto y rápido beso en mis labios.

— ¿Cómo te fue? —pregunté.

— Bien, me fue muy bien —respondió— ¿Me puedo duchar aquí?

Asentí, ella sonrió y se metió en seguida al baño. Una ola de calor inundó mi habitación al imaginarme a Lily desnuda y enjabonada. Malos pensamientos.

Se sintió un hormigueo en mi abdomen e intente ignorarlo, cosa imposible. Tome un libro al azar y comencé a hojearlo con intenciones de que aquellos pensamientos se esfumaran pero era algo estúpido ya que cada vez crecían más.

Lily desnuda. Lily de pie frente a mí. Lily besándome...

Minutos después donde mi sudor se volvió frío, Lily salió envuelta en una toalla. La mire atónita, sentía como mis mejillas cambiaban de color a uno rosado.

— Lo siento —se disculpó Lily al ver mi expresión—, es que olvidé mi ropa.

Asentí restándole importancia y dirigí mi avergonzada mirada a la ventana que estaba en el lado opuesto de donde Lily se encontraba.

Al escuchar la puerta cerrarse, volví mi vista al baño, aún temblaba, aún la imaginaba sobre mí.

— Listo —dijo mientras abría la puerta para salir.

— Ge... genial —susurré nerviosa.

— ¿Cómo estás? ¿Por qué estás tan tensa? —preguntó Lily con una voz preocupada. Negué en seguida—. Todo está bien —dije.

Lily me miró dudosa y después se encogió de hombros. Se puso de pie y fue a donde estaba su maleta y de el sacó una caja.

— Lo vi y pensé en ti —dijo extendiendo sus brazos para entregarme la caja—, no es la gran cosa...

Al abrir la caja con emoción, mis manos nerviosas se enredaron en lo que parece ser un collar.

— Vaya... —susurré con asombro y emoción.

— Es, bueno... —rascó su cuello—. Eso es un Sol. Bueno, la mitad de el.

— ¿La mitad?

— Sí, mira, yo tengo la otra mitad que es una Luna —dijo mostrándome el collar que colgaba de su cuello.

— ¿Y por qué el Sol y la Luna?

— Porque, tú eres la Luna, tan bella e indispensable, mientras yo soy el abrasador Sol con su fuego llamativo y juguetón —dijo riendo.

— Gracias —susurré—. Es un muy hermoso detalle. Aunque lo que acabas de decir fue muy bobo.

Ambas comenzamos a reír hasta que ella me calló con un beso tierno, de aquellos que ves en películas, donde no necesitas los te quiero, o te amo, basta con un beso.

SAMANTHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora