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— ¿Todo mejor? —preguntó Lily mientras me abrazaba.

— Sí, todo mejor —susurré—. Lily...

— ¿Si?

— Quiero ir al mar.

Lily me tomó de los hombros y sonrió con temor pero a la vez emoción, sonrió como si fuera forzada.

— ¿Estás segura? —preguntó—. No quiero que pienses que es a la fuerza...

— No, no, no —dije interrumpiéndola—. Quiero ir porque tienes razón; jamás superaré las cosas si no las afronto.

Lily asintió intentando creer en mis palabras, parecía indecisa, como si ahora que estoy dispuesta ella ya no quisiera. Pero de verdad quería que terminara de tener miedo, ya no quiero sufrir así.

»— Lily, de verdad quiero hacerlo. Ya no quiero llorar por las noches con pesadillas, no quiero imaginar la muerte de mis padres cada que escucho que alguien menciona accidentes automovilísticos, ya no quiero ignorar mi cumpleaños, ya no quiero tener miedo. Y quiero que todo éste temor se vaya estando tú a mi lado.

— Sam, yo... —miro con temor mis ojos y después asintió—. Yo estaré contigo siempre.

Sonreí y tome sus mejillas y las acerqué con delicadeza a mí para después darle un delicado beso, un beso que bastaba para saber que todo esto es cierto.

...

Después de haber terminado de escuchar su repertorio musical que la ayuda a descansar, pasar toda la tarde acostadas en su cama mientras ella me hablaba de su infancia, de su vida, sus gustos y disgustos; después de conocerla un poco más, llamé a mis tíos.

— ¿Ya vienen por ti? —preguntó Lily mirándome dejar el teléfono en su escritorio.

— Salieron —dije y reí—. Dijeron que vendrán en un par de horas, que esperan y no te moleste.

Lily soltó una carcajada y negó en seguida mientras se ponía de pie.

— ¿Cuándo iremos al mar? —preguntó. La miré un par de segundos y después miré la pintura en su pared.

— No sé, pero debe ser en éstas vacaciones. Hay que aprovechar —dije sonriendo. Lily me sonrió de vuelta y asintió.

— Veré qué hay —dijo mientras sacaba su laptop de un cajón de su escritorio.

— Que no sea muy lejos —dije en seguida—. Que sea un viaje con menos de cuatro horas. ¿Iremos en avión o alguna cosa así?

— Obvio no —dijo—, iremos en auto.

Un algo recorrió mi estómago hasta mi garganta y por un momento creí que vomitaría o moriría, pero sólo respiré hondo y relamí mis labios.

— ¿En auto? ¿Estás segura? —pregunté esperanzada en que dijera que es una broma.

Lily me miró con el ceño fruncido y luego cerró la laptop pareciendo comprender todo.

— Ir en auto está en parte de superar el miedo —dijo—. Además de que los pasajes de avión están muy costosos.

Reí y asentí resignada, Lily tomó mi mano y le dio un corto beso y después sonrió. Sonreí de vuelta y volví a asentir.

— Bien, la playa más cercana queda a cuatro horas y media de aquí, no es una playa turística, así que es probable que esté sola o algo así; ya sólo es cuestión de que tus tíos acepten llevarnos, porque obvio ellos nos llevaran —dijo Lily mientras cerraba la laptop.

Bien... Lily, ¿crees que estoy haciendo bien? —pregunté asustada—, o sea, sé que está bien esto de superar miedos pero... ¿no es como olvidar a mis padres?

— Superar tus miedos no es olvidarlos, Sam. Superar es saber que están ahí, pero que no te harán más daño.

— Aún tengo miedo...

— El miedo es otra de nuestras tantas emociones, no dejarás nunca de sentirlo; pero debes aprender a sobrellevarlo. Tú eres muy fuerte, Sam; has aprendido a sobrellevar tu vida sin tu familia, sin tu hermana y sigues sonriendo —Lily tomó mi mano—. Admiro tu fuerza.

Me lancé a sus brazos. No puedo explicar el bien que Lily hace en mi vida, lo mucho que me ayuda y lo mucho que ha mejorado gracias a ella.

— Lily, eres lo mejor que me ha pasado.

  ...

— Entonces... ¿quieres ir al mar? —preguntó mi tío poco convencido— ¿Y en auto?

Asentí, miré a mis dos tíos que me miraban atónitos, Lily estaba a lado de mí observando cada uno de nuestros movimientos.

— Estoy segura, quiero hacerlo... por favor.

Mi tía apretó sus labios y asintió resignada, apuesto que ellos también tienen miedo.

— Sabes que te apoyamos en todo lo que quieres —dijo mi tía sonriendo.

— Sí, como cuando quisiste una silla de ruedas color amarillo —dijo mi tío. Mis mejillas se pusieron rojas al escuchar una risa divertida de Lily—. Era una silla que te dejaba ciego si la mirabas mucho.

Comenzamos a reír divertidos. Era cierto, creí que cambiar de silla era como cambiar de bragas o algo así; como un conjunto de vestuario más y tenía una sudadera amarilla que quedaba genial con la silla; o eso creí hasta que me vi sobre la silla con la sudadera puesta. No quise volver a saber algo sobre sillas de colores.

  ...

Después de ponernos de arreglar los preparativos para el viaje, mis tíos irían a revisar que el auto esté en buenas manos, mientras que Lily se encargará de los trajes de baño, casi me desmayo al escuchar que la veré en bikini.

SAMANTHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora