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— ¿Sam? —Preguntó sorprendida.

Quede atónita al verla de nuevo, después de tantas semanas... Después de prepararme con libros para soportar volverla a ver... y ahora he olvidado todo, menos la constelación que forma el seguimiento de sus pecas.

— Yo... Hola —logré decir.

— Volviste —susurró.

— Sí..., algo así.

Se sentía una tensión en el aula, en nuestras miradas, en mi impotencia... Que frágil soy, deseo tanto sus labios.

— Yo... Sam... Lo, joder, perdón —dijo apresuradamente y con nerviosismo.

— ¿Por qué? ¿Por irte? ¿Por entrar al salón sin avisar? … ¿Por volver con ella?

— Sam… —susurró.

— Lily —suspire dudosa y resignada—, vete.

Lily me miró por unos segundos y salió del salón azotando la puerta con fuerza, mire a Gus que estaba atónito mirándome. Una lágrima cayó a mi mejilla y él se encargó de quitarla con su dedo pulgar.

— Todo estará bien —dijo después de un par de segundos.

•••

Después de el receso Lily ya no volvió, creí que me había pasado, que quizás no merecía ser tratada así, pero ella me dejó, la necesitaba, la necesito y ella no pudo insistir a quedarse.

— ¿Cómo te fue?—preguntó mi tío mirándome por el retrovisor.

— Me fue bien… supongo.

— ¿Supones? —preguntó confundido.

— Sí… bueno, vi a Lily.

— Oh… vaya… ¿Y qué tal?

— Sigue muy bonita —logré decir antes de terminar en llanto.

Mi tío frenó el auto y volteó a verme. Apreté mis labios con frustración, no quería que mi tío me viese llorar y menos por una chica.

— Vamos, tranquila —dijo con voz calmada—. Ella no sabe de lo que se pierde, si viera esas piernas ligeramente torneadas gracias a las terapias, pfff regresaría de rodillas.

Reí a lo que dijo y asentí con la mirada, mi papá era muy parecido a mi tío, él me hubiese dicho algo como: Puedo llevar a Maggie a que la golpee anónimamente.

— Gracias —le susurré. Él se limitó a sonreír y volver a poner en marcha la camioneta.

— Oh, hoy no tienes que ir a la terapia.

— ¿No? ¿Por qué?

— No lo sé, sólo llamaron para decir que hoy se cancela la sesión.

— Bueno, tendré más tiempo para leer —dije y sonreí.

Llegamos a casa y mi tío me subió a mi habitación junto con un paquete de galletas.

— Entonces, ¿qué película verás? —preguntó mientras acomodaba el cojín bajo mis piernas.

— No lo sé —susurré—. Quizás vea Sing Street.

— Oh, ésa es muy buena —dijo.

— No sabes cual es —reí.

— Pero me imagino que es buena —río también.

Después de varios minutos donde estaba buscado qué película ver, puesto que había olvidado el nombre de la otra, encontré Dirty Dancing y dudé varios minutos, decidí buscar la que quería ver desde un principio.

Terminé de ver la película y me limpié las lágrimas que había dejado caer en mis mejillas mientras miraba la película.

Amo tanto la fuerza que tiene el chico para decir: Yo no quiero ésta vida. Y Raphina, joder, tan hermosa.

— No era necesario que llorarás —dijo una voz entrando en mi habitación.

— ¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendida limpiando mis vergonzosas lágrimas.

— Bueno… debes saber que tu tío me dejó pasar con la condición de arreglar las cosas.

— Mm ya.

— Sí… Sam, lo lamento, sé que hice mal, que he sido muy cobarde pero tengo razones para no buscarte, sólo vengo a despedirme porque bueno… yo tengo… yo me mudaré —dijo todo tan rápido y apresurado que lo único que comprendí, es que se mudaría.

— No puedes irte, no cuando quieres solucionar las cosas —dije con la voz cada vez más ausente.

— Quiero irme sin rencores… Sam, tú no entiendes lo que sucede…

— ¡Pues dime! Si tuvieras la puta confianza para decirme lo que te sucede, podría ayudarte, podría entenderte… Lily, por favor.

— No, no podrías. Si no te he dicho nada de lo que tú creas que oculto, es porque no quiero herirte.

— Oh, y es por eso que todos éstos últimos meses decidiste irte alejando de poco en poco hasta que ya no viste necesidad de volver, no querías lastimarme y por eso decidiste que aunque estuviera de la mierda, era mejor que estar contigo... que volvieras con ella claramente era por mi bien.

— Sam, estás malinterpretando todo, yo...

— Tú nada, Lily, eres tan egoísta —dije.

Lily suspiró y miro alrededor de la habitación.

— Lily, que tengas un buen viaje.

Ella sabía lo que éstas palabras significaban, ya sólo quedaba una oportunidad para ambas y todo era cuestión de que Lily supiera descifrar todo... Sólo tiene que decir que me ama tanto como yo a ella.

— Adiós, Sam —susurró y salió de mi habitación.

•••

Mucha gente juzga el amor como algo cruel e innecesario... Esas muchas gentes han sido destrozadas, lo sé, porque ahora soy parte de ellas.

Hasta ahora no sé cómo asimilar todo, nunca me había enamorado y creí que ella era la indicada, fueron tantos momentos, ella me ayudó en tantas cosas que se me es difícil odiarle.

Tan sólo quisiera volver a acariciar su cabello anaranjado..., o besar sus labios rosados, mirarla a los ojos y después decirle cuánto me fascina. Anhelo verla dormir mientras yo leo algún libro sin concentración alguna. Quisiera volver a cantar con tanta pasión las canciones de Red Hot Chili Peppers estando ella a mi lado. Pero no, todo se queda en un quisiera...

— ¿Cómo estás? —preguntó Gus entrando a mi habitación— Supe que Lily dejó la escuela.

— Así es, ella la dejó —respondí—. Y estoy bien, no podría estar mejor.

— Sam... sé que no estás del todo bien...

— ¿Qué te hace creer eso? —interrumpí — ¿Crees que necesito de ella para sonreír?

— Claro que la necesitas... Ella te motivaba a vivir, ¿no es así?

— Ella ya no está —respondí tajante.

Gus se limitó a asentir y tomó mi mano con firmeza. En seguida lo jale a mí y lo abracé con toda la fuerza que tenía.

Después de algunos minutos, por fin me separé de él.

— Sabes, ya no lloro —susurré—. Se llevó hasta mi llanto, se llevó todo de mí. Me siento vacía.

SAMANTHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora