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Íbamos rápido, esquivando a todos o pidiendo disculpas por severos golpes en los tobillos, estaba emocionada, estaba ansiosa y hasta triste.

Llegamos a la entrada de la habitación de Maggie y allí estaba... ¡Estaba vacía!

— ¿Qué? ¿Dónde? ¿Y? —Comenzó a balbucear mi tío mientras señalaba la cama vacía de Maggie.

— ¿Dónde está? —pregunté con preocupación.

En eso pasó una enfermera y mi tío pidió informes, a Maggie le estaban haciendo unos análisis. Decidimos ir a la sala de espera, con una silla no se puede viajar como si nada por los estrechos pasillos.

Después de un par de horas, ya teníamos hambre pero nada de informes, y algo sentía que no andaba bien, sentía una ansiedad mala, de aquellas que te preparan para lo peor.

— Tengo hambre —dijo mi tío mientras revisaba su celular— ¿Quieres ir a comer algo? —preguntó mirándome.

Me encogí de hombros.

» Bueno... ¿Qué te parece una hamburguesa? —preguntó, hice una mueca de negación— Bien... ¿Una pizza? —Volví a negar— ¿Entonces?

— Lo que quieras —respondí. Mi tío rodó los ojos.

— Llamaré a tu tía, veré si ya entra la llamada —avisó y se puso de pie.

Jugaba con la orilla de mi playera color gris que era extremadamente enorme para mi cuerpo, pero no me importaba, era cómoda, además de que no tenía ánimos para ponerme algo mejor.

Comencé a divagar entre recuerdos, y siempre Lily estaba ahí. Me cansaba pensarla porque me dolía más el no tener noticias de ella.

Saqué mi celular de mi mochila y lo encendí esperanzada en tener algún mensaje o llamada de ella, pero nada, fui hasta galería, estaba llena de fotos de Lily o de mí con ella, que frustrante dejar que una persona se meta tanto en tu vida, que cuando se va, te duele cada recuerdo.

No quiero decir que Lily me dejó o algo así, pero el no tener noticias de ella me frustra y me hace pensar que en realidad ella ya me olvidó, o me evita.

Mi tío volvió con una media sonrisa en los labios y me miró para después decir:

— Tu hermana ya despertó..., pero no recuerda nada...

— ¿Qué? —pregunté asustada.

— Bueno, según de lo que tu tía me explicó, es cuestión de tiempo para que comience a recordar todo, pero o sea, hablamos de tiempo de días, semanas, o hasta meses..., debe aprender a caminar y un poco le falla el habla.

— Vaya... —logré decir después de minutos de quedar en silencio.

— Sí...

— Pero despertó —dije mirándolo con una sonrisa—, tío, no sé cómo agradecer todo lo que han hecho...

— Callaté —dijo y sonrió—. Son nuestra familia, como si fuesen nuestras hijas.

Sentí una punzada en el corazón y unas lágrimas se asomaron por mis ojos, sonreí y asentí, él me abrazó.

— ¿Y cuándo podremos verla? —pregunté.

— En unos minutos —respondió mi tío—, ya vuelvo, debo comprarle algo.

Asentí y seguí a mi tío con la vista hasta que salió del hospital. Suspire nerviosa y rasqué mi nuca. Y en ese ése momento una chica de cabello naranja entró corriendo débilmente y se detuvo justo al verme.

— Lily —susurré.

Ella corrió hacia mí y me abrazó. Y me sentí tan completa.

— Joder, ¿por qué no me dijiste? —preguntó ella tan rápido— Pude haber venido antes.

— Porque no respondes mis mensajes...

— Lo lamento, he estado..., he tenido muchas cosas que hacer en eso del voleibol.

— Claro —dije poco convencida—. ¿Quién te dijo?

— Tu tío.

— Ah, vale.

— Creí que te había pasado algo a ti hasta que leí el mensaje completo, que felicidad, ¿no crees? Deberías estar muy contenta.

— No lo estoy —respondí—. No debiste haber venido.

— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó ella confundida.

— Porque no te corresponde, ella no es de tu familia.

— Pero somos novias... ¿no? —preguntó ella. Negué— Ah..., de acuerdo, si eso es lo que quieres.

Se separó de mí y caminó hasta la salida, volteó de nuevo pero para eso yo me resistí a rogarle que regresará. Así que ella se fue.

Apreté mis labios con demasiada fuerza haciendo que me sangrará un poco, me resistí a llorar, hoy no era un día para llorar de tristeza. Mi hermana despertó.

•••

— ¿Estás segura? —preguntó mi tío antes de entrar a la habitación donde Maggie se encontraba— ¿No prefieres verla cuando ella ya te recuerde?

Me negué.— Quiero verla aunque ella no sepa quién soy —Mi tío se limitó a asentir y abrió la puerta.

Y allí estaba reposando en su cama, tenía una cara cansada, su cabello estaba muy largo, mi tía lo habia trenzado.

— ¿Está dormida? —preguntó mi tío con voz baja, mi tía asintió.

— Maggie... —llamó mi tía mientras movía un poco el brazo de ella— Maggie, han venido a verte.

Y ella abrió con delicadeza sus ojos, después de casi cuatro años abrió los ojos.

Miró a mi tío y en seguida me miró a mí, sentí como si me faltará el aire y saludé con la mano.

— Hola, Maggie —dije con voz entrecortada.

— ¿Hola? —respondió— Tú no eres mi hermana, ella caminaba..., creo.

Auch. Bajé la mirada y llamé a mi tío, el asintió a lo que le dije y me sacó de allí.

— Quiero ir a casa —dije ya estando afuera de la habitación. Mi tío asintió.

Me condujo por todo el hospital y después me subió a la camioneta, todo sin decir alguna palabra al respecto de lo que había pasado unos minutos atrás.

Apretaba mis ojos impidiendo que las lágrimas salieran, tantas lágrimas acumuladas el día de hoy.

— Samantha... —dijo mi tío mientras me dejaba sobre mi cama— Ella, bueno, tranquila...

Asentí, él me dio un beso en la frente y después salió de la habitación.

Y por fin todo lo que había acumulado en horas, salió en un ahogado llanto lleno de dolor seco, agonizante y torturador.

Me dolía el pecho y mi cara la sentía empapada, pero no hacia nada, simplemente miraba al techo rogando dormir para siempre, hasta que el dolor sane.

Me sentía tan destrozada que me sentía débil con todo, pareciera que las cosas no podían ponerse peor.

SAMANTHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora