Juzgada ~Harry Styles~

Capitulo 1. My death is not an end

No es nada fácil aguantarse las lágrimas. Es aún más complicado si eres hombre, si tu madre llora a tu lado, si tu hermanita pequeña no entiende lo que está pasando, y si el hombre que está encerrado en ese ataúd es tu padre.

Hubiera preferido que fuera una escena como en las películas, que el clima se compenetra con el fallecimiento de algún personaje. Lo mejor sería que lloviera, para que mis lágrimas no fueran vistas por las personas. Sin embargo, el sol irradiaba un calor insoportable, tentándome para aflojar mi corbata y desabotonar mi camisa negra, cada dos segundos. Los pájaros cantan, y mariposas revolotean alrededor de la lápida de mi padre; ‘’John Styles. Esposo y padre. Amado. ‘’. Si… palabras concisas. Pero en el momento que nos enteramos de su muerte, lo que menos nos preocupó fue su lápida, menos sabiendo que en ese pequeño espacio no podríamos detallar todo lo que mi padre había hecho, y todos los que lo amaron. Porque así fue. Fue amado por todos, clientes, padres, amigos, jefes, vecinos, ex-novias, esposa, y sus hijos. Todos y cada uno de ellos se encontraban presentes. Por lo que este funeral parecía más bien una fiesta de cumpleaños que un adiós.

No parecía real. Saber que la persona que más admiro en el mundo está por ser enterrada. Corrección, admiré.

Un hombre morrudo se acerca, con una gran pala en su mano. No parece afectado por la muerte de John, y parece menos afectado por la reacción de todos nosotros cuando habla con su cigarrillo aun en la boca.

-¿Ya están listos?- la frase con menos sentimiento que jamás he escuchado. Sabiendo que mi madre no será capaz siquiera de respirar correctamente hasta dentro de un par de horas, asiento.

No cabe en mi mente, es imposible. Mi padre debe estar trabajando en la oficina, o de viaje, o descansando en casa, como siempre, no teniendo ese profundo sueño bajo el calor del roble. No es hasta que escucho un fuerte sollozo de Anne, mi madre, que siento como mis pies pisan tierra nuevamente. Murió.

Por inercia, tomo la mano de mi madre mientras lloro. No podía evitarlo, era el peor día. En cuanto el hombre golpea la tierra con su pala, en señal de que había terminado su trabajo, mi mamá salta en mis brazos, rogando que le corresponda. Pero me es imposible, no puedo moverme, no siento nada, lo único que percibo son mis mejillas mojadas, y mis ojos arder, dándome un fuerte dolor de cabeza.

Gemma, mi hermanita, viene corriendo a mi encuentro, gritando con felicidad, que había seguido a una mariposa de colores, por todo el prado. Gemma  siempre es mi rosa en el pantano de mi vida, la luz en mi oscuridad. Y en este preciso momento es, la razón para seguir adelante, con una sonrisa en el rostro, en el medio de un cementerio.

-Mamá…- ella solloza un ‘’no’’ en mis hombros, mientras me abraza con más fuerza.- Mamá…- le susurro esta vez.- Gemma esta acá.- Ella retira su rostro de mi, y me mira a través de esos oscuros lentes que usa. Suspira y exhala, de forma que en otro día sería considerada exagerada. Asiente.

-Gemma, corazón. ¿Cómo estás?- le responde lo más fuerte que su voz le es posible.

-Mami, encontré una mariposita de color naranja, la seguí hasta llegar bien al fondo…- dijo alargando la última palabra. Yo le sonreí, y le abrí mis brazos para que entendiera mi invitación, la cuál con gusto acepto, colocando sus bracitos en mi cuello, y sus piernitas alrededor de mi cintura.

-¿Gemma, entendes lo que paso hoy, cierto?- le pregunto con un nudo en la garganta.

-Sip.- dice resonando la consonante. Y me mira, sin ningún rastro de duda, con seguridad. Y por primera vez deseo ser ella, ya que es la persona más valiente que conozco en estos momentos.- Papi se fue.- me mira con sus ojos verdes, los mismos que los míos… los mismos que los de papá, esperando a que confirme su oración. Yo hago un esfuerzo monumental para asentirle sin llorar. Había abierto una puerta, y no creo que fuera fácil cerrarla, lloraría por semanas.