D I E C I S I E T E

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Los días habían pasado como rayos. Durante esos días no hubo ningún día en el cual Jimin no viniera a recogerme para ir juntos al instituto. Mika estaba depresiva e intenté varias veces hablar con ella, pero huía de mi. Namjoon pasaba el tiempo con Mika, regañándola cada vez que podía. Min, se comportó distante y sólo se dedicaba a observarme en las clases, realmente me incomodaba, sentía que en cualquier momento iba a saltar sobre mi y cortarme el cuello.

Hoy era el dichoso baile.

+45017659 :

Vístete con el mejor vestido que tengas. 22:30. Ni un minuto de atraso, porque prometo tocar la puerta como loco hasta que salgas de tu cueva.

Enviado 04:19

Desde que leí ese maldito mensaje mis nervios se habían disparado hacia el cielo y apenas pude prestar atención a todas las clases. Con la ayuda de Jimin pude comprender varias cosas que anteriormente no tenía ni la menor idea de dónde comenzaba y terminaba.

Saqué el tonto vestido y me lo coloqué.

Era un vestido de cóctel color azul marino, su tela era lisa, sin encaje ni escote, era de cuello alto. Mi piel pálida resaltaba con ese color. No quería arriesgarme con Min, por lo que no voy a llevar tacones. Mis zapatos eran de color negro sin planta, eran sencillas pero elegantes. Con mi cabello no había mucho que hacer, sólo coloqué dos horquillas a cada lado sosteniendo algunos mechones para que no molestaran en mi vista.

Suspiré y cerró los ojos tratando de tranquilizarme. Hoy era el día y no iba a echarme para atrás, sólo daré el segundo paso. El reloj de pared marcaba las 22:26 de la noche. Tomé una chaqueta y las llaves. Bajé las escaleras sintiendo nervios. Me despedí de Omi y salí de allí cerrando la puerta rápidamente, no quería que viera que iba a salir con Min. Por suerte mi padre no estaba en casa, porque me hubiera encerrado en mi habitación para que no fuera.

Min estaba mirando su reloj impaciente golpeando el suelo con su pie izquierdo.

— Hey,— llamé su atención.

— Llegas tarde,—gruñó.

— ¿Qué hora es?

— Son las 22:31.

Apreté los labios para no reír de los nervios. La incomodidad comenzó a invadir mi mente al recordar la última vez en que Min y yo intercambiamos palabras.

— Sólo fue un minuto,—dije con un tono burlón, para disimular mi incomodidad.

— Entra ya al coche, tus instintos salvajes se están activando.

Me acerqué al coche con pasos vacilantes.

Tenía miedo que Min se acercara a mi e intentara besarme otra vez. Cuando intenté pasar al lado suyo me sujetó de la muñeca y me acercó a su cuerpo, comencé a temblar esperando lo peor de él.

— No voy a hacerte nada, lo prometo,—susurró lentamente.

—Vamos a llegar tarde, suéltame,—dije tratando de sacarme de su agarre.

Tomó mis manos y con sumo cuidado colocó un antifaz en ellas. El antifaz era de color negro con piedras relucientes cómo diamantes incrustadas a los dos costados, con una pluma de color gris al lado izquierdo.

— Necesitas eso para poder entrar a la fiesta.

—Me había olvidado completamente del antifaz,—sonreí sin mostrar los dientes—,gracias.

— No agradezcas y sube al coche,—me dio un pequeño empujón tratando de alejarme.

Aprovechando esa acción, me alejé lo máximo que pude. Min llevaba puesto un traje negro con una camisa blanca y una corbata desaliñada. Sonreí para mis adentros al imaginar a Jimin con un traje así y un antifaz cubriendo su bello rostro.

BienquerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora