V E I N T I N U E V E

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Yoongi me arrebató el móvil, cortó la llamada y lo lanzó en alguna parte de la habitación, dio un paso al frente rompiendo mi espacio personal.

— Tú eres sólo mía, ¿entiendes eso?— su aliento con olor a canela impactó contra mis labios.

Las lágrimas afloraban fuera de mis ojos, mordía con fuerza mi labio inferior para no gritar por ayuda.

— ¿Entendiste o no?—gruñó.

Asentí con la cabeza como un robot, total ya no tenía el control de mi propia vida.

Sentí sus labios sobre los míos moviéndose con brusquedad, no respondí, mas al sentir el metal contra mi abdomen tuve que acceder. Sus dientes chocaban dureza, estaba siendo muy brusco, estaba muy en fuera de sí. En medio del beso solloce con fuerza. Lo quería lejos de mí.

Yoongi se alejó unos centímetros de mi y colocó sus manos sobre cada lado de mi rostro conectando nuestras miradas.

— Tú me amas, ¿verdad?—susurró.

Mi rostro se contrajo, sus ojos estaban rojos y reflejaban vulnerabilidad.

¿Por qué  me hace esto?

Está enfermo, recuerdalo.

— Tú no quieres a Jimin, tú me quieres a mi, estaremos juntos como debía ser.— siguió diciendo.

Mordí mi lengua para no soltar un sollozo.

Negué suavemente con la cabeza.

— ¿Qué? ¿Qué significa eso de negar con la cabeza? Habla maldita sea.— dijo con un tono amenazante.

Cambió de humor en tan sólo segundos.

— Min.— susurré con la voz rasposa.

— ¡No! ¡Min, no! Yo soy Yoongi, ¿por qué me llamas por mi apellido? Lo odio,  te odio a ti a Jimin a mi madre a todos.— estalló golpeando la pared a mi costado izquierdo.

La rabia inundó mi ser y sin más tomé el cuello de su camiseta y atraje su boca a la mía. Era preferible que mantuviera su boca cerrada a que dijera cosas incoherentes. Yoongi puso sus manos sobre mis hombros tratando de separarse de mi pero no lo dejaba. Sentí mi rostro húmedo pero lo ignoré, seguía besando sus labios lentamente imaginando que eran otros.

Sentí los labios contrarios salados, sus manos intentaron una vez más separarme y no puse resistencia por lo que ni bien se separó de mí se tapó el rostro.

Su cuerpo temblaba y comenzó a preocuparme.

Min Yoongi podía tener miles de defectos pero seguía siendo un ser humano, un ser humano enfermo.

— ¿Yoongi?— pregunté con cuidado de no alarmarlo.

— ¡No! Cállate.

— ¿Qué suce...

—Tengo que salir de aquí. — dijo interrumpiendome.

Sacó sus manos de su rostro y camino hasta la puerta corregida de cristal, me acerqué a él y tomé su mano.

— Espera, ¿qué harás?

— Necesito una nueva dosis o voy a enloquecer, las voces no se callan, Lenahi, me vuelven loco.—sacudió su mano con fuerza saltándose de mi agarre.

Me quedé estática en mi lugar viendo como salía por la puerta corrediza.

¿Voces?

¿Min era un psicótico?

BienquerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora