T R E I N T A

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— Hola.

Omi rió y me dio unas palmaditas en mi espalda.

— Iré a la cocina a preparar unos dulces, —anunció para salir de la sala de estar.

Me negaba a alzar la mirada del piso, no podía ser capaz de seguir mintiendo.

— ¿No me dirás nada?— bramó.

Fruncí el ceño y me armé de valor.

— ¿Qué quieres que diga?— murmuré.

Jimin soltó un quejido.

— Todo es una broma pesada, ¿no?— dijo dando pasos hasta quedarse enfrente mío.

Negué con mi cabeza reusandome a alzar la vista.

— ¿Por qué no me miras a los ojos?

— Yo...-

Llevo sus dos manos a cada lado de mi mejilla, cerré mis ojos ante el cálido contacto de sus dedos sobre mi piel. Sentía mi cuerpo más liviano ante su tacto.

— Tú me amas, ¿por qué nos haces esto?— susurró.

— Yo...— no podía formular una oración coherente con la cercanía de su cuerpo con el mío.

— No voy a dejarte y no voy a permitir que lo hagas.

Levantó mi rostro con sus manos con delicadeza, mis ojos se cristalizaron. Nuestros ojos se conectaron y ahí fue cuando me lancé en sus brazos estrujando su cuerpo con fuerza, solloce con fuerza importandome poco si mi madre me escuchará o Namjoon.

— No me dejes, no me dejes, por favor.—susurré entrecortadamente.

Sus brazos me dieron abrigo abrazandome con fuerza.

— Por favor, tu también no me dejes.

Oí el crujido de las escaleras y de unos pasos apresurados bajar con rapidez las escaleras.

— ¿¡Lenahi!?

— Estoy bien.— dije escondiendo mi rostro en el hueco del cuello de Jimin.

— ¿Le hiciste algo? ¿Qué le hiciste?— preguntó Namjoon acercándose a nosotros.

—¡Namjoon arruinaste la escena!—chilló Omi.

— Pe—pero el llanto de Lenahi me asustó, pensé que algo malo había pasado.— se excusó.

— Ya, ya, ven a ayudar a tu tía a hornear algunas galletas y deja a los enamorados tranquilos.

— Pero yo rompo todo lo que to...—

— ¡Patrañas! ¿Vienes por las buenas o las malas?

Solté una pequeña risa al oír el bufido de Namjoon.

Mi amigo camino hasta la cocina en donde estaba Omi.

BienquerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora