T R E I N T A Y U N O

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Mis ojos fueron vendados con una bandana a pocos minutos de subir al coche.

La respiración de Yoongi era agitada, como si hubiera corrido por más de tres horas.

No habíamos intercambiado palabra desde que subimos al coche.

Estaba muy nerviosa, sentía que en cualquier momento me iba a dar un paro cardíaco.

— Yoongi por favor.—suplique en medio de un sollozo.

— Cierra tu boca.

Ya estaba más decir que tenía muchísimo miedo, podía oír cómo avanzamabamos a gran velocidad. Yoongi parecía fuera de sí.

— Sólo te pido que me escuches, tu necesitas ayuda. —trate de hacerlo razonar, aunque sabía que era inútil.

— ¿Ayuda?— soltó una carcajada.—Lo que necesito es un bozal para tu bocota.

Preferí guardar silencio y no enfurecerlo más.

Después de unos minutos más el coche paró, la puerta del lado de Min se abrió y en unos segundos más ya tenía el cañón de metal contra mi frente.

— Ni se te ocurra gritar.—susurró.

Asentí lentamente sintiendo la tela húmeda rozar con mi mejilla.

Con su ayuda salí del coche y comenzamos a caminar. Su mano sostenía con fuerza la mía, mientras la otra se encargaba de tener el cañón cerca de mi espalda baja.

— Haré lo que quieras.—dije cómo último recurso.

— Mata a Jimin.

Mis ojos se volvieron a aguar y volví a sollozar con mayor fuerza.

Yoongi me dio un golpe en las costillas.

— No dije que lloraras.

— ¿¡Por qué eres así conmigo!?—grité entre sollozos estallando.

Detuvo su andar y me atrajo hacia su cuerpo, su aliento chocaba contra mis labios.

— Porque te amo.

En ese mismo momento sentí mi mundo caer. Comencé a llorar con más fuerza aferrandome de su mano.

— Yo no te amo.— dije entre sollozos.

Yoongi rió.

— Claro que si lo haces, sólo que Jimin te confundió, él lo arruinó todo.

Negué con la cabeza.

— Tú nunca me gustaste Yoongi y nunca estaría contigo porque sé los sentimientos que tiene Mika por ti.

Su mano libre viajó a mi mejilla y comenzó a acariciar lentamente.

— Estás confundida.— susurró.

Me armé de valor y después de soltar un suspiro hablé.

— Sé que tienes problemas, Yoongi.

Su mano cayó de golpe y sentí la presión del cañón de nuevo presionando mi abdomen.

— ¿Jimin te dijo eso? Te dijo que estaba loco, ¿verdad?— bramó.

— N—no, Yoongi, por favor, tú ne...—un gran golpe en mi abdomen me quitó todo el oxígeno impidiendome terminar mi oración.

Las lágrimas caían por mis mejillas a cantaros, lleve mis manos al lugar del golpe presionandolo con fuerza para aminorar el dolor.

BienquerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora