No le había comentado nada a James, no porque no quisiera, sino porque pensé que esta misión sería sumamente rápida, faltaban un par de horas para navidad y a mí se me había ocurrido ir a hablar con su madre, la directora Rowan, sobre los últimos detalles de decoración de la escuela, cuando vi la luz roja que parpadeaba en la computadora de la oficina.
La luz roja que significaba que alguien necesitaba ayuda inmediata.
—¿Un regalo especial?— no pude quitar la emoción de mi voz.
—¡Hey! ¿Cómo sabes que es algo especial?— dijo él mientras que me apretaba con fuerza contra su pecho como si me quisiera callar en el proceso.
—Porque te ruborizaste— le regrese el abrazo mientras él se tensaba entre mis brazos.
—Me conoces demasiado bien— su voz salió como un susurro mientras alzaba mi rostro con sus manos para buscar mis labios con los suyos.
Sacudí mi cabeza para quitarme los recuerdos de la mañana de encima, tenía que apresurarme y encontrar al híbrido en peligro antes de que fuera medianoche, no había manera que perdiera la oportunidad de ver el regalo de James en navidad.
Mientras sobrevolaba sobre los bosques de Alaska me preguntaba que me encontraría, hacia unos meses que Molly, la mitad hechicera que había rescatado, había inventado un programa de identificación de híbridos, específicamente los que estaban en peligro, definitivamente hacia mi trabajo mucho más fácil.
Voltee a ver al indicador que tenía en mi celular, estaba llegando al lugar de la señal cuando algo pequeño pasó a suma velocidad al lado de mi cabeza. Me detuve en medio aire intentando buscar la fuente del proyectil cuando me di cuenta que estaba sangrando de la mejilla.
Me lleve la mano hacia la herida, la cual estaba comenzando a sanarse, cuando lo escuche, como el sonido de miles de aves tomando vuelo, una corriente de aire se acercaba hacia mí desde abajo.
Cuando voltee a ver miles de varas de color rojo se acercaban hacia a mí a suma velocidad—¡Rayos Lupdaemones!— sin mucho tiempo para pensarlo me deje caer en picada, muy pocas veces funcionaba quedarse en altura, eso te hacia un objetivo más. Alce mis brazos hacia el frente y deje que mis poderes formaran una especie de escudo de fuego azul que desintegraba los proyectiles más directos.
Cada vez que las púas golpeaban contra mi fuego el veneno salía volando en todas direcciones, pringándome ligeramente los brazos y las piernas, quemándolos en el proceso. El dolor era intenso pero por lo menos no me corría por las venas.
A medida que descendía podía hacer siluetas de mis atacantes que contrastaban con el suelo blancuzco. De pieles oscuras y ojos tan rojos como las sangres, una docena de Lupdaemones hacían un círculo alrededor de una pequeña figura que no lograba ver con suma facilidad, pero que estaba sumamente segura que era mi objetivo de la misión.
Los últimos segundos antes de tocar el suelo me parecieron una eternidad, los Lupdaemones comenzaron a concentrar sus púas contra mi escuda mandando, no solo salpicaduras, sino que olas de veneno a mi alrededor. El dolor en mis brazos, piernas y ahora abdomen y espalda aumentaron pero no me detuve.
—¡AHHHHH!— con un último grito de desesperación golpee contra el suelo y deje mis poderes volar, llamas azules rugieron a mi alrededor mientras que mis atacantes gritaban y retrocedían ante mi ofensiva.
Respire con dificultad mientras que intentaba procesar la situación en la que me había metido, a mi alrededor se encontraban quince Lupdaemones, tanto hombres como mujeres que se estaban levantando lentamente luego de ser abatidos por mis poderes, detrás de mí y hecho un ovillo en la nieve blanquecina manchada de sangre se encontraba un chico de unos quince años, de pelo café caramelo, ligeramente ondulado, y tez morena.
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Escuela de híbridos
RomanceUn regalo. Cuando mi tía me dijo que me iba a dar un regalo pensé en miles de cosas, menos- en un viaje a Pensilvania- y no es un viaje para vacacionar sino que es para irnos a vivir ahí permanentemente. Eso no es todo, el lugar a donde vamos, el ca...