Disculpas

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Mientras el chofer detenía el carro no podía dejar de pensar en miles de maneras locas para escaparme de las personas que se encontraban dentro de la mansión.

Maldecía por no tener poderes para poder desaparecer en ese preciso instante e ir a un lugar en donde mi tía no estuviera… en donde James no estuviera.

«Como rayos se dio cuenta tan rápido— pensé mientras lloriqueaba»

—Tranquila Anya aun podemos salir de esta— dijo Anael mientras me agarraba la mano y cerraba los ojos.

— ¿Qué haces Annie?— la llame, ella pareció no escucharme porque siguió sosteniendo mi mano en la suya y comenzó a murmurar palabras en una lengua que yo no conocía.

Vi por el rabillo del ojo las figuras de James, Madison, Derek y mi tía moverse hacia el carro, estaba aterrada pero estaba empezando a rendirme a mi suerte.

Al final termine suspirando y hundiéndome en el asiento mientras esperaba que ellos abrieran la puerta y nos encontraran.

James fue el primero en abrir la puerta, mi mirada voló hasta entrar en contacto con la suya, note que había algo inusual en su mirada, parecía desenfocada.

—No están— lo que é dijo me dejo sin palabras.

« No nos ven— sonreí— no nos ven»

Estaba eufórica, me estaba salvando de la reprimenda de mi vida y tenía una idea del porque, mire a mi izquierda y le sonreí a la aun ausente Anael, podía apostar mi vida a que ella estaba haciendo otra ilusión para ocultarnos.

—Claro que deben de estar aquí— mi tía contesto enfurruñada mientras entraba en el asiento, grite cuando vi como su cuerpo traspasaba a mi amiga y a mí, acaso éramos fantasmas.

— Enserio no están— mi tía se veía decepcionada por sus propias palabras y debía admitir que nunca me había sentido tan feliz de no estar en un lugar.

Ella salió del carro y vio a los demás con el enojo marcándole las facciones, mi rostro se marco con un amago de sonrisa hasta que algo me aterro de sobremanera.

Primero solo era un simple sollozo el que provenía de Anael pero de pronto se volvió en un espantoso grito que aumentaba en volumen, Anael gritaba y gritaba mientras apretaba con fuerzas sus ojos y mi mano.

— ¡Annie!— la llame aterrada— Anael reacciona— esta vez hice lo único que se me ocurrió, le di una fuerte cachetada.

El sonido resonó ahora en los oídos de todos los presentes mientras nos volvíamos visibles una vez más, la ilusión se había acabado y gracias al cielo porque si no, no  hubiera sabido que hacer con una Anael que me vio desorientada por unos segundos antes de desplomarse sobre mí.

Levante mi rostro hacia los que probablemente estaban a punto de regañarme— sálvenla— fue lo único que pude musitar.

Lloriquee una vez más, odiaba el alcohol, cierto que desinfectaba las heridas pero aun así esto era la cosa más dolorosa que me había pasado desde hace mucho tiempo.

—Anya deja de llorar— me dijo mi tía mientras volvía a apoyar el algodón empapado de alcohol contra mi brazo, chille y me revolví en los brazos de Derek que me tenían atrapada contra la silla.

No podía creer que esto me pasara porque el prometido de Anael creyera que yo le había hecho algo. Aun recordaba cuando un joven de cabellos rubios y preciosos ojos azul cielo aparecía en la puerta del auto y me gritaba, se lanzaba sobre mí, me quitaba a Anael de los brazos y comenzó a llamarla, pero ella no contestaba.

Hasta ese momento todo estuvo bien pero en el momento que los ojos de él se tornaron rojos y sus uñas se volvieron tan afiladas como navajas todo fue en picada, mi primer instinto fue huir y eso fue lo que hice, abrí la puerta del carro que estaba detrás de mí y cuando mi cuerpo estaba comenzando a caer al otro lado, él extendió su brazo hacia atrás y con un zarpazo me hirió el brazo. Grite en el momento que mi tía intervenía y evitaba que Ian Bloods, el prometido de Anael, me matara por algo que yo no había hecho.

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