Hogar, ¿Dulce hogar?

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La espalda de Liam era cálida. Era reconfortante tenerlo cerca ya que mi cuerpo ya no podía mantener su temperatura habitual, de a poco me puse más y más helada.

—Anya— me volvió a llamar Liam cuando yo había cerrado los ojos, tenia sueño, mucho sueño.

—¿Si?— pregunte medio dormida.

—Ya conseguí el carro— dijo él mientras que hacía a un lado su cuello para que yo pudiera ver sobre su hombro el carro que se había robado de algún parqueo de la ciudad.

—Podrías repetirme porque me tengo que ir en un carro— dije entre susurros.

—Porque el veneno se expandirá más rápido si corres o si Johan te lleva en su espalda por lo tanto un viaje más lento pero tranquilo en un carro te podría salvar, además voy a hacer un pequeño truco en este carro para que lleguen rápido al campus— dijo Liam mientras yo observaba el Mercedes Benz que se había robado.

—¿De qué estás hablando Liam?— dije mientras veía a Johan montarse en el asiento del conductor por el rabillo del ojo.

—Ya verás— dijo Liam mientras avanzaba y abría la puerta que daba al asiento del pasajero, aun con mi visión toda borrosa podía ver que las ventanas de este carro estaban polarizadas, nadie nos podría ver desde afuera.

Él me dejo suavemente sobre el asiento y luego cerró la puerta, por suerte la ventana estaba abierta así que pude estirar mi adolorido brazo para agarrar la manga de su camisa—espera— le dije— ¿no vas a venir?— pregunte aunque ya sabía la respuesta.

—No— dijo él mientras se soltaba de mi agarre— no quiero ir al campus, soy un mercenario y mi lugar es fuera de un lugar lleno de reglas que se que no voy a seguir— dijo firmemente.

No pude evitarlo, en ese momento me eche a llorar,  llore alto y sonoro, Liam había sido la persona que me había guiado hacia Johan, la persona que me había sacado del río, la persona que me había enseñando que aun tenía suficiente vida como para cumplir un último deseo.

—No llores— dijo él— ya vas a ver qué vas a llegar al campus a tiempo, mira— dijo mientras sacaba de la bolsa de su pantalón una pequeña bolsa llena de polvo que brillaba bajo la luz de la luna.

—¿Qué es eso?— le pregunte mientras Johan encendía el carro.

—Esto va a sonar a la película de “Peter Pan” pero es polvo de hada, se lo robe a Grace así que lo puedo ocupar para que aparezcan más cerca del campus— dijo él mientras abría la bolsita y me ponía el polvo de hada en la mano que me pidió que alzara— ahora quiero que cierres los ojos y pienses en el campus, no hay suficiente polvo para llevarte ahí directamente pero tendrás suficiente para quedar cerca de este.

No hice lo que me pidió, en cambio lo quede mirando fijamente— ¿te volveré a ver?— pregunte, ya me estaba calmando un poco pero temía volver a colapsar frente a él.

—Claro— dijo él mientras me sonreí— ahora apúrate antes de que me enoje contigo por no ir a tu casa.

— Como usted diga— dije en forma de broma, lo escuche reírse mientras yo cerraba los ojos  y pensaba en la barrera mágica, en las hectáreas de árboles y principalmente en el ala mayor, casi me podía imaginar caminando por los pasillos del edificio cuando la risa de Liam comenzó a desaparecer, como una radio con mala recepción, sabía que el hechizo estaba comenzando a funcionar así que le dije una última palabra antes de dejar de escucharlo.

—Gracias— y entonces su risa desapareció por completo.

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