Algo que agradecía de ser un híbrido es la habilidad de curarme a una velocidad inhumana, cuando creí que estaba a punto de desmayarme escupí un último rastro de sangre de mi boca y respire profundo.
Intente moverme pero estaba débil y mareada, tampoco ayudaba que Micah me hubiera teletransportado a la parte trasera de una van que estaba en la plaza de grava del campus. Sus poderes eran volátiles por eso fue que cuando aparecimos en el carro sentí ganas de vomitar aunque no lo hice.
Lo mire desde el suelo grasiento del vehículo, sus venas azuladas danzaban por mi mirada y me causaban mareo, me preguntaba cuánta sangre había perdido.
— ¿A dónde me llevas?— espete con fiereza, aunque estuviera débil necesitaba saber lo que pensaban hacer conmigo.
Micah se echo a reír, su risa me causo un escalofrío— me crees tan estúpido— fue su respuesta mientras se arrodillaba a mi lado, por entre los puntos negros de mi mirada pude ver que traía una cadena en mano— no pienso decirte nada hasta que lleguemos con mi ama.
— Tu ama, mi ama, la ama ¿Quién rayos es esta mujer?— por fin logre medio gritar, mi debilidad disipándose por mi odio y rabia— ¿Y qué rayos quiere de…— estaba a punto de terminar la frase cuando su mano se apretó sobre mi boca y nariz, cortándome el paso de aire una vez más.
Me comencé a mover y agarre su brazo entre mis manos pero estaba demasiado débil como para dar una batalla decente.
Antes de que pudiera pensar en que otra cosa hacer una sensación que conocía pero detestaba corrió por todo mi cuerpo.
Mis venas se congelaron mientras yo gritaba, Micah había deslizado la cadena de sus manos a mis muñecas y cuando estas hacían contacto con mi piel me robaban mis poderes, tal y como lo había hecho el brazalete que había utilizado Johan para la prueba de hace algunas semanas.
Cuando Micah sintió mi debilidad, quito su mano de mi cara y sonrió— eso es, buena chica, te miras más bonita con la boca cerrada.
La verdad es que tenía la boca abierta pero la falta de sangre y poderes me había dejado tan débil que ni podía hablar.
Le dije una sola palabra con mi poco aliento, él se acerco a mí y pregunto— ¿Qué dijiste? no te escuche
Yo sonreí y con más fuerza, lo maldije— Maldito.
— Dime como quieras cariño— dijo mientras se apartaba de mi lado y pasaba por entre las dos filas de asientos que lo separaban del asiento del conductor.
Mientras él se sentaba detrás del volante y encendía el motor del auto mi corazón comenzó a palpitar con fuerza— nos vamos dentro de poco, solo mira como nos abren la puerta— dijo Micah mientras señalaba al frente, al fondo de mi mente note que las ventanas de esta van estaban entintadas, nadie de afuera nos podría ver.
Cuando por fin enfoque mi mirada y pensamiento en el exterior del carro logre mirar como Appleby caminaba hacia el portón del instituto para abrirlo y me desespere, me voltee hacia todos lados y de la nada mi mirada se enfoco en la figura de James.
Se encontraba al lado de la van que había visto en mi sueño, su mirada se veía vacía y desenfocada como si estuviera pensando en algo muy importante.
Me tire hacia la ventana que tenia al lado y con las pocas fuerzas que me quedaban golpee el vidrio con mis maños hechas puños— ¡James!— grite su nombre pero parecía que no me podía escuchar— ¡James mírame, estoy aquí!— volví a gritar, esta vez él levanto la mirada, un rayo de preocupación pasando por su rostro…acaso me había escuchado.
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Escuela de híbridos
RomanceUn regalo. Cuando mi tía me dijo que me iba a dar un regalo pensé en miles de cosas, menos- en un viaje a Pensilvania- y no es un viaje para vacacionar sino que es para irnos a vivir ahí permanentemente. Eso no es todo, el lugar a donde vamos, el ca...