Inestabilidad

285 18 8
                                    


La campana sonó, sacándonos de nuestro trance. Sentí como si el sonido me atravesara la cabeza con una fuerza brutal. Me apoyé en la pared tratando de descansar de algún modo; me sentía pesado, como si estuviera hecho de plomo. Algo sacudió mis entrañas, posiblemente una fuerza maligna tratando de que potara.

Hanes fue la primera en percatarse de mi presencia. Aunque su mirada había sido fría al principio, al ver en qué estado me encontraba se había acercado con cierta preocupación. Sin embargo mis ojos no se podían apartar de ellos. Ellos. Jam aún sujetaba a Lía por la muñeca. Fruncí los labios, tenía aquella horrible sensación que oprimía mi pecho pintando la escena como una traición.

-Matthew... ¿Estás bien? -La voz de Hanes sonó extrañamente lejana. Sentía que de un momento a otro me desmayaría si no andaba con cuidado. Mi cabeza se negaba a girarse hacia ella, de modo que lo único que podía hacer era quedarme patéticamente parado junto a la pared. Aquel malestar no desaparecería tan fácilmente.

No lo pensé demasiado porque mi mente estuvo ocupada con los movimientos de Jam y Lía, sin embargo debía tener una fiebre bastante alta ¿Y en qué momento había cogido tal refriado... o lo que fuera? Al correr para ir a casa de Greg, quizá. Si la pregunta hubiera aparecido en mi cerebro en aquellos instantes, posiblemente habría descargado mi furia y odio absoluto con Lía.

Oía vagamente cómo Hanes y el profesor Miller conversaban preocupados. Ignoré si hablaban de mí o de Lía, porque cuando Jam se volvió para mirarme todo se volvió muy contradictorio. Se acercó a paso tranquilo, con el ceño fruncido como si estuviera intranquilo. Tampoco fui capaz de prestar atención a su pregunta de si estaba bien. No quería escucharle, no quería verle. De pronto una manía absoluta se había apoderado de mí, y era incapaz de mirarle sin rencor. Si hubiera tenido dos míseras neuronas habría podido comprobar que estaba preocupado por mí, que quería ayudarme, que seguíamos siendo amigos y que las cosas podían cambiar con un poco esfuerzo. Pero estaba completamente ciego, ciego por algo que más adelante descubriría.

-Déjame -ladré. Jam me miró sorprendido, pero no dijo nada. Se toqueteó los pendientes como de costumbre y, al ver que Lía trataba de huir, fue tras ella. Me zafé del agarre de Hanes y entré en clase. Ella me siguió hasta mi sitio y allí me derrumbé sobre la silla, conteniendo mis crecientes ganas de vomitar. Sentía la boca agria, y apostaba lo que fuera a que tenía el rostro pálido.

-Matthew -me llamó, yo gruñí- ... Matthew... ¡Matthew, mírame! -Gritó de mal humor. Me echó hacia atrás en el asiento y me miró con sus ojos oscuros de forma acusadora. Eso no había cambiado, seguía siendo un ángel, y en cierto modo aquello me tranquilizó- ¿Qué coño te pasa?

-El karma ha venido a atacarme -suspiré moviendo la cabeza-.

-Tenemos que hablar -Dijo mucho más seria. Me pregunté en qué momento nos habíamos convertido en un matrimonio para soltar una frase como aquella. En el fondo quizá sí sabía por qué lo había dicho-; de Lía.

-No quiero hablar de ella -bramé-, ni de Jam, ni de Greg, ni de Shao, ni tampoco de ti o de Caren. No quiero hablar. Quiero irme a mi puta casa y meterme en la cama. Y cuando despierte quiero que nada de esto haya sucedido...

-¡¿Cómo que nada haya sucedido?! -Cerró su puño entorno a mi camiseta y me balanceó. Su mirada echaba chispas del enfado, de la furia- ¡¿Cómo que nada?! ¡Es tu culpa! ¡Es tu maldita culpa que todo esto esté pasando! ¡Y no tienes ni dos puñeteros dedos de frente para afrontar la situación que tú mismo has creado! -Cogió aire y me miró. Cerró los ojos para tranquilizarse, y cuando los volvió a abrir, dijo con más calma:- No sé qué es lo que te pasó con Lía, pero ella no se merece ni mucho menos el trato que está recibiendo, ya sea por su padre o por ti. Ayúdanos, Matthew...

No más mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora