Añoranza

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Beth se despertó a la mañana siguiente. Quizá porque me había vuelto una persona extremadamente blanda en los últimos días, mi vida comenzó a girar en torno a esa habitación de hospital hasta que ella estuvo del todo recuperada. Pasaron tres semanas en un parpadeo, y cuando me quise dar cuenta estábamos ya bien metidos en el verano. Me lo estaba pasando inesperadamente bien en Nueva York. Quizá no al principio, pero con el pasar de los días me iba acercando más y más a sentirme a gusto en aquel lugar.

Comencé a salir con Dominic con frecuencia. Normalmente después de terminar mis sesiones de la agencia venía a vernos a Beth y a mí y nos íbamos a pasar el rato a uno de los bares de comida rápida más baratos  de la zona. También le había cogido el gusto a mi apartamento, y contra todo pronóstico y gracias a la ayuda de mis amigos, no estaba tan sumamente desordenado.

No voy a mentir diciendo que me pasaba día y noche pensando en mi ciudad. Simplemente no tenía la necesidad de saber qué ocurría allí. Parecía que en Nueva York era todo mucho más importante que en el resto del mundo. Por eso apenas hablé con ninguno de mis antiguos compañeros, solo con Greg un par de veces, porque le echaba puto de menos, a él y a Shao. Pero del resto no supe nada en lo absoluto. La llamada que tres semanas antes había hecho a Lía, cayó en la indiferencia, y Jam y yo no estábamos del todo dispuestos a renovar nuestra amistad. Pero no lo necesitaba.

Pero aquella tarde las cosas cambiaron. Recibí un mensaje de Hanes, de mi queridísima Hanes a eso de las siete. Dom y yo estábamos esperando a Beth en mi apartamento, porque a mí me habían dado el día libre en el trabajo. Más que sorprendido me sentí culpable de no haber hablado con ella en todo aquel tiempo. Pero las noticias que me dio fueron aún más inesperadas. Resultaba que todo el grupo iba a ir a Nueva York por diez días para celebrar que por fin pasaban a la universidad. En un primer momento no supe como debía reaccionar, si estar feliz, o si asustarme. Miré a Dominic, y él debió pensar que me había dado un chungo porque me aporreó la cara con un cojín para que reaccionara.

-¡Para, tío!

-¿Qué mierda te pasa? ¿Has visto un fantasma?

Estuve a punto de responder, pero la puerta se abrió y se asomó un cabecita azul sonriente.

-¿Quién ha visto un fantasma?

Nos volvimos hacia ella como dos tontos y la vimos acercarse y sentarse entre nosotros. Se apoderó del mando de la televisión (recientemente instalada) y se proclamó reina del lugar. Pero ninguno de los dos hicimos nada para evitarlo.

-Mis amigos van a venir en un par de semanas a pasar aquí unos días.

-¡Eso está bien! -Sonrió sin apartar sus ojos de la pantalla, pero su semblante cambió ligeramente cuando dijo- ¿Va a venir ella también?

-¿Quién mierda es "ella"?

-Nadie... -me apresuré a responder, y Beth se volvió hacia mí divertida por la situación- ¿Qué?

-No, nada, nada -se carcajeó-. Solo te digo que al menos te pidas esos días libres, es lo menos que puedes hacer...

-Eso, encima de que no les hablado en todo este tiempo... -Dom hizo un gesto teatral y se dejó caer de boca al sillón.

-Ellos tampoco me han hablado a mí hasta ahora -me defendí de mala gana-.

-Pues nada cielo, no vayas a verlos si no quieres -Beth terminó encogiéndose de hombros y mirándome con un reproche, pero no tardó mucho su sonrisa en volver a florecer-.

-No sé qué hacer.

-Ve a verlos -me animó Dom - ¿Qué vas a perder?

¿Que qué iba a perder? Al ver a Jam mi orgullo, al ver a Lía la cabeza. Estaba temblando de los nervios incluso si aún quedaban unas semanas. Solo por ellos dos. Me pregunté por qué no podían simplemente venir Shao, Greg y Hanes. Nadie más. Entonces sería perfecto, porque estaba seguro de que se llevarían estupendamente con Beth y Dominic. Sin embargo había algo más. El sabor amargo de siempre. Aquellos altibajos que siempre tenía con ella.

No más mentiras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora