Capítulo 5

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Antes de seguir con su miembro, Harry se aseguró perfectamente de marcar a Louis, con éste tan solo haciendo de lado la cabeza para dejarle mayor espacio y oportunidad de que siguiera dándole esa pequeña ración de chupetones y mordiscos; nuevamente la gran mano del rizado se aventuró a acariciar sobre la tela blanca del bóxer, sacando armoniosos jadeos de aquellos delgados labios, con el castaño enseguida mordiendo el inferior, no quería, de hecho no le gustaba, ser escandaloso como muchos en ese lugar. No tardó mucho en bajar su propia ropa interior junto al pantalón, sacando su pene por completo, siendo admirado con algo de sorpresa por Harry, a lo que agachó un poco el rostro, mordió su labio inferior, levantó la vista y sonrió con picardía.

El señor Styles veía a un querubín, sin embargo, había un demonio, un demonio lujurioso dentro de aquél gigoló.

Estar encerrado en su embelesamiento le dio tiempo a Louis de comenzar a masturbarse, echa la cabeza hacia atrás, recargándose en el espejo, mientras sacaba cortos suspiros, revolviéndose un poco sobre el mueble, sintiendo como el placer elevaba la temperatura. Harry también quería probar de eso. Se echa sobre de Louis, nuevamente con él rodeándole la cintura, bajó con sus torneadas piernas aquellos apretadísimos pantalones, admirando con detalle ese enorme, venoso y suculento pedazo de carne que una vez estuvo dentro de él y su boca. Sonrió con cinismo y se acercó más al menor, juntando ambos miembros.

–Oh, Dios. –Salió de la boca de Harry en cuanto sintió a gloria purísima de tocar pene con pene, Louis tan solo gimió bajo; lamió su mano derecha y cubrió con ésta parte-muy poco.- de ese par de miembros, comenzando caricias de arriba hacia abajo, otorgándose la ansiada vista de un chico rizado comenzando a sudar, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, soltando graves y roncos suspiros que definitivamente le volvían aún más loco de lo que ya estaba.

Sigue masajeando, con el sudor humedeciendo su frente, pegando su flequillo castaño a ésta, mira a Harry y sus rizos ya se le pegan a la frente, el chico acerca sus labios a los suyos y le besa con mera desesperación, siente cómo su gran y rosada lengua entra rápidamente a su cavidad, violando cada rincón. A Louis no le molestaba. Dejó de masturbar y llevó sus dos manos a la nuca rizada de Harry, enredando entre sus dedos aquellos rizos húmedos que paseaban por las yemas de sus dedos. Traviesamente la enorme mano de su cliente cruzó hasta su trasero y apretó, haciéndole soltar un respingo para después sonreír. Volvieron a juntar sus labios y ésta vez, Harry acomodó un poco más adelante a Louis para poder introducirle un dedo, sin embargo, el castaño le detuvo.

–Primer cajón... –Señaló uno debajo de él, aun sonriendo y sosteniéndole cerca con ese sudor. –Hay lubricante.

Sin rechistar, Harry abrió el cajón señalado, volviendo a unir sus labios a los de Louis, sacó el pequeño bote y se vio obligado a separarse para mirar bien qué era lo que hacía, llenó tres de sus dedos con el líquido y lo tiró a donde sea que haya caído, Louis se acomodó, y sintió el largo y ancho dedo de Harry entrar en él.

–Oh, H-Harry. –Gimió de manera sutil, acercando sus labios al oído del más alto, quien ni siquiera esperó un poco más y metió el segundo y tercero por unos segundos de diferencia. – ¡Oh, oh! Sí. Harry. –Y esto comenzaba a encender cada vez más la caliente polla del rizado, la cual comenzó a ser mimada nuevamente por la pequeña pero experimentada mano de Louis, deleitando sus oídos con los gruñidos sensuales que salían desde a garganta de su excelente cliente.

Después de preparar la entrada del más bajo, enseguida sacó un condón de su casi caído bolsillo, colocándoselo con impaciencia ante la suculenta mirada antojosa de Louis, quien una vez que le vio listo, se acomodó, no esperando que le fuesen a penetrar de una jodida estocada. Fue hasta el fondo. Obligándole a abrir sus orbes azuladas inmensurable, aferrándose a la espalda de Harry con fuerza, rasguñando tal cual gato, dejando esas marcas rojizas y algo sangrantes que cruzaban desde el centro hasta los costados. Arqueó su espalda, adolorido. Sí le había dolido en verdad. Lo del cliente de la noche pasada aún no sanaba y eso fue un remate.

Zona Roja  [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora