Capítulo 12

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Vislumbró la oscuridad en la que esa habitación le tenía condenado; apenas hace unos segundos que abrió los ojos y volvió a llorar como un nene pequeño cuando extraña a su mamá, en su caso, se trataba de su abuela. Le dolía la cabeza horrores y sus ojos ardían, sin embargo, no lograba detener el llanto, era reflejo al recordar la imagen del cadáver de su abuela ensangrentado sobre el suelo. Era algo increíble para él, es decir, ni siquiera haberse despedido de aquella mujer anciana que una vez le llamó "Boo Bear". Ese apodo. Sollozó con fuerza y abrazó la almohada a su lado. A sus fosas de pronto llegó el profundo aroma de una viril loción que ya conocía desde hace rato. Harry. Estaba en la habitación de Harry. Acurrucó su cuerpo aún más contra el objeto suave y ahogó sus suspiros en él. A lo lejos, una vaga conversación llegó a sus oídos después de que escuchó su nombre ser pronunciado de los labios de alguien, cesó el llanto y prestó un poco de atención.

Louis está devastado. —Le reconocía. Era Harry.

¿Quieres que te ayudemos en algo? —Esa voz no la reconocía. —No sé. Ir por ropa para él o algo así.

Sabes que podemos estar aquí para ti. —Esa tampoco.

Me harían un gran favor si le traen ropa que le pueda quedar, igual aquí le prestaré unas cosas y en cuanto pase un poco su dolor, iré a comprarle más. —Su voz sonaba angustiada y preocupada. ¿Harry se preocupaba por él?

Vale. Vamos, Li. —Se escuchó el tintineo de unas llaves, seguido de pasos y por fin el golpe de la puerta, con nuevos pasos acercándose a la habitación.

Hundió su rostro en la almohada, secando los surcos de lágrimas frescas aún sobre sus mejillas con el dorso de su mano, se acomodó en posición fetal y continuó abrazando el objeto. La puerta se abrió, volteó y la alta silueta de Harry atravesaba el umbral, al verle, el rizado tan solo cerró la puerta para evitar que la luz de la sala llegare a la alcoba; caminó alrededor de la cama y solamente encendió la lámpara de la mesa de noche del lado donde él dormía. Louis mostró sobre la almohada sus luceros azulados, los cuales estaban rojizos e hinchados debido al llanto. Harry le sonrió a medias y se sentó a la orilla de la cama, alargando su brazo y acariciando con dulzura sus hebras castañas y enmarañadas. Cerró los ojos y disfrutó de la sensación, volviendo a esconder su mirada en la almohadilla. El tacto del menor se detuvo unos instantes, para que después de varios meneos sobre la cama, sintiera unos fuertes y protectores brazos rodearle. No lo dudó ni un instante y soltó la almohada, rodeando con sus brazos a Harry, volviendo a acurrucar su rostro en su pecho, como cualquier cachorro lo haría al estar asustado.

—Te hice la cena. —Susurró con ese matiz de voz grave y profundo, peinando entre sus largos dedos aquellos mechones rebeldes que sobresalían de la melena castaña y lacia de Louis.

Levantó su vista y miró los orbes esmeralda tan despampanantes que Harry poseía como chico. No se sentía con ánimos de comer, de hecho, de hacer nada. Lo único que en esos momentos quería era recuperar a su abuela aun sabiendo que era completamente imposible.

—No tengo hambre. —Musitó débilmente, sin retirar su mirada de la ajena, admirando cuán hermosas se veían el par de iris jade del rizado bajo la tenue luz que apenas y otorgaba la luz artificial de la lámpara.

—Tienes que comer, Lou. —Contradijo Harry sin detener su acechadora mirada tampoco. Le preocupaba ver a Louis tan destruido, y él ya había pasado por el dolor de perder a una mujer que ha dado la vida por ti; tan solo quería ayudar. —Anda. Iré por la comida. —Avisó moviéndose para salir del abrazo, con el cual Louis no hizo esfuerzo mínimo por detenerle o voltearse a tomar nuevamente la almohada. Parecía un cuerpo inerte, tal cual muerto.

Zona Roja  [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora