Capítulo 17: I Love You, Just I Love You

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¿Desde cuándo se había vuelto tan lento para caminar?. Kageyama se demoró bastante en llegar a su departamento. Al parecer, no tenía ánimos de apresurar su paso, o más bien, no quería llegar tan rápido a su casa.

—Ya estoy de vuelta... —murmuró al entrar.
—¡Oh! ¿Qué trajiste, Kageyama? —preguntó Tanaka, acompañado de Noya.
—Traje su dignidad, chicos. ¿La quieren? —ambos se tiraron al suelo como si se tratara de una obra de teatro— Si la quieren, estaré pudriendome por ahí. —soltó para después dirigirse a la cocina, sacando las bebidas y picadillos de la bolsa.
—Vaya~ Trajiste varias cosas. —comentó Shimizu a su lado.
—Bueno, tengo que alimentar a una multitud. —comentó el azabache.
—No has hablado con Hinata, a pesar de que se encontraban tan bien...

Mierda... Miró sobre su hombro, buscando aquella mata de cabellos naranja, aquella que tanto le gustaba. Lo encontró saliendo del baño, divisando que los ojos de este estaban rojos. La culpa se clavó en su corazón como un cuchillo. ¿Estará llorando por mi? ¿Yo lo hice llorar?. Tragó saliva con dificultad.

—Lo sé todo, Shimizu. —la pelinegra se sobresaltó— Ya lo recordé todo...
—Kageyama... Hinata se equivocó, y bastante. Pero es humano, y está en su derecho de equivocarse... Está reconociendo que sigue enamorado de ti... ¿De verdad lo dejarás ir? —el pelinegro cerró sus ojos con fuerza.
—Ya no sé lo que quiero... Ya no estoy pensando con claridad... Yo dejé de creer en los cuentos de hadas hace mucho tiempo. —sirvió los comestibles en pocillos y los llevó a la mesa pequeña que se encontraba al centro de todos los sofás. (Una rectangular, perfecta para aquellas ocasiones.) Volvió a la cocina y hizo lo que jamás pensó hacer en público. Se acercó a pedirle a Noya un cigarrillo, y este se lo dio sin protestar. El pelinegro buscó un encendedor en la cocina y lo prendió, dándole una calada a este, para después botar el humo por su boca.
—No pensé que fumaras... —comentó Kiyoko.
—No lo hago siempre... Solía hacerlo hace mucho tiempo, digamos que me relajaba...

Recordaba aquella sensación. El sentirse ligero, como si todos tus problemas desaparecieran y simplemente te dejaras llevar. El pelinegro comenzó a fumar en el periodo en que comenzó a tener problemas con sus nuevos compañeros. Claramente, su mamá nunca se percató de que fumara, a pesar de que a veces no era muy discreto que digamos. Era algo que hacia por puro placer, no por sentirse especial al hacer algo como eso.

—Hmm... Ya veo. —el moreno dio otra calada a su cigarrillo, para después nuevamente botar el humo.
—Digamos que sólo fumo en situaciones extremas. —suspiró para así apagar el cigarrillo con el agua que caía del lavaplatos, botando después este a la basura.
—Dale una oportunidad a Hinata... —el moreno se volteó.
—¿Qué consigues tú con eso? —le espetó.
—Tú bienestar, Tobio. —respondió de manera seria— Anda... Estás completamente enamorado de él... Y se te nota... —la muchacha se acercó a tomar su brazo, acariciando este con delicadeza.
—No puedes saber cómo me siento. —Kageyama desvió la mirada.
—Bien. Probablemente tengas razón. Pero dejame decirte algo, Tobio. No estás solo en esto. Todos tratamos de darte nuestro mayor apoyo. —el pelinegro sonrió con melancolía.
—¿A pesar de llevar a mis pulmones a una muerte segura antes de tiempo? —Kiyoko rió.
—Sí. A pesar de llevar a tus pulmones a una muerte lenta y esperemos que no con tanto dolor. —logró sacarle otra sonrisa.

Aunque no sabría decir si eran sinceras o no.

~Narra Hinata~

Sé que me está ignorando, está clarísimo. Aunque tampoco podía esperar un "Hola Hinata, ¡ya estás perdonado!". Las cosas no eran tan simples como yo quería. Supongo que estoy pagando por lo que hice. Vaya cagadas que me mando. (Kageyama se ve más genial que de costumbre, a pesar de que ayer lo destroce. Siempre sabe como verse genial.) (Amo y odio eso de él.)

Selfish Love ♦KageHina♦ [CL#2][Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora