—Y bien, ¿qué tal las clases de composición?— preguntó Yessy mientras almorzabamos en la cafetería. Elizabeth se había levantado a contestar una llamada, dejándonos solos por primera vez en el día. Sorprendentemente, había extrañado esos momentos de charla con ella.
—Todo va bien. Dentro de dos días tendré una pieza lista, o eso espero— contesté mientras pasaba el tenedor por el pastel de carne que tenía de almuerzo. Yessy tenía aún medio sándwich en camino, ya que Elizabeth... bueno, era abundante en palabras. —¿Crees que pueda oírla cuando la termines?— preguntó Yessy, mirándome a los ojos y dejando a un lado su comida. Pensé un poco lo que dijo y luego tuve una idea. -Está bien, pero haremos un cambio.
—Dime.
—Yo tocaré la pieza, y tú me haces un dibujo. ¿Hecho?— Yessy empezó a reír con lo que dije. No sé que parte le parecía graciosa, pero aceptó hacerlo. Así que quedamos en que en dos días pasara por el salón donde iba a estar, y que ella me llevaría el dibujo ahí. Esa tarde, como ella iba a salir con Elizabeth, me quedé en mi cuarto terminando la pieza. Al principio quería que fuera algo pausado, pero el ánimo que tenía me hizo incluir algo más alegre. Saqué el saxofón y empecé a probarla, siguiendo así hasta las 10:00pm. Tenía toda la intención de hacerla sonar alegre, talvez influido por la compañía de Yessy. Ella irradiaba felicidad a todo el que la viera, como esas brisas de primavera, húmedas con las lluvias y con una frescura que parecía una promesa de prosperidad. Sin darme cuenta, estaba divagando entre las partituras con una sonrisa de incredulidad. ¿Cómo puede alguien ser tan feliz? Por un segundo, la admiré mentalmente como si fuera un milagro. Pero al cabo de unos minutos, borré su imagen de mi mente con un poco de culpa. Apenas y la conocía, y sí, me parecía exótica y maravillosa, pero; ¿quien era yo para pensar así de ella? Las dudas de que si le molestaría que la viera así me invadieron por el resto de la noche, hasta el punto en que vi a mi compañero de cuarto entrar y me di cuenta de la hora. 1:00am.
—Che, ¿Haí? ¿Seguí despierto?— me preguntó con su acento argentino. Suspiré pesadamente al ver lo notorio que era mi desvelo.—Sí, aquí sigo.
—¿Tan temprano eh?— dijo él fijándose en el reloj digital sobre la mesa de noche. Bufé ante la inteligentisíma pregunta. —Son la 1:00am. Mateo, hazme un favor y vete a dormir. Tengo sueño. — medio gruñí y me di vuelta sobre mi mismo, viendo la pared. Mateo terminó de decir algunas cosas sobre lo pesado que era y cómo me quejaba, hasta que ya no lo oí más.
-35hrs.
De vez en cuando, dejaba ir algunas miradas hacia Yessy. Su expresión era más que ida, completamente concentrada en mis manos y el saxofón. Me daba gracia verla así. Volví mi vista a las partituras para ubicarme, y luego solo puse la mirada en un punto perdido de la pared verde menta. Al final, di un toque medianamente desafinado y me volví a Yessy. Ella sonreía con fuerza y soltó algunos aplausos. —Debo admitir que es una pieza muy buena, Señor Camp.— dijo con un tono bromista. Solté la mitad de una risa y dejé el saxofón guindando de mi cuello por la faja.—Sólo puse algunas cosas básicas. No es la gran cosa.— le contesté, metiendo las manos en las bolsas del pantalón que andaba.
—¿Bromeas? ¡Es genial!.— dijo Yessy, poniendo sus manos sobre su cadera. La verdad, se veía muy tierna así. —A mi me suena genial.
—Su positivismo le engaña, Señorita Wolf— le dije, mirándola de lado.
—Y su negativismo le ciega, Señor Camp.— me contestó rápidamente, mientras alzaba una ceja. Sonreí y agaché la mirada, viendo el suelo. Tenía razón, y me sorprendió ligeramente que la tuviera. Aveces veía las cosas desde el lado más defectuoso, incluso las que yo hacía. Era una de mis debilidades, y ella lo podía ver en mis palabras. Yessy era una joven perspicaz, de eso no había duda. Solté un poco de aire que sin querer había estado conteniendo y la volví a ver —Eso es algo que hay que comentar algún día.
—De hecho— dijo ella, levantándose del pupitre donde estaba y yendo hacia un lienzo con el frente arrecostado a la pared —la pintura que te hice tiene que ver mucho con eso.
Levanté la cabeza bruscamente al oír lo que dijo —¿Pintura? Pero solo tenía que ser-
—Lo se, lo sé, era solo un dibujo, pero me inspiré tanto que decidí sacar la vieja paleta de colores y...— le dio vuelta al lienzo, mostrando su trabajo —voila.
Era... era magnífica. Un montón de caminos. Un montón de letreros. El el centro, un niño que levantaba una hoja, y en el centro de la hoja, había una rosa de los vientos que apuntaba al norte. El niño daba la impresión de estar caminando hacia donde la rosa le indicaba. Me quedé sin palabras al verlo. Sentía la quijada floja. Era... Wow.
—¿Parece muy tétrico? Lo siento, pensé en algo más sencillo, no sé porque aveces solo me salen cosas así, talvez es por hablar tanto, o quiz-- Yessy empezó a balbucear nerviosamente mientras se acomodaba el pelo casi por inercia, ya que su cabello estaba en el más perfecto orden.
—Ese niño... ¿soy yo?— fue lo único que logré articular. Casi me golpeo al oírme decir eso. Yessy me miró sorprendida y luego miró el cuadro. —Traté de asimilarlo a ti... Digo, no es igual, pero traté de imaginarme como sería... — dijo, con un suave rubor rosado posándose sobre su rostro claro. Le dejé ir una sonrisa de genuino contentamiento - aunque, sentía más que eso en verdad - y tomé el cuadro, observándolo largo y tendido. Sentía su mirada nerviosa deslizarse entre mis ojos y el cuadro, y sus manos empezaron a jugar con el borde de su suéter amarillo pálido. —Si no te gusta, puedo-
—¿Qué? ¡Pero si me encanta!— le interrupí antes de que siguiera con la frase. —Siento como si hubieras hecho esto al mismo tiempo que hablaras conmigo, como si capturaras la conversación en un dibujo.
—Pues, básicamente eso fue lo que pasó. ¿Recuerdas aquel día en el restaurante, que te inventé lo de "Persona en Proceso de Ser Valiente"?— dijo ella, mientras se acomodaba un mechón de espeso cabello achocolatado detrás de la oreja.
—¿Como olvidar que me tienes en tus contactos como "PPSV"?— le contesté, con una risa atada a mi voz. Ella alargó con una risa suave y miró por el ventanal del salón. —Pues, tomé eso de mi memoria y lo dibujé. Ya sabes, un par de cafés, una muy larga playlist, un tema interesante... Y ahí está. Algo que tiene significado.
—¿Café? Señorita Wolf, no me la imaginé siendo la artista cliché.
—Me ofende, Señor Camp— dijo ella, llevándose una mano al pecho fingiendo un orgullo herido —No soy cliché. Solo tengo dos o tres gustos que son un poco populares.
—¿Starbucks es un poco popular?— dije alzando una ceja ante la afirmación. Ella soltó una carcajada y luego se compuso. —Es lo más cercano que tengo al café de donde me crié. Estados Unidos, en especial Brooklyn, puede ser un poco difícil si no eres de aquí.— dijo ella, con un toque de nostalgia en sus ojos. Aunque, viéndola bien, siempre asumí que fuera de por aquí, o al menos de Estados Unidos. No tenía acentos al hablar, y tampoco una característica física muy distinguida. Cada vez me daba más curiosidad esta chica.
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Rosa De Los Vientos
RomantizmYessy es una joven hermosa, inteligente y de buenos gustos, pero aún con sus virtudes, le costó mucho encontrar alguien que la amara de verdad. Por el otro lado, tenemos a Hail, quien es un hombre tímido pero con un gran corazón. Lelo, sí, pero eso...