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Al día siguiente, Ji Nah despertó por mañana de domingo con el sonido de Seo Woo trayéndole el desayuno a la cama junto con unas píldoras en caso de que pudiera sentir algún tipo de dolor en su mano. Ella se estiró bajo las mantas con una sonrisa adormilada en los labios y le agradeció a la mujer con un susurro después de carraspear para acomodar su voz ronca mientras percibía una mano acariciar su frente con cariño. El tacto le trajo un recuerdo repentino de su madre. Ella siempre solía levantarla con una serie de caricias y besos sonoros en la frente y las mejillas, provocándole cosquillas y risas. Cuánto daría por volver a aquel tiempo.

- Eomma - arrulló, girándose para hundir el rostro en su almohada una vez que Seo Woo abandonó el cuarto -, iré a verte hoy.

Había pasado un tiempo desde la última vez que fue a visitar la tumba de su madre en el cementerio por lo que creyó que esa sería una buena oportunidad para volver a hacerlo. Compraría unos hermosos tulipanes rosados, sus favoritos, e incluso una botella de soju que bebería en su compañía. Te gustaría, ¿ne, eomma? Pensó para sus adentros. Desde que alcanzó la mayoría de edad, disfrutaba de esa simple tradición. Sabía que Ok Rim lo habría disfrutado, después de todo poseía una personalidad abierta, divertida y extrovertida que Ji Nah había heredado, aunque no la mostraba frente a otras personas aparte de las que vivían en la casa, y Byeoung Keun. Al principio supo ser así con los demás, pero la muerte de su madre, su enfermedad y su vida en aquel frío mundo la convirtieron en aquella persona cínica y desconfiada del resto del mundo. ¿Alguien podía culparla? Después de todo, de no haber sido por los métodos poco ortodoxos de Kang Sung Min, Eul habría sido un claro ejemplo al terminar de la misma manera.

Engulló su desayuno una vez se hubo acomodado con la espalda contra el respaldo de la cama y, cuando tuvo sólo la taza de café en las manos, hizo las sábanas a un costado y se levantó para dirigirse a su armario en busca de una muda de ropa. Adoraba aquellos días en los que podía simplemente vestir con comodidad, a su propio gusto. No existía nadie a quien impresionar, incluso podría bajar con sus pijamas de no ser porque Young Jae seguía viviendo allí. ¿Por cuánto tiempo aguantaría? Estaba asombrada de verlo soportarla por tanto tiempo ya, pero, por el otro lado, seguía sintiéndose ansiosa porque se fuese. ¿Por qué no buscaba otra forma de quedarse cerca de Chang Ho Pyong que no fuese siendo su guardaespaldas? ¿Cómo podría obligarlo a irse?

Interrumpiendo su momento de paz en lo que apreciaba algunas distintas prendas de ropa de algodón, su teléfono comenzó a repiquetear en la mesa de luz. Al instante, tuvo un mal presentimiento. Lo tomó con su mano sana, leyó el número y respondió soltando un resoplido.

- También es bueno hablar contigo – habló la voz de su padre del otro lado.

- Todavía es temprano para que me hable de trabajo.

- Es tu día de suerte, porque esta llamada no es sobre trabajo, sino extra oficial. – Sus palabras la tomaron desprevenida y su mal presentimiento se intensificó. – Tienes una cita con Ho Jun-ssi para almorzar. Él irá a por ti y te llevará a un restaurante.

Se dejó caer sentada en la cama y talló sus ojos con los dedos.

- ¿Waeyo? – inquirió, tratando de controlar su molestia – Le dije que no aceptaría la propuesta del presidente Chey Tae Won.

- Es sólo un almuerzo. Al menos... - Le escuchó suspirar con cansancio y por un segundo creyó que él también podría estar pasando un mal día como ella. – conócelo primero, ¿ne?

- Al ass eo – aceptó al pasar unos minutos -. Pero será sólo un almuerzo.

- Gamsahabnida.

Wolf Knight [Ji Chang Wook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora