t r e c e

574 43 1
                                    

Algunas semanas después de esa llamada, Ji Nah finalmente recibió una contestación de parte de su informante una mañana temprano, incluso antes de que su despertador sonara para despertarla. Escuchó su teléfono sonar en la oscuridad de su habitación, se removió debajo de las sábanas con violencia y estiró una mano a la mesa de noche a su derecha para tomar el aparato y atender con una voz ronca de la cual se deshizo al aclararse la garganta.

- El nombre del hombre que busca es Emeka – comenzó a recitarle el hombre del otro lado de la línea rápidamente, consiguiendo que la muchacha abriera los ojos de par en par y se sentara sobre la cama -. No hay mucha información acerca de su procedencia aparte de que es de Nigeria, tampoco se sabe cómo llegó a Corea del Sur.

Ji Nah se puso de pie de un salto, tomó una bata y corrió escaleras abajo para salir al jardín.

- ¿Al menos lo encontró?

- Ne. – Dejó escapar un suspiro de alivio al escucharlo. – Pero no será fácil conseguir una cita.

- ¿Una cita?

- Emeka se encuentra en el Centro de Detención de Seúl por un cargo de homicidio de hace casi diez años del que fue encontrado culpable – soltó su informante.

Maldijo por lo bajo una vez se despidió y cortó con la llamada, apretó el teléfono entre sus dedos con intenciones de partirlo en pedazos y volvió a entrar para regresar a su habitación. Necesitaba hablar con ese hombre cuanto antes y nadie se lo impediría, incluso si debía presentarse a esa prisión por sí misma. Llevaba meses buscando respuestas y las conseguiría ese día, por lo que se apresuró en buscar un traje de vestir negro, reservado, pero lo suficientemente poderoso para causar la intimidación que necesitaba, se maquilló con discreción a excepción de su labial rojo, dejó su cabello suelto y se colgó su bolso al hombro. Mientras desayunaba en la cocina, dejó una nota para Hye Jung diciéndole que se adelantara a ir a trabajar, que la vería más tarde, y, con una taza térmica de café, se paseó por la casa para buscar un manojo de llaves que guardaba de todas las habitaciones. Se dirigió luego al cuarto de Young Jae y, sin hacer ruido, cerró su puerta.

Definitivamente no puede venir conmigo esta vez, se dijo a sí misma con decisión. Desde el almuerzo con Chey Ho Jun, sus fotografías llevaban esparciéndose por las noticias más rápido de lo que había pensado, sin contar con que los fotógrafos y periodistas la perseguían casi todos los días. ¿Cuántos problemas le traería a Young Jae si los veían juntos yendo a una prisión? No le importaba que su padre la reprendiera por su descuido, pero no podía permitir que lo mismo le sucediera a él. Sus planes de venganza se arruinarían si lo arrastraba en sus métodos poco ortodoxos de indagación. Ya lo había metido en suficientes problemas en sus meses juntos.

Pasó una última vez por el sótano para buscar algunos papeles que le servirían para conseguir el permiso de entrar, se colocó frente a la fotografía de su madre junto a su padre, Gyong Si y Myung Hee y llevó a cabo una inclinación leve, susurrando un "deséame suerte" por lo bajo. Consiguió dirigirse a la puerta sin ser descubierta y, en lo que bajaba las escaleras de la entrada, un cuerpo se interpuso frente a ella. Con el corazón a punto de salírsele del pecho por el susurro, reconoció a Young Jae con una expresión de pocos amigos vistiendo con su uniforme.

- ¡¿Mwo?! – inquirió al borde de un ataque - ¡¿Cómo?! ¡¿Cómo lo hiciste?!

El muchacho no respondió sino que se limitó a lanzar una mirada rápida a la casa, por lo que ella siguió la dirección y se encontró con la ventana de la habitación de computadoras abierta, a casi seis metros por encima del suelo.

- ¿Saltaste? – Volvió a verlo y, al no recibir respuesta, supo que tenía razón. – Saltaste. ¿Acaso estás demente? ¿Crees que puedes usar tus habilidades de las Fuerzas Especiales tanto como quieras? ¿Por razones personales? ¿No está eso en contra de la ley o algo así?

Wolf Knight [Ji Chang Wook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora