c a t o r c e

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Por quinta vez en menos de media hora - el tiempo que llevaba sentada en aquella sala de interrogaciones en la estación policial -, uno de los oficiales que la había llevado allí, quien se presentó por el nombre de Kwan Chul Soo en el trayecto en coche, se puso de pie, alejándose de la mesa y dando un fuerte resoplido. Estaban enfadados porque les era imposible conseguir información de su boca, además de que no tenían ni la más mínima idea de cómo relacionarla a ella, Noh Ji Nah, con el prisionero Emeka. En busca de una salida fácil, la muchacha les mintió aludiendo a su puesto como directora de relaciones públicas para investigar acerca de viejos casos que tuviesen que ver en el mundo de las empresas petroleras para poder estar preparados en caso de que pudiese suceder algo parecido en la compañía de su padre. Sin embargo, esos sujetos estaban al tanto de que no era del todo cierto y trataban de intimidarla inútilmente. ¿Acaso no sabían que llevaba sufriendo de amenazas desde el momento en que entró en G&O Co? ¿Qué miedo podrían darle unos simples oficiales?

- ¿Por qué nos hace nuestro trabajo más difícil, Noh Ji Nah-ssi?

- ¿Por qué no se rinde, Kwan Chul Soo-ssi? – inquirió ella en respuesta con una sonrisa divertida en los labios – No tengo nada que esconder, y usted no me asusta.

- No busco asustarla, sólo intentamos ayudarla.

- ¿Ayudarme? – No pudo evitar soltar una carcajada. – Usted sí que es divertido, ahjussi. Entonces, dígame, si tanto desea ayudarme, ¿por qué no me dice el nombre de la persona que lo llamó y le dijo que fuese a buscarme?

- ¿Cuántas veces debo decirle que nadie llamó?

- Hasta que usted mismo se lo crea.

Se cruzó de brazos y fijó su mirada en otra dirección, cansada del asunto.

- Niña malcriada... - le oyó mascullar al hombre por lo bajo.

- ¡Ya! – rugió, alcanzando su límite y levantándose de la silla helada, dando un fuerte golpe con sus palmas en la madera – Ahjussi, ¿acaso usted tiene alguna orden específica de arresto en mi contra que me obligue a permanecer aquí?

- Ani.

- Exacto, no la tiene – expuso, alzando las cejas -. No he usado mi llamada telefónica para contactarme con mi abogado, pero le aseguro que podría hacerlo ahora y ver cómo todos en este maldito lugar sufren por ello. – Tomó su bolso para colgárselo al hombro y caminó en dirección a la puerta. – O, aún peor, hablaré directamente con mi padre.

El rostro del aludido se tornó pálido.

- No quiere que haga eso, ¿ne, ahjussi?

- Ani.

- En ese caso, me voy – se despidió llevando a cabo una inclinación con la cabeza.

Abrió la puerta de un golpe, llamando la atención de todos los oficiales en el lugar, y caminó con la barbilla en alto, como Dong Hyun le había dicho que hiciese para demostrar su inocencia en tantas ocasiones en el pasado. Tenía planeado vengarse con la persona que la estaba siguiendo y, aún más, tenía planeado hacer lo necesario para conseguir que Young Jae se largase de inmediato de su casa. No tenía deseos de seguir pasando tiempo con un sujeto despreciable como él y si debía suplicarle a su padre para que lo despidiese, pues podría soportarlo.

No obstante, su furia no duró mucho cuando distinguió a Byeoung Keun en la recepción del edificio, caminando de un lado para el otro, preguntando a gritos en dónde se encontraba y por qué no le permitían verla. Al menos alguien sí se preocupa por mí, pensó para sus adentros mientras dejaba caer el bolso en el suelo y corría hacia su amigo, sorprendiéndolo al rodearle el cuello con los brazos de un salto. Inhaló su delicioso aroma a colonia y desinfectante - gajes del oficio - para tranquilizar los latidos desbocados de su corazón. Finalmente podía dejar escapar todos los nervios que había contenido desde que la policía la llevó en primer lugar. Había estado aterrada, pero no lo demostró ni una sola vez. Pero es Byeoung Keun-ah, se dijo a sí misma, no tengo que fingir con él.

Wolf Knight [Ji Chang Wook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora