Veintinueve [II]

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Subí con Daniel el árbol del trastero y nos pusimos a montarlo. No era muy grande, ya que el techo tampoco lo era. Adorné el salón con algunas cosas que había comprado mientras Abby y su madre terminaban de poner algunas bolas que quedaban. Ambas reían y me quedé mirándolas, no podía imaginarme el dolor que sentirían al enterarse que su madre iba a dejar la quimioterapia.

Mi chica me miró y sonrió abiertamente. Le sonreí de vuelta y me acerqué a ella. Las ayudé a terminar de colocar el árbol y Daniel llegó con chocolate caliente que estaba preparando. No podía imaginar a su familia aquí, no sintiendo el espíritu de la Navidad, encerrados en estas cuatro paredes.

Cogí el muérdago que había comprado y me acerqué a Abby. Ella me miró, frunció levemente el ceño, haciendo una mueca graciosa con sus labios. Apoyó las manos en mi pecho y miró el muérdago. Puse una mano en su mejilla, acunándola y ella sonrió. Acerqué mi rostro a ella para besarla mientras el timbre sonaba y nos dejaban solos en el salón. Besé sus labios suavemente, saboreándolos. Me separé de ella poco a poco y ella sonrió dulcemente. Besé su mejilla y me separé de ella cuando un hombre entró en el salón, seguido de Luisa y Daniel. Le hablaban en español y reían.

— Miguel, él es Justin.

Tendimos nuestras manos y la estrechamos. Miguel no sabía inglés, así que me sentía un poco desubicado. Abigail sostuvo mi mano entre las suyas. - Gracias, por esto - miró el árbol. - No sabes lo que significa para mí que estés aquí.

— Lo hago encantando. Quiero estar contigo. - apreté su mano.

— ¿Quieres hacer algo? - me preguntó.

Miré por la ventana del salón. - Me gustaría ir a correr.

Ella terminó de beberse su chocolate caliente. - Vamos entonces - se levantó.

Me puse ropa de deporte y no pude evitar mirar su cuerpo en esos leggins ajustados y su top deportivo, que tapó con una sudadera. Después de despedirnos, salimos y aproveché para besarla en el ascensor, poniendo mis manos en su trasero y apretándolo, juntándola contra mí.

Abigail no seguía mi ritmo, así que yo seguí el suyo. El frio daba en mi rostro y mi chica y yo respirábamos agitados. - Me va a dar un colapso. - dijo. Empecé a reír a carcajadas mientras ella ponía su mano en un lado del abdomen. - ¡Me duele el lado! - paró.

Me paré con ella, riendo y con la respiración acelerada. Ella se puso derecha y tendí mi mano para que ella la cogiera. Tiré un poco de ella y empezamos a caminar. - No hay mucha gente por aquí.

— No, es una zona nueva que están haciendo, y está alejada de la población.

— Es un lugar tranquilo para vivir. - Miré a mi alrededor viendo la gran avenida, las zonas verdes y los parques para los niños.

— Por ahora. - Abby me sonrió. - He reservado habitación en el hotel al que siempre vamos, el dia veinticuatro.

La miré. - ¿Qué quieres que hagamos en esa habitación?

No tardé en tener sus ojos mirando los míos. - Podríamos jugar a las cartas, ¿Qué te parece?

— Me parece una buena idea, ¿Algo más?

— Me gustaría que me ataras a la cama.

Bien, eso era algo que no me esperaba. La miré, imaginándome sus muñecas atadas al cabecero de la cama, su cuerpo desnudo expuesto para mí y no pude evitar ponerme caliente. – Sorpréndeme, ¿tienes algo con lo que poder atarte? – me paré y ella siguió caminando, me fijé en su cuerpo. Se giró y se encogió de hombros, sonriendo inocente. Sonreí y la seguí, poniendo mis manos en su cintura y besando su mejilla, haciendo que ella riera y pusiera sus manos encima de las mías.

Undercover // Justin Bieber Donde viven las historias. Descúbrelo ahora