—Quiero irme—se quejó Renee apoyando sus delgados brazos sobre la mesa, haciendo pucheros, como si eso la ayudara a adelantar el tiempo.
—Solo quedan quince minutos de clases, no exageres—le respondió Ethan con media sonrisa en sus labios, también ansioso de que al fin terminara la jornada escolar.
Hanny no dijo nada, solo se quedó mirando a sus dos amigos con algo de nostalgia, trayendo a ella recuerdos dulces de su larga amistad. Se podría decir que los tres se conocían desde antes de poder hablar, y en todo ese tiempo, cada uno mantenía su esencia humana intacta, según Hanny, aun no cambiaban, seguían siendo los mismos, y eso lo agradecía. Sentía la necesidad de aprovecharlos, aprovechar cada momento ya que pronto se separarían, cada uno elegía su camino, por lo mismo, para ella cualquier momento con ellos era un acontecimiento precioso, que debía guarda en su memoria por mucho tiempo más.
—¿Y qué haremos después? Tengo ganas de ir a comer, ¿qué opinan? —propuso Hanny acomodando su negra cabellera por sobre su hombro, sus amigos asintieron ante la propuesta.
—¡Sí!, suena bien, ¿trabajas hoy Ren?—preguntó Ethan. Ella negó con la cabeza.
—No, hoy tengo libre, así que aprovéchenme—bromeó. Los tres comenzaron a reír animadamente, mientras sus risas se mezclaban con el bullicio de la clase.
Camino a los casilleros los tres hablaban con normalidad. Ethan se quejaba de la poca presencia de su padre, lo cual estaba acostumbrado, la desaparición de su hermano y el constante hostigamiento de su madre; Hanny, por su parte se lamentaba porque extrañaba a su hermano y Renee saltaba al hablar de los Black Mist, una nueva banda de Rock que se había formado en Florida, donde ellos vivían.
Desde que esa extraña banda se formó, Renee formó parte del VIP de las locas fanáticas. Para Ethan y Hanny era otra tonta banda de chicos guapos que sabían tocar instrumentos, y con una voz melodiosa, nada fuera de lo normal, había muchas de esas hoy en día.
Una canción bastante conocida se escuchó desde el bolso de Renee. La muchacha con emoción lo tomó y al ver la pantalla, esa hermosa sonrisa de felicidad se desvaneció. Miró a sus amigos, se notaba nerviosa. Pegó un pequeño quejido, que para ella era una risa, y contestó. En silencio, solo asentía.
—Bien, estoy ahí tan pronto como pueda. Sí. Adiós —colgó y guardó su teléfono sonriendo nuevamente. Sus ojos comenzaron a brillar. Más de lo normal.
— ¿Qué pasa Ren? —preguntó Ethan.
—Lo siento chicos, pero me pidieron que reemplazara a alguien en el trabajo, me pagarán el doble así que no me pude negar. Será para la próxima—se encogió de hombros, y se acercó a ambos para darle un beso en la mejilla a cada uno. Se dio media vuelta y corrió hacia la salida sin esperar alguna queja o comentario de sus amigos.
Los dos se quedaron de pie sin poder decir nada. Solo vieron como esa rubia cabellera salía de su vista.
—Bien, seremos los dos... de nuevo —afirmó Ethan haciendo como si no tuviera ánimos de pasar una agradable tarde con su amiga. Hanny le dio un pequeño golpe en el estómago y sonrió de medio lado.
—¿Qué? ¿Tanto te desagrado?
—Sabes que te amo—respondió guiñándole un ojo.
Hanny rodeó los ojos y lo empujó para que la dejara pasar. Esa frase era algo que no creía, algo que para Hanny decía sin sentir, su amigo era muy coqueto. Ethan sin dudar se definía como buena persona, pero era un Don Juan, una máquina de testosterona que ninguna chica podía resistir, un cliché con pies, encantador por naturaleza. Alto de cabello rubio, ojos azules y sonrisa angelical, volvía loca o loco a cualquiera dentro y fuera de la escuela.
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Los Secretos de Renee
Teen FictionHanny perdió a su mejor amiga de manera inesperada, llevándose con ella una parte de su alma y corazón. Nadie sabe qué pasó, nadie entiende el porqué y no hay esperanzas de descubrirlo. Pero ¿qué pasaría si Hanny tiene la llave de los secretos que...